En octubre del pasado año publicamos las opiniones de una lectora sobre la mala calidad de las almohadillas sanitarias. Decenas de mujeres expusieron sus criterios tanto en la página web de Trabajadores como en los perfiles personales en Facebook de nuestros periodistas, y algunas accedieron a ser entrevistadas.
Si bien la mayoría coincide en que han mejorado respecto a etapas anteriores señalan entre varios elementos negativos: que se deshacen con facilidad, su poca capacidad para absorber, que el pegamento no está en el lugar adecuado y que los paquetes a veces vienen incompletos.
Las más jóvenes y las que pasan los 40 años de edad apuntaron que las popularmente llamadas “íntimas” les eran útiles con un flujo normal o para los días finales de la menstruación. Pero para “quienes tienen abundancia no alcanzan. Son tan finitas, pequeñas y estrechas, que debes usar más de una en cada ocasión y cambiarte muy seguido”, comentaron Idelisa Herrera y Tania Martínez, vecinas de los municipios de Playa y de La Habana del Este, respectivamente.
Un grupo menor de clientas confesaron que el material les producía roces y peladuras con frecuencia, otras solo contestaron con una palabra: malísimas.
En la fábrica
Para esclarecer las dudas y conocer sobre el proceso productivo visitamos la unidad empresarial de base (UEB) Almohadilla Mariposa Habana, perteneciente a la Empresa de Materiales Higiénicos Sanitarios, Mathisa.
Entre 12 y 18 años de explotación poseen las maquinarias con que fabrican las polémicas íntimas, en líneas automatizadas con puntos de control donde velan por la calidad.
Luego salen por una esterilla a la que se acopla el sistema de conteo, llenado y sellado manual, a la velocidad de unas 300 almohadillas por minuto. Los operarios, casi todos mujeres, deben seleccionar y guardar 10 en cada paquete, explica Yaimara Díaz Placeres, directora de la UEB capitalina, perteneciente al grupo empresarial de la Industria Ligera, Gempil.
Tal proceso choca con la contradicción de que al ser una producción continua, de la cual deben estar pendientes los trabajadores, impide revisar al momento todos los problemas de calidad en todas las almohadillas.
La solución o el paliativo descansan, según la funcionaria, en un sistema de control mediante el cual las técnicas chequean cada media hora el flujo fabril y lo evalúan desde el inicio hasta el final.
Al respecto explica que las especialistas pesan las almohadillas de manera individual (deben estar sobre los seis gramos) y el paquete. De este último se deduce la cantidad en el estuche.
“En ocasiones en los muestreos aleatorios los encontramos con menos o más de 10. Todo depende de la experiencia de los operarios en el conteo. Los turnos son de 12 horas y se rotan las posiciones. Por lo general ponemos a los más experimentados en esa función, pero debes cambiarlos y además la única manera de adquirir la habilidad es haciéndolo”, afirma Díaz Placeres.
Aclara que no hay posibilidad de alterar la materia prima, toda importada, excepto los materiales de envase y embalaje.
Seguimos buscando los porqués
Si siempre se cumplieran esas propiedades, entre las inconformidades recepcionadas por nosotros no aparecería que algunas están compactas en el relleno.
Las almohadillas en la capital van directo a las farmacias, en el resto del país son acopiadas para su posterior distribución, , refiere Emma Hernández Ibarra, directora general de Mathisa.
No son un producto perecedero, por tanto carecen de fecha de vencimiento, aunque períodos prolongados de almacenamiento en pacas apretadas y la falta de respiraderos en los paquetes podría afectar el sellado del envase.
En cuanto al adhesivo de las alas es posible que si no quitas con cuidado la pegatina se extienda al lugar inadecuado. Si te pones rápido la almohadilla tal vez ocurra que no fije bien a la prenda interior; lo correcto es colocar el hilo largo al peto y después proceder a asentar las alas, precisa.
Su comentario nos recuerda la fina línea que separa el deber ser de lo que ocurre más de lo debido y no por mala manipulación, pues en la mencionada carta de respuesta a Buzón abierto reconocen que en algún momento «han tenido fallas técnicas con los gomeros encargados de verter el aglutinante de construcción donde se fija el colchón (pulpa celulosa), así como en los hilos de pegamento en la parte posterior de las íntimas y en las alas”.
Esas y otras fallas nos llevan a indagar acerca de lo que sucede con los productos que son detectados con falta de calidad.
“Los declaramos no conforme porque no cumplen los requisitos para ser comercializados en la red de farmacia, y envasados a granel en bolsas se destinan a otras instituciones como hogares de ancianos y unidades del Ministerio del Interior.
¿Soluciones con alas?
La directiva significa que “trabajan en función de desarrollos futuros, y aunque hay algunas cosas concretadas no me gustaría crear falsas expectativas. Nuestra prioridad es continuar esforzándonos por mantener la calidad de las almohadillas, pues entendemos que con un solo tipo de producto es difícil satisfacer las necesidades individuales”.
Todos comprendemos que los productos normados no suplen cabalmente las necesidades, constituyen una ayuda, y con las íntimas sucede igual. Un paquete en la mayoría de los casos representa un tercio o la mitad de lo que requiere una mujer para “esos días difíciles del mes” y si a esto sumamos que en las tiendas en divisas los precios rondan los 25 CUP o más, es obligado recurrir a otros proveedores.
“La solución no puede seguir siendo tener que pagarlas a sobreprecio (10 o 15 CUP) a las propias farmacéuticas o los revendedores. Si analizamos, la mayoría compramos uno o dos paquetes ‘por fuera’, entonces no es problema de producción sino de organización”, comenta la lectora Esther Pérez.
La directora general de Mathisa plantea que hay 3,8 millones de mujeres en edad fértil (entre 10 y 55 años), según el último censo realizado con esos fines en el 2014. En función de esta cifra aprueban el plan de producción, como es lógico a partir de la capacidad de sus tres unidades, incluyendo las de Sancti Spíritus y Granma.
Inferimos que todas las féminas registradas tienen derecho a comprar el producto aunque se encuentren de misión, embarazadas o hayan pasado su momento de menstruar por diversas razones, y les dan el destino que estiman.
Coincidimos en que esa es una de las vías por las cuales otras mujeres acceden a las necesarias almohadillas, pero la cantidad que casi se pregona, sobre todo a la entrada o cerca de centros comerciales, denota una fuente más prolija de suministro, que como es lógico ninguno de los revendedores nos reveló.
Y mientras tanto, con detractores y defensores, la Mariposa sigue siendo la principal aliada de muchas cubanas, y confiemos en que así continúe, con la calidad que merecemos.
Estoy de acuerdo con esa pregunta, en ese local donde hay acceso de todas las personas que trabajan en la fabrica, no han observado que la compañera no cumple con las medidas higienicas sanitarias.
Y esa trabajadora con uñas postizas sin guantes manipulando las almohadillas? Dónde se ha visto eso? Qué pasa con el control de la calidad?