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Cuadros en áreas sensibles

Foto: tomada de internet
Foto: tomada de internet

 

Ernesto Che Guevara  calificó a los cuadros como la columna vertebral de la Revolución;  y, en estos días, cuando organismos, entidades, empresas, unidades… en todo el país realizan el balance de los resultados del año 2015 y analizan el plan y presupuesto del presente calendario, este símil, cargado de simbolismo, debe ocupar espacio en las tribunas de  debate.

Porque de la actuación cabal de directivos depende, en gran medida,  el resultado final de los colectivos laborales bajo su conducción y sobran ejemplos que demuestran la necesidad de retomar  instrumentos éticos  y de dirección honesta y científica en  diferentes procesos productivos y de prestación de servicios.

Los desvaríos tienen caldo de cultivo, fundamentalmente,  en aquellas áreas claves o sensibles, porque disponen de recursos materiales muy codiciados en el mercado subterráneo, en época de carencias y resquebrajamientos morales que inducen a comportamientos indignos.

Este asunto fue ampliamente tratado en el balance de la Dirección de Servicios Comunales, en la provincia de Las Tunas, un sector que adquiere relevancia especial en la actual coyuntura cubana, signada por amenazas de vectores que exigen la urgente transformación del panorama higiénico sanitario como medida preventiva en defensa de la salud humana. Las diatribas me sirven de pie  forzado para estas reflexiones.

Porque recomponer el quehacer transita, inexorablemente, por el esfuerzo mancomunado de direcciones administrativas y sindicales que conjunten ideas e iniciativas creadoras para encauzar el quehacer en la búsqueda de objetivos que les son comunes; sin embargo, todavía pululan  actos que dañan la marcha unida en ese camino por donde transitamos hacia la edificación de un socialismo próspero y sostenible.

Quedan direcciones administrativas reacias a la intervención sindical en cuestiones que atañen a la atención a los trabajadores, y a la fiscalización del uso de partidas presupuestarias destinadas por el Estado a ese fin y al cumplimiento del objeto social, por solo citar dos casos.

El sindicato tiene que velar con celos por la correcta utilización de estos fondos,  máxime ahora que, a pesar de limitaciones financieras harto conocidas, se ha  asignado mucho más dinero para el mejoramiento de las condiciones de trabajo.

Hay  administraciones que, equivocadamente, ven como   acto de intrusismo el interés sindical por el control del desempeño integral y minimizan el papel de la organización obrera reduciéndolo a las tareas numéricas, unas veces con sutilezas y otras de manera más irrespetuosa, las que se manifiestan en  el poco apoyo a la realización de las asambleas de afiliados y en informes llenos de tecnicismos o de lagunas que hacen endebles los debates, entre otras muestras.

Otra arista a no descuidar es la lucha contra diferentes manifestaciones de ilegalidades,  delitos y corrupción.   Más de una vez he escuchado: “Desde el sindicato tratamos de alertar, pero se nos cuestiona esa parte de nuestro desempeño”,  “falta ejemplaridad en los cuadros”. Y así se pierde el liderazgo, y en los colectivos reina el desaliento y todo resulta más difícil,             cuando no imposible.

Es que todavía hay premisas establecidas por leyes, decretos, normas… que duermen en anaqueles traspapeladas y se olvidan, por desidia o mala fe,  cuyas esencias identifican como dueños absolutos de los recursos y las riquezas a los trabajadores, incluidos, por supuesto, los cuadros y funcionarios.

En esa misma condición están los presupuestos, que es obligación desagregar hasta cada área y puesto de trabajo, no es un hecho que menosprecie autoridad administrativa, porque la autoridad es de todos los trabajadores, reitero, incluidos quienes tienen la misión de administrarlo en nombre del pueblo.

Otro grande de la historiografía cubana, el dominicano y generalísimo de nuestras gestas independentista Máximo Gómez se le atribuye una sentencia que enriquece conceptualmente el principio de dirección, al decir  cuando la topa tenía problemas: Tráiganme al oficial, en clara alusión al jefe.    

Entonces, hagamos de estos razonables preceptos herramientas teóricas   para enriquecer en la práctica el comportamiento  cotidiano, y conducir responsablemente al talentoso ejército de los trabajadores.

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