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Risueño por fuera y serio por dentro

En Santa Clara no hay montañas de esas que les hacen cosquillas a las nubes, pero parece que los caricaturistas de Melaíto se subieran en la loma del Capiro, para ver desde su ciudad los problemas laborales y económicos que nos machacan la mente y los bolsillos a los cubanos de todas las provincias.

Tal vez por ser del centro logran mirar las dificultades a la redonda moviendo la cabeza como el sijú. Y aunque los que dibujan no sean tan “bellos” como esa ave de nuestros campos, tienen una vista excelente para captar  tales preocupaciones y reflejarlas con gracia.

Así le ocurre a Alfredo Martirena, a quien desde hace algún tiempo le ha tocado estar al frente de las ocurrencias del pequeño equipo de melaos.

Por otra parte, hacer  un humor sobre temas del trabajo… da trabajo. Pero en esas caricaturas satíricas se ve que ha trabajado. Es un  humor sudado. Le ha entrado al cañaveral de  los problemas laborales y sociales con el machete de la risa, aunque no precisamente para  reírse de los peces de colores, sino para meterlos en el jamo de las posibles soluciones.

El humorismo es el más popular de los lenguajes y a la vez uno de los más cultos e inteligentes cuando se trata profesionalmente con   rigor artístico. Esto es posible porque el caricaturista cubano es también una gente de a pie,  que va al mercado y tiene que ir a las tiendas,  y hacer gestiones en oficinas, y etc., etc., como  cualquier hijo de vecino. Pero, además, tiene  el privilegio de visitar fábricas y toda clase de  centros laborales, y aunque no tenga grandes  orejas, escuchar las preocupaciones de cada  lugar, mirarlas, tocarlas, llevárselas para su  mesa de dibujo  y transformarlas en críticas  constructivas.

 

La sátira es el arte de quitar la cáscara que esconde errores, negligencias o ilegalidades.  Ninguna caricatura puede resolver un problema, pero alerta a los que sí pueden y deben resolverlo. Además, refleja sin taparrabos  a malandrines y chapuceros, para que rectifiquen.  Porque el humorismo es risueño por  fuera, pero serio por dentro. Hace cosquillas  y hace pensar.  Así que: mire estos dibujos de  Martirena, ría y piense. Y si le toca de cerca,  ¡ocúpese!

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