Un llamado a lograr la paz mundial hizo hoy su Santidad Kirill, Patriarca de Moscú y de Toda Rusia, al finalizar la Divina Liturgia en la Catedral Nuestra Señora de Kazán, oficio que concluyó con el abrazo cerrado con el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz.
Deseó bienestar y prosperidad para el pueblo cubano, y subrayó que “Cuba es un país heroico, pero lo que sucedió aquí, en el aeropuerto José Martí, cuando por primera vez en la historia se reunieron un Papa de Roma y un Patriarca de Moscú, eso pone un detalle muy extraordinario a la Isla de la Libertad”.
Dijo estar muy complacido por celebrar la Divina Liturgia en este templo, y comentó que su visita coincidió con otro acontecimiento muy importante para la historia del Cristianismo universal.
“He tenido la oportunidad de reunirme en un ámbito fraternal y de amor con el Obispo de Roma, el Papa Francisco”, afirmó.
Y agregó que a pesar de seguir teniendo diferencias teológicas los católicos romanos y los ortodoxos en el oriente “entendemos perfectamente nuestra responsabilidad conjunta por lo que está sucediendo en el mundo”, y abogó por un planeta de paz, porque los seres humanos con todas sus diferencias políticas y económicas aprendan a vivir de esta manera.
Consideró que no existen razones para que la política exterior de un país imponga algún tipo de superioridad sobre los demás. “Por supuesto —manifestó—es una imagen ideal, pero si no hay ideales, no hay valores, por eso hemos hecho un llamamiento conjunto al mundo cristiano y a todo el mundo con este objetivo. Creemos y esperamos que el mundo nos oiga”.
Pidió la unión entre todos, católicos y ortodoxos, y exhortó a mejorar la vida espiritual de las personas, más allá de las crisis.
Estoy muy complacido por ver aquí a los representantes de su Santidad (el Papa Francisco), y para mí es una gran alegría Comandante Castro que usted estuvo con nosotros en este templo.
En esta Divina Liturgia —precisó— hemos tenido la posibilidad de pensar sobre muchas cosas. “La estadía en un templo, en una iglesia, permite a un ser humano ver lo que está pasando en la vida desde alguna distancia, salir un poco de este contexto intranquilo, inseguro, en el que vive cada uno de nosotros. Y cuando vemos todo esto desde la distancia podremos ver mucho más, incluso nos vemos y entendemos mejor a sí mismos”.