Por Elisdany López Ceballos y Ana Margarita González
“Hace cuatro o cinco años, después de la cosecha de cebolla, en Banao no se veía nada en los surcos y tuvimos que discutir con los campesinos porque, motivados por las ganancias que generaba este condimento, se volvieron prácticamente monocultivadores. Desde el 2012 trabajamos por la diversificación, y la presencia de cultivos que estaban casi extinguidos ha aumentado considerablemente”.
La afirmación de Juan Carlos Sicilia Pérez, director de la Empresa Agropecuaria Banao, en Sancti Spíritus, fue avalada por el campesino
Lino Quincosa, quien refirió a Trabajadores que en su finca la cebolla perdió su trono, y a pesar de haber nacido entre sembradíos de la especia él fue de los primeros en comprender la necesidad de aquella transformación.
Miembro de la cooperativa de crédito y servicios (CCS) Ramón Pando Ferrer, Lino llegó a cosechar hasta pimientos para la exportación. Ahora tiene contratadas importantes cantidades de frijoles, ajo, cebolla (con semillas logradas en sus propias tierras) y una gama de viandas.
Productores de avanzada como Edel Pérez Díaz (Chichi) y Elier Rodríguez Yumart tuvieron que desbrozar mucho marabú para que las tierras que recibieron en usufructo volvieran a parir. Ambos hacen excelentes cosechas de cebolla, pero tienen un abanico de cultivos que les permite entregar alimentos durante todo el año y rotar los suelos para beneficio de los rendimientos.
Banao ha tenido ocasos y esplendores. Sin pretender que vuelva a ser lo que fue en las décadas de los 60 y los 70, del siglo pasado, cuando había recursos a montón y miles de estudiantes garantizaban las atenciones culturales a infinidad de cultivos, tiene potencialidades para rendir mucho más, y ser el principal aportador de alimentos para Sancti Spíritus y las industrias que se asientan en esa provincia.
¿Saliendo del bache?
Famosa por su microclima y la productividad de los suelos, la inercia atacó a la vasta zona de Banao. “Aquel caos generó que la mayoría de las tierras que tenía el Estado pasaran a manos de particulares; los usufructuarios se quedaron con terrenos que no excedían las dos caballerías. Aquí hay cooperativas que se formaron con seis cordeleros, prácticamente son conuquitos”, explicó Juan Carlos.
“Esa es una de las razones por la que los productores no asumen cultivos de ciclo largo: carecen de suelos suficientes para rotar y sembrar cebolla, siendo el precio de esta última el que más los motiva. Tenemos un programa de rescate de las viandas, mediante el intercalamiento, pero todavía no tenemos los resultados anhelados”.
Esto sucede porque aún en Banao hay mucho marabú por desbrozar: casi un centenar de caballerías donde se pierde la oportunidad de obtener alimentos en un país que demanda mucho más. Quizás no estén al alcance de los directivos de la empresa agropecuaria los equipos pesados que se requieren para tamaña proeza, pero habrá que estudiar cómo llevarlos aunque sea temporalmente.
Gracias a la labor de los últimos años, desde finales del 2012, Banao muestra una cara distinta. “Antes solo cosechábamos de 80 a 120 toneladas de frijoles; hoy superamos las 500. Logramos cuadruplicar las producciones, diversificarlas y eliminar las pérdidas”, afirmó Sicilia.
¿Del surco a la mesa?
Aunque cuenta con una cultura de cultivo sedimentada, terrenos aprovechables, disponibilidad de agua (más del 60 % del área se riega; aunque se emplea el electrificado predomina el que se hace por gravedad) y una inyección de recursos otorgados por la dirección del país, el sureño paraje no consigue una productividad que respalde precios razonables para llenar los platos de los espirituanos.
“Para sembrar más a mí lo que me falta es agrandar la finca, porque no hay manera de rotar los cultivos. Eso es algo difícil de resolver porque tengo colindantes que me impiden extenderme”, refirió Lino Quincosa y también varios de nuestros entrevistados; mientras Tania Álvarez Suárez, presidenta de la cooperativa de producción agropecuaria, (CPA) Ramón Puertas reconoció que persisten los problemas con el paquete tecnológico.
