No hace mucho esta era una fábrica de confecciones textiles desmantelada, ahora es un centro cultural polivalente, ubicado en una auténtica ciudad-dormitorio: Alamar. A pocos días de su inauguración, el complejo Enguayabera recibe al público en sus numerosos espacios: librería, tiendas, salas de cine, heladería, restaurante, zona de juegos, sala de fiestas…
Muchos de los que llegan aprovechan las posibilidades del área de conexión wifi, otros sencillamente se sientan a conversar o a tomar un refrigerio, los niños se suben a las estructuras metálicas del parque, y no pocos acceden a los comercios de productos culturales. Enguayabera ya es un punto de encuentro de la zona, pero merece ser mucho más.
La propuesta puramente artística tendrá que ir ganando peso, hasta el punto de que se convierta en el principal atractivo del complejo. Ahora mismo se disfruta de una importante programación cinematográfica en las excelentes salas de proyección. El teatro podrá acoger espectáculos y conciertos de pequeño formato. La sala de fiestas, que no tiene nada que envidiar a ninguna de las casas de la música de la capital, puede ser escenario de populares agrupaciones. Y es posible fomentar también presentaciones literarias.
Obviamente, no se trata de menospreciar las ofertas gastronómicas —imprescindibles en centros culturales polivalentes—, pero Enguayabera tiene potencial para ir más allá. Alamar merecía (y necesitaba) un lugar así. La experiencia puede “prender”.