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El «Pollo García» todavía pica

Luis García cumple desde el 2015 un período de labor en el estado peruano de Chincha, donde ya construyó dos terrenos y atiende a alumnos de cinco colegios. Foto: Cortesía del entrevistado.
Luis García cumple desde el 2015 un período de labor en el estado peruano de Chincha, donde ya construyó dos terrenos y atiende a alumnos de cinco colegios. Foto: Cortesía del entrevistado.

 

A Luis García Rodríguez no lo conoce nadie en Sancti Spíritus. Él mismo lo dice a viva voz para que sus interlocutores no sientan pena alguna en llamarlo como el “Pollo García”, apodo por el cual lo identifican miles de personas en su provincia, el país y más allá.

La suya es una historia de iniciativas, sacrificios y logros vinculada al sóftbol, de la cual se siente infinitamente orgulloso. Se trata de un cubano jaranero, conversador y laborioso que ha dedicado más de tres décadas al desarrollo del deporte de la bola blanda en el país, y quien aún tiene fuerzas y deseos de seguir aportando.

Durante su juventud practicó el béisbol, pero jamás llegó a ser un estelar. Sin embargo, no fue esa la razón que le acercó al sóftbol, sino una mezcla de circunstancias y su notable capacidad de olfatear oportunidades a pesar de los riesgos.

“Comencé en el sóftbol en el año 1981. En Sancti Spíritus solo se jugaba la modalidad a la “piña”, pero se lanzó la convocatoria para un campeonato en Santiago de Cuba con vistas a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana 1982 (JCC), y me enrolé en aquella aventura como atleta”.

“Una noche durante el evento vi las luces del estadio encendido y fui para allá. Al llegar descubrí que los equipos femeninos de La Habana y Santiago, pertenecientes al Fajardo, estaban celebrando un tope de seis partidos como preparación para un torneo similar al nuestro que ocurriría un mes después. Asistí todas las noches a estudiar los juegos y los entrenamientos”, recordó el profesor.

Al retornar a su terruño el todavía jugador se acercó al comisionado de béisbol del territorio, Felipe Lazo, para comentarle su deseo de formar un conjunto para intervenir en la cercana contienda. Recibió la anuencia y al instante comprometió a 15 muchachas, resolvió 15 uniformes de tela roja, convirtió un placer en terreno y empezó a trabajar con lo poco que sabían él y sus colaboradores.

“Teníamos una lanzadora zurda llamada Estrella Cuéllar, quien tiraba suave pero daba mucho strike. Con ella y otras chicas aventajadas asumimos la competencia y obtuvimos plata entre 14 provincias. Perdimos la final con el “tanque”, como llamaban al equipo de la capital que era invencible en aquel entonces”, narró.

No obstante, la sorpresa mayor para su carrera estaba por llegar. Semanas después de concluido el torneo le citaron para laborar con la preselección nacional de mujeres, y tanto hizo allí que obtuvo un puesto en la dirección del plantel que intervino en los JCC de 1982.

Su ruta futura parecía sin dudas trazada, pero al volver a casa la Dirección Provincial de Deportes le encargó la selección masculina que asistiría al campeonato nacional de 1983 (primero oficial).

La lid tuvo lugar en Manzanillo y los espirituanos ocuparon el décimo escaño, mas el “Pollo” volvió a ser llamado para empeños superiores, esta vez como parte del colectivo técnico del elenco nacional que lidiaría en los Juegos Panamericanos de Caracas.

“En esa ocasión fui elegido entre 15 profesores muy reconocidos, y a partir de ahí eslaboné 14 años como entrenador y coach de tercera base, y otros tres como director del combinado. Fueron en total 17 temporadas”, apuntó con un brillo tremendo en los ojos.

“Cuba alcanzó un nivel altísimo en este deporte. En la rama varonil asistimos en 1988 al Campeonato Mundial de Saskatoon, Canadá, y cerramos en el cuarto puesto eliminados por el entonces campeón Nueva Zelanda. Seis meses más tarde nos invitaron a una Copa con las seis primeras potencias del planeta y conquistamos el bronce”, rememoró con una pasión desbordada.

Por eso, para este hombre que también lideró la construcción de cinco campos de sóftbol en la capital espirituana, es muy difícil asimilar la crisis actual que atraviesa la disciplina, sobre todo en el sector varonil: “De tener un equipo temible, que resolvía los partidos a batazos y no le preocupaban demasiado los eventos del área, hemos pasado a un estado crítico que se expresa en 15 años sin obtener resultados”, considera el estratega que guiara a los chicos que en 1998, en un mismo mes, se agenciaron el torneo continental de Valencia —sometiendo tres veces a Estados Unidos— y los JCC de Maracaibo, ambos en Venezuela.

Las causas de la estrepitosa caída mi entrevistado las conoce bien: “si no se compite en casa y a nivel internacional resulta imposible mantener el nivel. En nuestro país hay tremenda masividad, pero no se aprovecha debidamente”. En el cierre del diálogo García ponderó los esfuerzos que realiza la federación cubana para enmendar la situación actual, así como las posibilidades que se abren para insertar softbolistas en ligas profesionales.

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