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Doctores que sanan con tecnología

Leander Verdecia Bencosme (al fondo) trabaja en el área de electrónica en el taller y pertenece al comité nacional del SNTCIE, electo en la I Conferencia realizada a finales de octubre del 2015. | foto: Eddy Martin
Leander Verdecia Bencosme (al fondo) trabaja en el área de electrónica en el taller y pertenece al comité nacional del SNTCIE, electo en la I Conferencia realizada a finales de octubre del 2015. | foto: Eddy Martin

A los 23 años Abel Díaz se graduó en la Licenciatura en Informática, pero entró de forma autodidacta al mundo de la electrónica, a lo cual se ha consagrado. Refiere que la práctica y la preparación son el mejor maestro. “Se trata de leer muchos planos e informaciones descargadas de Internet. Acá en el taller tenemos algunos equipos que usamos para estudiar.

“Aunque sea más joven, yo le enseño a él”, dice mientras pone la mano en el hombro a uno de sus compañeros que ya peina canas. “No conocía mucho de la telefonía celular, he aprendido de Abel porque es muy rápido y preparado”, dijo Jorge Félix, de 50 años, quien antes laboraba en la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa).

Ambos son parte de los 10 trabajadores no estatales del taller de reparaciones denominado Los doctores del celular, creado en el 2013, y que hace más de un año son afiliados al Sindicato Nacional de los Trabajadores de las Comunicaciones, la Informática y la Electrónica (SNTCIE) del municipio de Centro Habana, explicó Leander Verdecia Bencosme, de 24 años, su secretario general, el cual fue invitado a la I Conferencia municipal en junio del 2015.

En el encuentro provincial resultó electo para la nacional, celebrada a finales de octubre del 2015, junto a su colega Yenima Suárez Suárez, encargada de marketing del taller, quien asistió como invitada.

Leo, como le conocen todos, es incluso más osado. Es otro de los amateurs que se guió por la pasión y estudió electrónica luego de haber cursado la carrera de Comunicación audiovisual en el Instituto Superior de Arte.

El sindicato lo lleva en la sangre. Su abuela aún se desempeña como dirigente sindical; de ella, el resto de su familia y sus compañeros de trabajo ha recibido todo el apoyo para enfrentar este reto.

Allí abordaron la necesidad de elaborar estrategias consecuentes con las características de las nuevas formas de gestión.

“No conocíamos la labor del sindicato porque tenemos poca experiencia en un centro estatal, por lo que la falta de preparación fue el primer obstáculo. Por ello asistí a las aulas elementales donde aprendí sobre esa tarea que tiene sus características.

“Por ejemplo, nosotros, por ser pocos, no tenemos problema con los activos y las cotizaciones; sin embargo, nos falta mayor vínculo con otros trabajadores por cuenta propia para poder trasmitir las inquietudes”, expresó Leander.

Brindar mejor servicio es la prioridad

Eléctricos e informáticos conforman la mayoría de la nómina de los trabajadores. Uno de los primeros en el taller, el ingeniero Jesús Balmaseda Álvarez, dice que la prioridad es satisfacer al cliente. “Esto y la preparación individual siempre son acuerdos en nuestras reuniones sindicales, para lo cual leemos tutoriales de las materias y de marketing”.

Son jóvenes comunicadores que constantemente buscan nuevos programas y las llamadas actualizaciones para los modernos celulares –los denominados inteligentes como el iPhone– que llegan al local en la esquina de las calles Infanta y Zapata. Allí el trabajo se define en las áreas de la electrónica para la reparación de dispositivos como los tablets, y la de software para atender el sistema operativo de los teléfonos.

“Cada semana accedemos a Wifi-Etecsa en la calle 23 y descargamos de Internet aplicaciones e informaciones sobre los móviles, así cuando venga el cliente tenemos algo que ofrecer y podemos orientarlos mejor”, explicó Nelson Lancha López, técnico medio en Informática, quien realizó el servicio social como profesor en una escuela secundaria. En el poco tiempo que lleva en el taller reconoce que pertenecer al sindicato es un respaldo para el trabajador no estatal, y cuenta que las reuniones del tercer sábado de cada mes son muy productivas.

Agrega Yenima que anteriormente las hacían con espíritu sindical sin saberlo. “Hablábamos de funcionamiento, de los planes a largo plazo, las deficiencias y cómo resolverlas, de productividad y cumplimiento del horario de trabajo”.

También coincide con que pertenecer al sindicato les ha dado la posibilidad de tener una identidad, de contar con alguien que entiende cómo funciona la actividad por cuenta propia.

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