¿Pueden los hombres presentar cambios en el estado de ánimo, depresión, falta de concentración e incluso constantes sudoraciones? Pues sí, y la mayoría de los caballeros apuestan a que estos síntomas son parte del envejecimiento y no acuden al médico.
Según estudios clínicos, la andropausia se caracteriza por un descenso lento y gradual de la testosterona, lo que termina afectando la calidad de vida de los pacientes y aumentando los factores de riesgo cardiovascular. Usualmente la sufren hombres mayores de 60 años, pero en la juventud también se puede dar.
El climaterio viril, como además se le llama en términos médicos, presenta similitud con la menopausia en la mujer, aunque con diferencias significativas entre uno y otro sexo.
De hecho, en la actualidad existen varias opiniones acerca de si considerarlo o no como una enfermedad. Algunos prefieren nombrarlo como un período de tiempo semejante a lo que soportan las mujeres durante el climaterio; otros, apropiados por cánones de machismo, prefieren esperar a que aparezca un término más adecuado al padecimiento.
El doctor Ulises Silveira Páez, especialista de Segundo Grado en Urología, y profesor auxiliar de esa especialidad, destacó en uno de sus análisis que el fenómeno está dado por varios factores. “Cuando los varones sobrepasan los 50 años se encuentran a menudo en la cumbre de sus vidas con buen estado de salud aparente. Sin embargo, comienza un incremento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, sexológicas y endocrinológicas, a tal punto que el 52 % de ellos entre los 40 y 70 años padecen de algún grado de disfunción eréctil, por lo que la depresión psicológica está presente en un porcentaje muy alto”.
De acuerdo con la revista cubana de Endocrinología, a diferencia de la menopausia, la andropausia es un proceso de comienzo insidioso de lenta progresión. Los hombres experimentan una gradual declinación de los niveles de testosterona, cuyo inicio exacto es muy difícil de determinar.
Por el contrario, la menopausia está asociada con una brusca disminución en los niveles de estrógeno y progesterona, lo que provoca una supresión de la menstruación y un compromiso de la fertilidad, la cual –a diferencia del hombre– puede persistir hasta edades muy avanzadas.
No es tan conocida como la menopausia; su término ha dejado deemplearse para ser sustituido por síndrome de déficit de testosterona, en cuyo diagnóstico han de presentarse tanto indicios clínicos producidos por el descenso de la hormona como una reducción en 5 los niveles de esta en los exámenes médicos.
Algunos factores que pueden contribuir a acelerar este padecimiento son: el estrés, consumir bebidas alcohólicas, cirugías, me- dicamentos, la obesidad y las infecciones, pero sobre todo, la edad, por lo que se recomienda llevar un estilo de vida saludable, con alimentación sana y activación física frecuente.
Los endocrinos advierten que dentro de unos años la población envejecida necesitará de programas dirigidos a enfrentar este y otros padecimientos que no impacten de manera negativa con la calidad de vida y la salud mental de la persona de la tercera edad.
Los cambios más comunes
Según el galeno Ulises Silveira los síntomas y signos clínicos no son tan evidentes. Unido a la declinación de los niveles de testosterona aumentan los de globulinas transportadoras de andrógenos, las cuales limitan la cantidad y eficiencia de la testosterona a medida que el ser masculino envejece. A ello se une el descenso de los niveles de hormona del crecimiento y otras relacionadas con la edad que contribuyen al aumento de la grasa abdominal y a la reducción del tono muscular a partir de la mediana edad.
A través de los exámenes médicos se pueden comprobar la pérdida de la energía y la motivación, con disminución, además, de la actividad intelectual, la memoria y la orientación espacial. “Es común la fatiga, depresión, cambios emocionales, irritabilidad y debilidad muscular”, explicó.
También aparecen una disminución del deseo sexual y dificultad en lograr y mantener una erección eficiente, reducción de las erecciones nocturnas, disminución de la satisfacción sexual, del volumen y fuerza del eyaculado, así como del vello corporal y alteraciones en la piel.
Aunque el especialista advierte que “la presencia de fallo eréctil es un síntoma importante par a pensar en un cuadro de andropausia, ello no quiere decir que esa disfunción se produzca necesariamente como consecuencia de este trastorno”. Lo más aconsejable es visitar un terapeuta que ayude al hombre a rebasar la crisis, además de buscar en la pareja el apoyo para que este período de la vida resulte tan placentero como otros.
Los estudios de casos revelan que puede mejorarse el rendimiento sexual, e incluso recuperar el bienestar físico a partir de un enfoque multidisciplinario, que incluya rectificación de los niveles hormonales, tratamiento psicológico o psicofarmacológico —si el paciente lo requiere—, y compensación de los trastornos físicos detectados, así como de la propia aceptación y el reconocimiento de que el placer no descansa solo en la genitalidad.