Cristo en una cruz de remos recibe desde este domingo a los migrantes que llegan a Lampedusa. La imagen, luego de peregrinar por cinco iglesias católicas de Sicilia, llegó a su destino final en la mayor de las islas de las Pelagias, también conocida como la “puerta a Europa” o la “isla de las lágrimas”, en referencia a los 25 mil migrantes que han perdido la vida intentando llegar a sus costas.
La figura ha sido rebautizada como el Cristo del Mediterráneo pero su nombre original es Milagro. Fue el regalo del presidente cubano Raúl Castro Ruz al Papa Francisco durante su visita a Cuba y lleva la firma de Alexis Leyva Machado, Kcho, quien este domingo participó en la ceremonia inaugural.
Esta obra no me pertenece, es del pueblo de Cuba para el mundo, dijo emocionado. Días antes el artista confesó a esta reportera que cuando las autoridades cubanas descorrieron frente al Papa la sábana blanca que guardaba el regalo del presidente cubano, el prelado preguntó insistentemente: ¿Estás seguro de que puedo llevármela al Vaticano?
Por supuesto, respondió Kcho, y le explicó que los especialistas sabrían cómo ensamblarlo pues en su factura empleó las mismas antiguas técnicas con que se fabricaron las esculturas religiosas del Barroco, aquellas que decoraron muchas de las iglesias católicas del Nuevo Mundo.
Los remos que conforman la cruz iniciaron así un segundo viaje a Roma. Antes (en el 2014) habían integrado la muestra Via Crucis, la primera que un artista cubano vivo expusiera en el Palazzo della Cancelleria, de Italia.
Esa obra hecha con remos colectados en varios pueblos de pescadores cubanos se llamó Milagro, narró Kcho. Varios coleccionistas quisieron comprarla, pero rechacé todas las ofertas pues sentía que no me pertenecía, que era del pueblo de Cuba y estaba destinada a un empeño mayor. Luego esa cruz se convirtió en una parte esencial de la pieza que sería obsequiada al Papa. Por eso también se llamó Milagro.
El pasado 8 de diciembre del 2015 Francisco inauguró el Año Santo de la Misericordia y un Jubileo que hará historia, según han reconocido autoridades vaticanas. Dentro de las múltiples celebraciones de ese calendario, el 17 de enero correspondió a la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, y como parte de ella se inauguró en Lampedusa la versión cubana del Cristo crucificado.
En su rezo de ayer en la Plaza de San Pedro, el Papa recordó a los migrantes que “cada uno de ustedes llevan en sí mismos una historia, una cultura, valores preciosos” (…) no permitan que nadie les robe esta esperanza y el gozo por la vida”.
Días atrás, en una entrevista con el semanario italiano Credere (Creer) reconoció que “estamos habituados a las malas noticias, a las noticias crueles y a las atrocidades más grandes que ofenden el nombre y la vida de Dios”, de ahí la necesidad de redescubrirlo y sobre todo, la certeza de que “la crueldad no es el camino”.
Tal como confesara el propio artista:” El mar es un lugar de infinitos senderos que nos lleva no hacia Roma, sino hacia cualquier lugar de nuestro mundo. Ha acompañado al hombre desde sus inicios, como padre omnipotente en cualquiera de sus límites, sea para alimentar a los suyos, encontrar nuevas tierras o simplemente sobrevivir”.
El Cristo y la cruz de remos de Kcho podría ser entonces la historia del hombre en su relación con el mar. También la del dolor y la esperanza, sentimientos comunes a los migrantes de todo el mundo. Los remos, sogas y amarres son apenas un testimonio de su paso por la vida.