No resulta en realidad original afirmar que toda entrevista es siempre fuente permanente de información, de enseñanza, de saber. Como es conocido, a través de ese subyugante juego de preguntas y respuestas que se establece entre el entrevistador y el entrevistado, es posible descubrir un universo inimaginable.
Así lo demuestra la lectura del volumen titulado Monseñor Carlos Manuel se confiesa (Casa Editora Abril, 2015, 248 pp), en que Luis Báez y Pedro de la Hoz presentan las entrevistas que, entre mayo de 2012 y abril de 2013, sostuvieron con monseñor Carlos Manuel de Céspedes y García Menocal.
Fueron once los encuentros que llevaron a cabo entrevistadores y entrevistado. El resultado de esas conversaciones llega ahora al lector en este libro, estructurado en once capítulos que, en cierto orden cronológico, propone un recorrido por la vida y la obra de una de las más reconocidas personalidades eclesiásticas del catolicismo cubano de entre siglos.
Los experimentados periodistas Luis Báez y Pedro de la Hoz, con oficio y destreza, preparan un amplio cuestionario que se propone, y logra, reconstruir no solo pasajes imprescindibles de la existencia del sacerdote, sino también ofrecer sus opiniones y criterios acerca de realidades y problemáticas del mundo que le tocó vivir.
Se conocerán así, a través de estas páginas, entre otros temas, su origen familiar –tataranieto del Padre de la Patria—; sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma; su carrera pastoral en la isla; sus numerosos artículos y libros publicados; sus juicios acerca de momentos y figuras de la historia…
Reveladores resultan los testimonios recogidos en este libro, como queda evidenciado en este fragmento:
En su opinión, ¿cuál es el logro más importante de la Revolución?
Lo que la Revolución ha hecho en materia de educación y salud suele mencionarse con razón. Pero para mí lo más importante es que se ha creado la conciencia en el cubano de que tiene derecho a eso. No es un panecito que le regalaron en la puerta de la casa, sino que tiene derecho a ser digno y a que se haga el bien.
Antes de la Revolución, los que ocupaban la base de la pirámide social no tenían resueltas esas necesidades. Lo más grave era que ni sabían a ciencia cierta que les asistía el derecho a resolverlas. Es más, a muchísimos entre los pobres de la tierra ni se les ocurría pensar en eso. En este ámbito coloco el tema racial, heredero de esa lepra social que fue la esclavitud. Mucho se ha hecho, pero todavía hay en Cuba personas consciente o inconscientemente racistas. Menos que hace cincuenta años, pero los hay, aunque lo disimulan. En el fondo ya saben que, razonablemente, el racismo es una locura, una insensatez.
El cambio más importante reside precisamente en que todos los negros saben que tienen los mismos derechos y deberes que los blancos y casi todos los blancos saben que los negros tienen iguales derechos y deberes que ellos.
Antes de Monseñor Carlos Manuel se confiesa, Luis Báez (La Habana, 1936-2015) y Pedro de la Hoz (Cienfuegos, 1953) ya habían publicado, en coautoría, entre otros títulos, Evo espuma de plata (2008), Caravana de la libertad (2009), Todos somos Evo (2009), Todos somos pueblo (2010) y Revelaciones de una leyenda (historia del Hotel Nacional) (2010).
«Monseñor Carlos Manuel ha concedido otras entrevistas –afirma Aurelio Alonso, en el prólogo al volumen— (…). Pero no albergo duda de que esta, la única en que responde con tal alcance a la diversidad de planos de su vida como eclesiástico, intelectual y patriota, dejará una huella indeleble en los lectores y se convertirá en un instrumento indispensable para el conocimiento del catolicismo cubano del último medio siglo».
De ahí que, mediante la lectura de Monseñor Carlos Manuel se confiesa, no solo será posible descubrir anécdotas, recuerdos, memorias, de la vida de un hombre que supo ser fiel a su fe y a su cubanía; sino también conocer un capítulo del propio devenir histórico de la mayor de Las Antillas.