Por: Roberto M. López de Vivigo, estudiante de Periodismo
Próximamente se celebrará el Grand Prix de Florete Villa de La Habana, significativa oportunidad para sumar puntos en la clasificación rumbo a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, y para demostrar cómo anda la preparación de nuestros mejores tiradores.
Ante la cercanía del evento conversamos con Rafaela González, una de las glorias de la esgrima mundial, quien junto a Ramón Fonst, Rolando Tucker y Eduardo Jons fue exaltada al Salón de la Fama de la Federación Internacional de Esgrima (FIE) en 2013.
Su trayectoria como miembro del Comité Ejecutivo de la FIE y posteriormente el ascenso a la vicepresidencia del organismo son razones suficientes para rendir homenaje a una apasionada de “un deporte de ricos que floreció en un país pobre”, como ella misma calificara.
¿Cuánto significó para su carrera haber entrenado desde la base?
Conoces todos los escalones. Era un gusto dar clases. Tienes la posibilidad de ver lo que en realidad está pasando y erradicar los problemas. El tránsito por distintas esferas hasta llegar a la comisión nacional fue mi verdadera escuela.
En 1976, año del atentado al avión de Barbados, fue designada comisionada provincial y luego nacional. Tras el trágico suceso la esgrima cubana vivió una época dorada. ¿Cómo se recuperó tan rápido?
El sabotaje fue un impacto fuerte, pero se hizo un fuerte trabajo de rescate, de búsqueda de talentos, hubo un movimiento nacional importante. La preparación y el talento existían.
Tuve el privilegio de recibir una promoción de atletas muy buena, de calidad en la base de entrenamiento. Moví fichas para que explotaran sus reales condiciones, para que entendieran sus posibilidades. Muchas veces los atletas solo piensan en el evento internacional. Hay que entrenar, enfocar el trabajo, hacer que sientan seguridad a la hora de competir. La prensa y los entrenadores dicen que no hay competencias foráneas, y eso queda entonces como la justificación para no avanzar.
Los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 tuvieron en Elvis Gregory a una gran figura, con bronce individual y protagonismo en el equipo ganador de plata ¿Debió integrar el Salón de la Fama?
Sí. Para un país como Cuba tener cuatro de los 100 integrantes es un tremendo mérito, pero se quedaron fuera muchas figuras con condiciones. Imagínate tuvimos 20 años con notables resultados.
Acepto los premios, pero no son determinantes. Llegar al Salón de la Fama es importante, ser la única latinoamericana miembro de honor de la FIE también. Soy la representación de los logros de esa época, que no fueron casuales. Hubo un trabajo sostenido.
¿Cómo valora es estado actual de la esgrima cubana?
Se han perdido técnicos en la base. Antiguamente podías contar para un evento internacional con de una Eide o ESPA provinciales, porque tenían calidad suficiente, ahora poseen muchas dificultades. Se están rescatando valores, es crucial la disciplina, el control. Lo imprescindible es saber dónde están los errores y corregirlos.
Para finalizar cuénteme la famosa anécdota con los franceses…
“En 1997 triunfamos en el Campeonato Mundial de Espada para hombres. Fue un acontecimiento ganarle a los franceses. Ellos no entendían y hablaron conmigo para asistir a un torneo que se iba a celebrar en nuestro país. Querían ver qué hacíamos nosotros. Cuando llegaron y se dieron cuenta de que los muchachos entrenaban con espadas remendadas, que aquel beneficiado con un par de zapatillas nuevas le entregaba las viejas a otro compañero, me dijeron: “no podemos contra Cuba, porque nos faltan esos valores humanos”.