Fue una noche muy especial. Fidel convocó para el 31 de diciembre de 1960 a 10 mil maestros para esperar el nuevo año, junto la dirección revolucionaria y cientos de representantes de países amigos.
El escenario escogido para el multitudinario festejo no podía ser más simbólico: el antiguo cuartel de Columbia, principal enclave del régimen recientemente derrocado, el “Pentágono de la tiranía” como lo calificó aquella noche el Comandante en Jefe, transformado por la Revolución en Ciudad Escolar Libertad.
Era uno entre tantos cuarteles convertidos en escuelas, cada una de las cuales significaba, subrayó Fidel, opresión convertida en educación, fuerza convertida en persuasión y razón, lápices donde había bayonetas, libros donde había tratados militares…
Esa noche les habló a los allí reunidos de los planes para llevar la luz de la enseñanza a todos los rincones de la geografía nacional, por donde se repartiría un ejército de educadores, en su inmensa mayoría jóvenes, muchos de ellos adolescentes que emprenderían una batalla memorable, lejos de sus hogares y en lugares apartados, hasta culminarla, en apenas un año, con la declaración d Cuba como Territorio Libre de Analfabetismo.
Pero aquella medianoche todo eso estaba en futuro. El líder quiso pasarla junto a los futuros héroes de esa hermosa batalla de la paz que tanto influiría en el porvenir de la nación, sin embargo tuvo que alertar de peligros de guerra, provenientes del poderoso vecino del Norte y hablar de la masiva movilización para defender al país en la peligrosa coyuntura del traspaso del poder presidencial de Eisenhower a Kennedy en que se cernía sobre la patria la amenaza de agresión.
Los que permanecerían alertasen las trincheras serían reemplazados por hombres y mujeres que iban a ocupar sus puestos para no permitir que el enemigo nos hiciera abandonar ninguna tarea de la producción o los servicios.
“Este pueblo, que ha trazado su destino y lo llevará adelante, no se inmuta, ni se asusta, ni siquiera renuncia a su alegría, y ríe; ni siquiera abandona su tradicional emoción, más grande, por cuanto el nuevo año es también un nuevo año de la Revolución.” Afirmó en aquella singular celebración del 31 de diciembre, que abriría las puertas al Año de la Educación.
Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …