Cuando al morir, a los 35 años de edad, Rubén Martínez Villena acumulaba gran experiencia de lucha revolucionaria. Graduado de Derecho en la Universidad Nacional La Habana, encabezó la Protesta de los Trece, en 1923; militó en el Partido Comunista; fue asesor legal de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC); fungió como profesor de la Universidad Popular José Martí, y junto con Julio Antonio Mella fundó la Liga Antimperialista.
El hombre capaz de escribir los más sensibles versos, al mismo tiempo dirigió la huelga general del 20 de marzo de 1930, la cual paralizó al país durante 24 horas. Su participación en otras movilizaciones de igual tipo, entre ellas la de 1933, lo convirtieron en figura imprescindible, de tal forma que, gravemente enfermo, sacó fuerzas para mantenerse al frente de las luchas obreras.
Sus últimos días fueron de intenso quehacer, pues desde su lecho de muerte organizó el IV Congreso Nacional Obrero de Unidad Sindical, en enero de 1934. Falleció en la madrugada del 16 de ese mes. Los restos del autor de La pupila insomne, fueron velados en el Palacio de los Torcedores de La Habana, sitio muy frecuentado por él, donde los delegados a ese congreso le rindieron póstumos honores al protagonista