Por Alina Martínez Triay y Felipa Suárez Ramos
Este 3 de enero se cumplieron 55 años de que el presidente estadounidense Dwight Eisenhower, días antes de traspasar el poder a John F. Kennedy, rompiera las relaciones diplomáticas con Cuba. Sin tomar en cuenta que ya en aquellos momentos estaban en marcha los planes de agresión contra nuestro país, declaró desvergonzadamente en un comunicado que la ruptura era tan solo la última acción de una larga serie de hostigamientos, acusaciones infundadas y difamaciones nada menos que por parte del Gobierno cubano.
Sobre las verdaderas razones que motivaron al Gobierno de Estados Unidos a dar este paso y las circunstancias que hicieron posible, más de medio siglo después, el restablecimiento de los vínculos diplomáticos entre ambos países, dialogamos con el Doctor en Ciencias Económicas Luis René Fernández Tabío, investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (Cehseu) de la Universidad de La Habana.
Algunos analistas pretenden vincular el inicio del conflicto entre Estados Unidos y Cuba con el triunfo revolucionario, ¿qué puede decirnos al respecto?
Esa es una visión esquemática, equivocada, simplista. No comienza en esos momentos, ni cuando se promulga la Ley de Reforma Agraria ni cuando se declara el carácter socialista de la Revolución.
El origen del conflicto se relaciona con la propia conformación de Estados Unidos como nación, pues sus padres fundadores concibieron a Cuba como una prolongación de su territorio. Así lo consideró Thomas Jefferson, quien expresó que la mejor adquisición para la Unión era la Mayor de las Antillas. Por su posición geográfica estratégica debía pertenecerles, y si ello no se conseguía el país del norte estaría en riesgo. Y finalmente este consiguió establecer aquí su dominio neocolonial.
¿En qué circunstancias se produce el rompimiento de las relaciones diplomáticas?
Desde los primeros momentos los dirigentes de la Revolución pusieron muy en claro a los representantes de la embajada estadounidense que había comenzado otra fase para Cuba, que su Gobierno tenía que ser tratado con respeto y no se podía seguir manteniendo la condición de sometimiento y de injerencia que padeciera nuestro país durante más de medio siglo.
Cuba le dijo igualmente al Gobierno de Estados Unidos que redujera el número de diplomáticos en la embajada, claro, una manera de expresarles: “Dejen de hacer lo que están haciendo”, y ante esa exigencia, la respuesta de la administración de Eisenhower fue el rompimiento, porque Washington no estaba acostumbrado a que un líder, en este caso cubano, con una posición radical, expusiera que los vínculos con su nación tenían que basarse en las normas internacionales y no en su acostumbrada intromisión.
Otro de los incidentes que tuvo que ver con dicha decisión fue que el Gobierno cubano indicó que la Misión Militar de Estados Unidos tenía que marcharse.
La burguesía cubana, los terratenientes, todos esos elementos de la primera oleada migratoria, se fueron masivamente, porque en el imaginario de gente como ellos estaba la idea de que “los americanos” —así en esos términos que molestan porque americanos somos todos— no iban a permitir lo que seguía ocurriendo, porque hasta entonces, en última instancia, era Estados Unidos el que decidía aquí y no se podían afectar sus intereses ni sus propiedades. Pero andaba en marcha un programa revolucionario con sus objetivos de justicia social que empezaron a cumplirse, y ello simbolizaba una ruptura con el sistema de dominación del pasado.
Vino entonces ese período tan intenso de agudización de la confrontación, en que Estados Unidos tomó contra Cuba medidas demoledoras para sacar del gobierno a las figuras revolucionarias radicales que tenían muy claro que no podíamos seguir siendo su patio trasero.
Y en tal coyuntura desempeñó un papel extraordinario Fidel Castro Ruz, con una visión increíble, una gran agilidad, una estrategia y una táctica que para todo tenía una respuesta.
Ya en un informe escrito en 1959 sobre la visita que hizo Fidel a Estados Unidos, el entonces vicepresidente Richard Nixon había señalado: “Ese hombre está loco o es un comunista”. También consideró que iba a ser una personalidad de trascendencia enorme en toda América Latina. Ello significa que sintió el peligro de cerca cuando conversó con el líder de la Revolución cubana.
En realidad lo que determinó la ruptura de los vínculos diplomáticos de Estados Unidos con Cuba fue que el Gobierno de ese país no estaba en condiciones de aceptar el nuevo estado de las relaciones, una revolución radical a 90 millas de sus costas. Y es que la política de la Revolución cubana ha sido siempre de principios, de valores, de que a nuestra nación hay que tratarla como igual, respetar su soberanía, lo cual nos viene de la formación en el siglo XIX, de nuestra identidad, de las luchas por la independencia y del ideario de José Martí.
Este, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, conocía perfectamente y a profundidad las intenciones de Estados Unidos hacia Cuba, y sabía que frenarlas era una tarea sumamente difícil. Había que ser independiente de España y también de Estados Unidos, objetivo fundamental no solucionado luego de 30 años de lucha contra el dominio colonial hispano.
¿Cuáles factores considera usted que propiciaron el restablecimiento de las relaciones entre ambos países?
La política se forma a partir de las expectativas, y las que se formaban ya acerca de Cuba eran de que a la Revolución no podían ponerla de rodillas, ni revertirla a partir de las medidas puestas en práctica contra ella hasta ese momento.
Como reconoció el propio presidente Obama, la política de su país hacia la Mayor de las Antillas no daba los frutos esperados, y si no se realizaban cambios, ajustes o modificaciones, no se iban a materializar sus intereses. Hay numerosos trabajos de estudiosos y agentes de inteligencia que llamaron la atención sobre eso.
Por otra parte, se comienza a apreciar que, a pesar del bloqueo, el financiamiento de la subversión, el acoso financiero internacional y otras presiones, nuestro país se transformaba y perfeccionaba su sistema económico.
El otro factor fue la situación crítica que se le creó a Obama a partir de los cambios ocurridos en América Latina. Históricamente se había aplicado el esquema de total aislamiento de Cuba, su expulsión de la OEA. Esto tuvo que ser modificado. Además, cuando el Presidente asistió a la Cumbre de las Américas en el 2009, en Trinidad y Tobago, encontró que los nuevos gobiernos de la región reclamaban con fuerza la presencia de Cuba, el respeto a su sistema y a su Gobierno. Esa exigencia se reiteró en la Cumbre de Cartagena de Indias, hasta que Cuba asistió a la de Panamá, efectuada en el 2015.
El 17 de diciembre del 2014, por primera vez, Estados Unidos reconoció la legitimidad del Gobierno cubano para negociar todos los temas sobre la base de la igualdad y el respeto, como había planteado el General de Ejército Raúl Castro Ruz. Eso fue lo que el inquilino de la Casa Blanca y sus sucesores no quisieron aceptar hace 55 años, cuando decidieron recurrir a medidas de fuerza, incluida la invasión.