“En el 2015 tuvimos afectaciones con los insumos, pero el clima nos favoreció. Sin embargo, la cosecha de frío que estamos haciendo ha sido muy perjudicada por las plagas y al parecer no se trazaron estrategias para enfrentar algo así. No nos llegaron los insecticidas y funguicidas para controlar las plagas y enfermedades, y eso merma la producción”.
Las eternas trabas de la comercialización mellan el recorrido que hacen los productos del surco a la mesa del consumidor; así lo reconoció el director de la empresa agropecuaria: “Pueden vender el excedente aquellos productores que cumplan con sus compromisos estatales, aunque no es un secreto que se nos escapan los productos a través de terceros. Esta actividad se ha ordenado, pero quedan chapucerías y lagunas; eso sí, eliminamos la avalancha de camiones foráneos que nos llevaban las mercancías”.
Según Juan Carlos solo el 30 % de lo que se produce se destina a Acopio; el resto va al turismo, consumo social, puntos de ventas, industrias y ferias. Adelantó que a partir de febrero, las cooperativas comercializarán directamente con Acopio el 30 % de las cosechas; el resto de la producción contratada con la empresa y esta se ocupará de la distribución a los demás destinos.
Unas 83 caballerías de tierras ociosas entre las zonas de Pojabo y Pozo Colorado, el ascenso del jornal hasta 150 pesos, la inequidad en el reparto de agua y la tendencia de plantar suelos más allá de lo contratado laceran la marcha del engranaje productivo de Banao.
“Hemos rescindido unas 250 hectáreas porque los usufructuarios incumplen las entregas o dejan que se pierdan entre el marabú. A raíz de la sequía del pasado año, los campesinos han hecho micropresas o tranques para acumular el agua y bombearla desde allí. Como la mayoría de la superficie se riega por gravedad, a veces las fincas ubicadas más abajo se afectan y eso es un problema que tenemos”, afirmó Juan Carlos Sicilia.
“Igualmente el hecho de sembrar fuera del contrato encarece los costos de producción y los cosecheros venden luego a cifras elevadísimas. Además, tenemos que lidiar con compradores, tanto privados como estatales, que vienen y se llevan la cebolla y otros productos pagándolos a altas sumas de dinero. Esos son retos que debemos superar, sobre todo ahora que estamos llamados a disminuir los precios de los alimentos”, comentó el director.
Las fuentes consultadas consideran que Banao produce hoy al 70 % de su capacidad y ciertamente ya se vislumbra la evolución desde que la empresa estuvo a punto de desintegrarse. Con 12 CCS, dos CPA y dos unidades básicas de producción cooperativa (UBPC), la zona tiene una fortaleza en el sector privado, pero pretende aumentar la presencia del estatal a partir de este año.
Gracias a proyectos como Más Alimentos, Agrocadenas y Agroalimentos, han recibido equipos que favorecen los procesos en el campo. Fumigadoras autopropulsadas, trilladoras de frijoles, tractores, implementos y sistemas de regadío refuerzan el laboreo agrícola.
Otras novedades por este oasis que respira entre el mar y las montañas del Escambray son un proyecto de inversión extranjera que se desarrollará en un área cercana a la costa para comprar y mejorar wl ganado, y el montaje de dos minindustrias para el procesamiento de vegetales, hortalizas y frutas.
Siendo también los principales suministradores de plantas a los laboratorios de medicina verde de Sancti Spíritus, Banao se presenta hoy en un equilibrio que Trabajadores no había percibido en el seguimiento a su progresión. No hablamos de maravilla ni de perfección —sobre todo porque se necesita crear condiciones materiales y sociales para asentar la fuerza de trabajo que requiere el sostenido despegue— sino de una empresa que tiene potencialidades para retomar su fértil historia; de cuadros que precisan consolidar sus estrategias, de recursos y proyectos que están por rendir. Y en ese conglomerado, borrar los ocasos y sostener el esplendor.