Para Gerardo Mier, secretario del Buró Sindical de la Universidad de Matanzas, el éxodo sigue siendo un problema en el sector de la Educación. “No hay enseñanza que escape”, ha dicho en incontables ocasiones, en referencia a una provincia que tiene que recurrir al Oriente del país para asegurar su cobertura docente.
Pero, a juicio del veterano dirigente sindical, la pregunta ya no debe ser solo “por qué se van esos profesores, eso lo sabemos, la pregunta debiera ser por qué se quedan otros, por qué no abandonan las aulas, por qué siguen afiliados en nuestro centro”.
La respuesta hay que buscarla, reflexiona, en la calidad del proceso de sindicalización, influyente en la creación de una sólida conciencia sobre lo necesario de estar afiliado en la alta casa de estudios.
“No es una labor fácil, nadie que lo imagine. En la Universidad no podemos echar manos a recursos materiales al estilo de centros productivos. Es muy complejo demostrar la utilidad de la organización en unidades presupuestadas. ¿Cómo conseguirlo? Representando de verdad los derechos de los trabajadores, solo así el funcionamiento sindical resultará creíble”.
Ninguna reunión anual de la gestión del Comité Provincial de la CTC transcurre sin que su voz sea escuchada. Parece no agotársele el deseo de decir en beneficio de su colectivo, de insistir en cuánto la organización gana si pugna por la respuesta a los planteamientos, al seguimiento de las inquietudes, un diario batallar en la Universidad de Matanzas, manifiesta desde el orgullo.
“Nos toca a los de esta rama exigir óptima preparación metodológica, calidad de las clases, luchar contra la subversión ideológica, mayor compromiso con la Revolución. El espacio es la asamblea de afiliados, la amena y no la formal, la que enseña y analiza, no la que se preste a un informe administrativo panfletario, y sí la que soluciona problemas reales. Esta es la que conviene”.
Sin embargo, en ese ejercicio de representación que se nos demanda, surgen obstáculos, lamentó Gerardo Mier. “Regresamos de la nuestra Primera Conferencia Nacional del Sindicato de Educación, la Ciencia y el Deporte sin poder brindarle a los afiliados respuestas, informaciones de sus quejas, de sus necesidades.
“Fue una inquietud de la delegación de Matanzas, porque llegamos al magno evento con expectativas y regresamos con la inconformidad de haber escuchado cantos a lo que hemos hecho, a lo logrado, sin que se analizaron medulares asuntos.
“Hay que darle otro sentido a reuniones de esta envergadura, momentos que deben significar algo en la vida de los trabajadores, porque es difícil enfrentarse, en mi caso, a mil 500 hombres y mujeres con las manos vacías, sin explicaciones, sin alientos.
“Claro que lo primero es el compromiso con la Revolución, pero nos toca mejorar la atención a las personas, lo mismo si está en un hospital, si se le está cayendo la casa, o pide un terreno porque lleva 40 años albergado. Ese debe ser nuestro desvelo, y cuando no lo sea, renunciemos como dirigentes sindicales”.
Que a nadie le quepan dudas, enfatizó, pese a las preocupaciones, las demandas, seguimos siendo fieles a la Patria, sentenció, y su reclamo encontró inmediata reacción: “Tenemos que buscar fórmulas para llegar a las conferencias nacionales con temas más despejados, más esclarecedores”, reflexionó el secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, Ulises Guilarte de Nacimiento.
A veces queda la insatisfacción de asuntos que se pudieron explicar de forma más enriquecedora, argumentó. “Hay soluciones que no dependen de nada que no sea de una evaluación particular y la adopción de una decisión”.