Aunque su partida de nacimiento allá en París lo reconocía como Daniel Marc Pepino, para todos, principalmente amigos y compañeros de turbulencias sindicales, era simplemente Pepino, un nombre peculiar que obligaba a fijarse en ese hombre bonachón, fumador impenitente, trasnochador incansable, que por divisa primera sostenía el empeño de hacer el bien, dondequiera que estuviera.
Pudiera asegurar que en los últimos 25 años, Pepino se convirtió ―por derecho propio― en un sindicalista cubano más; era frecuente, muy frecuente encontrarlo por los pasillos de la Central de Trabajadores de Cuba, en actos de solidaridad con la Isla, por los talleres del Poligráfico Granma, en fin, pulsando el día a día de los obreros cubanos, ya fuera en la capital o en cualquier recóndito paraje de nuestra geografía insular.
Llegado a La Habana a inicios de la última década del pasado siglo para representar el sentir solidario de los Rotativistas de París, Pepino fue protagonista en el envío de uno y más barcos cargados de material de imprenta, papel, tinta, y maquinarias para los poligráficos cubanos, entre otros insumos, en los momentos más álgidos del Período Especial.
No había necesidad de los sindicatos cubanos que no hallara en Pepino y sus compañeros rotativistas franceses la mejor respuesta, y lo hacía de una manera natural, sin efectismo.
Sin darse cuenta, Pepino se aplatanó, al punto de encontrar aquí el amor no solo de hermano, de trinchera, sino también las caricias sin límites de la mujer cubana.
El pasado 24 de noviembre, en París, murió de un infarto agudo del miocardio, pero ya había dejado escrito su deseo de descansar definitivamente en suelo cubano. Por eso varios compañeros de su sindicato de rotativistas e impresores de la capital gala, trajeron a Cuba sus cenizas, las que fueron depositadas este jueves en el panteón de los gráficos en el cementerio de Colón.
Allí amigos y compañeros le rindieron póstrer tributo de admiración y cariño, encabezados por Pedro Ross, ex-secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba. Luego, todos reunidos recordaron anécdotas y travesuras y cantaron las canciones preferidas de este cubano alegre nacido el 5 de enero de 1948 en París.