Allí, en el centro mismo de uno de los barrios más populares de La Habana, se presentaron el pasado martes cantantes, bailarines, modelos, artistas de la plástica… en una gala que rindió homenaje al aniversario 163 del natalicio de José Martí y el 77 de la fundación de la Central de Trabajadores de Cuba.
No fue casual la elección: en Cayo Hueso radica el Palacio de los Torcedores, dirigido por Raimundo Estrada, un museo que difunde la historia del movimiento sindical cubano y que extiende su labor cultural a la comunidad, que es, en definitiva, el primer público de sus propuestas.
La célebre Clave a Martí, interpretada por integrantes de la Academia de Canto Mariana de Gonitch, creada y capitaneada por el maestro Hugo Oslé, resumió el espíritu de una fiesta: arte popular, fuertemente ligado al acervo y al devenir de una nación.
Bajo la dirección de Jorge Rivas Rodríguez, jefe de la redacción cultural del periódico Trabajadores, el espectáculo recorrió distintas expresiones: la danza afrocubana (asumida por el grupo matancero Legado, guiado por Neivis Mora); la música bailable (grupo Memoria, de Mayabeque, de Juan Amado Echevarría Pedroso; y Alberto Joel y la Portada); el diseño de modas (con creaciones de Mariela Caridad Alemán Orozco y Raquel y Karla Espino, exhibidas por modelos del grupo Quitrín, que tutela Isleda de la Barca); y las obras de varios artistas de la plástica, entre ellas las del pintorRoberto Braulio, quien desde el mes de diciembre expuso en el Palacio de los Torcedores la muestra Crónicas de lo real, clausurada durante la gala.
Más de cien artistas subieron al escenario gracias al empeño conjunto de diferentes instituciones. En esta ocasión en que el artífice Erik Varela Ravelo recibió el Sello Conmemorativo Aniversario 45 de Trabajadores, tal creador y Roberto Braulio obsequiaron obras de sus autorías al director de nuestro semanario, Alberto Núñez Betancourt, las cuales pasarán a formar parte de la colección de arte del órgano de prensa.
Fiesta en Cayo Hueso —así se nombró el espectáculo—, conducido por Froilán Arencibia, rompió las rutinas habituales de ese barrio, que aplaudió con entusiasmo la entrega desinteresada de un grupo de artistas comprometidos con su tiempo.