La Doctora en Medicina Elena Sepúlveda Parada, una chilena que ha compartido su experiencia profesional entre Cuba y su país, considera que cuando se habla de salud es preciso acudir a los afectos, porque “el binomio salud-apego, el vínculo más elemental entre los seres humanos, depende en gran medida de cuánto hayan sido amados desde el momento de la concepción, la fecundación y en toda su historia de vida.
“Lo ideal es que dos seres que se juntan para tener un hijo lo hagan de manera planificada, con una decisión consciente y en el momento preciso en que ambos quieren y desean procrear y traer un nuevo ser al mundo.
“Si estamos saludables necesitamos el vínculo afectivo y por eso es que el apego, que es contener, acoger, sostener, estar ahí cuando el otro necesita, no es solo una palabra, es un sistema de aprendizaje que necesitamos desde la promoción de estar sano”
La especialista en ginecología y obstetricia, quien trabajó durante varios años en el Hospital Materno Ramón González Coro, de la capital, sentenció que “si la violencia se aprende jugando, la no violencia también se aprende vinculándonos afectivamente y al solucionar los conflictos de manera armónica, dialógica y no peleando, discutiendo, ofendiendo, discriminando.
“Para mí esa educación comienza un poco antes de la concepción, en la decisión de dos adultos que toman la decisión consciente, amorosa, solidaria de tener un hijo, y termina en esta creación de un ser que ambos necesitamos traer, por eso necesitamos estar de acuerdo para educar.
“Según mi experiencia, las personas que tienen ese apego en su cotidianidad tienen, no solo calidad de vida sino cualidad de vida. L primera es la observación de cómo vivimos, la segunda es cómo nos sentimos cada uno de los seres humanos en la vida que estamos viviendo, es una característica individual.
“Puede ser que una persona tenga todo resuelto económicamente; sin embargo, carezca de una vida amorosa, espiritual, vinculada. Vive bien pero no está emocionalmente bien, por tanto no tiene la salud completa”.
Durante los años dedicados a esta especialidad, la doctora Elena, quien ha atendido a tantas parejas y tantas mujeres comprendió que había distintas formas de enfrentar los embarazos: desde las niñas que eran violadas o no querían tener hijos, las gestaciones no deseadas, hasta las mujeres adultas ya con 40-45 años, que pensaban que no iban a tener hijo y de pronto se embarazaban.
“Es un proceso bien diferente para todos los casos, y depende de la cualidad de vida que tienen en la intimidad afectiva y erótica los miembros de cada pareja, en la racionalidad que pone el individuo adulto en función de construir ese tercero”.
La Sepúlveda, como también se le conoce, dice que su mayor experiencia está en Cuba: “que es mi vida, es mi formación; solo he ido a Chile a lanzar las semillas de lo que aprendí y viví aquí”, por tanto puede hacer un paralelo o valorar la atención integral a la mujer-embarazada-madre en la Mayor de las Antillas.
“Es quizás carente en algunos elementos, esencialmente económico, pero muy solidaria, afectiva, es contenedora; las mujeres en Chile gritan como desesperadas cuando van a tener un hijo, en Cuba hay muy pocas que gritan en ese proceso. Allá tienen por ley la posibilidad de que le pongan anestesia durante el trabajo de parto; aquí no lo tienen, pero muy pocas se desencajan con ese esfuerzo.
“Aquí tienen la posibilidad de aprender a respirar, a contener, de tener un ser querido a su lado; y me llama la atención que la mayoría escogiera al marido o a la madre; en Chile muchas prefieren estar solas. Los cubanos tienen como una red familiar que está presente, que se ayuda, que soluciona conflictos, y se apoya en el médico y a enfermera de la familia. Ese apego trasciende las fronteras de que el matrimonio sea funcional o disfuncional”.
La también especialista en educación sexual considera que los modelos de apego reflejan los recuerdos y creencias que tienen los seres humanos desde sus orígenes, en las experiencias tempranas y las transfieren en sus nuevas relaciones.
El cariño moldea la organización mental del bebé, desde mirarse mutuamente, jugar, tocarse, ver las expresiones faciales, los cambios de posturas corporales al interactuar y coordinarse, y todo ello genera patrones de comunicación, una sincronía afectiva que le induce a compartir, a vivir de manera saludable.
Ana Margarita excelente imagen y excelente artículo,me he maravillado con el contenido al igual que los anteriores referidos a otros temas.