Que se lo pregunten a Junior Enrique Pérez Espinosa, un granmense, quien afirma, muy orondo, que a pesar de las nuevas tecnologías, aunque existan muchos teléfonos celulares y todas las personas pudieran estar conectadas, su oficio nunca va a desaparecer.
Más de dos siglos de existencia lo validan. En Cuba el servicio postal nació oficialmente en el año 1756, al ser creado el Oficio de Correo Mayor por un Decreto Real. Fue el gobernador general, Francisco Cagigal de la Vega, quien el 19 de febrero de 1754 envió una solicitud al rey de España para la fundación de un servicio de correos en la colonia.
En el primer Reglamento, promulgado en diciembre de 1755, “se estipuló un viaje mensual de ida y regreso entre La Habana y Santiago de Cuba con escalas en Guanabacoa, Matanzas, Santa Clara, Sancti Spíritus, Puerto Príncipe y Bayamo, que comenzó a ejecutarse a partir del primero de marzo de 1756. A este servicio se le denominó Correo General Ordinario”.
De entonces a la fecha ha llovido mucho y ciertamente, aunque en numerosos lugares del mundo han apostado a la extinción de los servicios postales con la llegada de Internet, lo cierto es que, lejos de debilitarlo, en diversos casos los ha fortalecido.
En Cuba, aunque el acceso a Internet es todavía insuficiente, la costumbre de enviar cartas también ha disminuido; no obstante, para estos servidores se han sumado otras funciones.
Según dice Junior Enrique, en el poblado de San Ramón, en el municipio de Campechuela, específicamente, en la Zona Uno, todo el mundo lo conoce. Y es que desde hace 14 años, este hombre de 38 años desempeña esa labor, que lo lleva a transitar las calles antes de las ocho de la mañana para terminar sobre las cinco de la tarde.
“Tengo que recorrer cerca de 14 kilómetros”, afirma, mientras se lamenta de los problemas que tiene con su medio de transportación, pues escasean las piezas de bicicletas y demoran en reponerlas. “Se pasa más de un año y no puedes conseguir las gomas o cualquier otra pieza”, expresó. De todo eso habló en la primera conferencia del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Comunicaciones, la Informática y la Electrónica.
“A veces la prensa llega tarde y cuando uno va a repartirla después de la una, la gente se queja porque ya pasó el noticiero y ahí es donde baja la calidad del servicio.
“Las personas agradecen mucho el pago a los jubilados, la asistencia social, entrega de giros o bultos postales”, esas son cuestiones que si se hacen bien facilitan la vida.
En su opinión los carteros deben prestarle más importancia al servicio a domicilio, porque da dinero limpio neto a la empresa, pero no todo el mundo lo toma en cuenta.
Como todo enamorado, dice que esta es una labor bonita, entretenida. “Un cartero debe tener sentido de pertenencia, que le guste lo que hace; se necesita seriedad y honestidad porque se manipula mucho dinero”.
Reconoce que es hombre popular, al que todos conocen. “Salgo a caminar y saludo a los vecinos, bromeo con ellos, sin faltarles el respeto, uno tiene que saber tratarlos, jaraneo con una anciana enferma para que ría y olvide los problemas…
“Allá en San Ramón, sin exagerar, nosotros decimos que el cartero es más importante que el médico, porque uno va al consultorio cuando está enfermo; sin embargo, la mayoría de la gente quiere recibir un giro, documentos importantes, o una carta con buenas noticias. A veces también vienen noticias tristes y uno lo siente, pero me pone feliz la cara de las mujeres que reciben una postal el Día de las Madres de una hija o un nieto que se hallan lejos. Por todo eso yo soy de los que piensan que este oficio no va a desaparecer”.
Acerca del autor
Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.