Con vistas a provocar la derrota definitiva de la tiranía batistiana, el Comandante en Jefe del Ejército Rebelde, Fidel Castro Ruz, determinó tomar la provincia oriental por partes, de modo que Santiago de Cuba, su capital, quedara aislada y lista para el asalto final.
En correspondencia con esa estrategia, el 16 de diciembre de 1958 fuerzas combinadas de las columnas 19 José Tey y 17 Abel Santamaría, del Segundo Frente Oriental Frank País, iniciaron el ataque a Sagua de Tánamo, luego de un prolongado sitio de más de 45 días durante los cuales la tropa allí acantonada se fortificó en 13 posiciones, que fueron atacadas por los rebeldes poco antes de la medianoche de ese día.
Así comenzó la Operación Sagua-Cayo Mambí, pues simultáneamente fue sitiado el cuartel de esa última localidad, distante unos 11 kilómetros, para impedir el paso de refuerzos hacia el principal objetivo a rendir.
Con la ejecución de esa operación, una de las más importantes libradas por las fuerzas del Segundo Frente Oriental Frank País durante la ofensiva final, se perseguía liberar aquel vasto e importante territorio y ocupar armamento y municiones a los efectivos gubernamentales. Con estos sería fortalecida la columna 19, muchos de cuyos combatientes estaban mal armados, para ponerla en condiciones de avanzar sobre otros pueblos y ciudades.
Desencadenado el combate, los efectivos que defendían la valla, la planta eléctrica, la descascaradora y Cuatro Vientos no tardaron en rendirse, y sus restantes posiciones quedaron divididas: las garitas en una parte, y en la otra, el ayuntamiento, El Mirador, la clínica y la jefatura de la policía. En la iglesia, al centro del pueblo, fue instalada la jefatura rebelde, encabezada por los coman- dantes Belarmino Castilla Mas y Antonio E. Lussón Batlle, jefes respectivos de las columnas 19 y 17.
Iniciadas negociaciones con los soldados de las garitas para su rendición, estos pidieron una tregua hasta las seis de la tarde del día 20, la cual trataron de aprovechar para escapar. Los rebeldes, percatados de la estratagema, los persiguieron y capturaron a 34; seis lograron su objetivo.
Lucha contra los refuerzos
El mando castrense procuró inútilmente auxiliar a la guarnición de Sagua de Tánamo. El primer refuerzo salió de Cayo Mambí a las ocho de la mañana del día 21, pero fue parado en Mícara, donde ofreció tenaz resistencia para finalmente retroceder al punto de partida tras sufrir varias bajas. Le fueron ocupados un Garand y parque. En esa fecha, las fuerzas que sitiaban Cayo Mambí se vieron obligadas a retirarse debido a la llegada de una fragata con refuerzo.
Entretanto, en el escenario principal de las acciones combativas el enemigo se vio obligado a abandonar una tras otra sus posiciones hasta quedar reducido al ayuntamiento.
El segundo refuerzo, enviado el 22 también desde Cayo Mambí, trató de burlar las emboscadas rebeldes y tomó por otra vía, pero estos lo esperaban en Los Marañones donde, no obstante su empecinamiento, fue rechazado y obligado a retirarse hacia el lugar de pro- cedencia. Al día siguiente, otro desembarco de refuerzos se produjo por la zona de Mejías, pero no hubo un nuevo intento de socorrer a las tropas en Sagua de Tánamo.
El 24, luego de cruentos combates extendidos por casi ocho días con sus noches, en los cuales los indiscriminados bombardeos y ametrallamientos de la aviación del régimen se sucedieron a diario y ocasionaron una gran destrucción en la ciudad, la jefatura de esa plaza decidió sostener conversaciones con el mando rebelde dirigidas a su rendición. Esa noche Sagua de Tánamo quedó definitivamente liberada.
La Operación SaguaCayo Mambí, en la que la Fuerza Aérea Rebelde cumplió una de sus pocas misiones durante la guerra, culminó con una importante victoria. A esta contribuyó el decidido apoyo de la población, tanto durante el prolongado sitio como en el ataque, mediante la organización de puestos sanitarios, el traslado de heridos y la búsqueda de medicamentos, entre otras innumerables actividades que comprendieron también el suministro de alimentos y de información.
Una vez alcanzados los objetivos de la operación, el comandante Lussón partió con su tropa en pos de nuevas misiones, mientras el comandante Castilla procedía a reorganizar sus fuerzas para lanzarse sobre Mayarí.