Parece que fue ayer, cuando la noticia se corrió como pólvora encendida. El hecho había sido tan soñado por un pueblo entero que parecía increíble. Era el 17 de diciembre del año 2014 y el Presidente Raúl Castro daba la “buena nueva”. Entonces no cabían las dudas: ¡Antonio, Ramón y Gerardo estaban de vuelta en casa!
Se trataba de los patriotas cubanos, hijos legítimos de una Nación que ellos defendieron a costa de sus propias vidas. Colocaron la dignidad por encima de prebendas y no hubo dinero que comprara sus ideales.
Tras largos años de encierro en cárceles norteamericanas por luchar contra un terrorismo que muchas veces puso en peligro la tranquilidad de nuestro pueblo, ese día los Cinco se fundieron en un gran abrazo, como un símbolo de que alcanzar la justicia puede ser más que un sueño.
Compartir el regreso de los Cinco fue, sin duda, un privilegio. Las historias de sus vidas entrelazadas con las de sus familias se convirtieron en patrimonio no solo de los cubanos, sino de muchas personas de buena voluntad en el mundo.
Como reconociera el propio 17 de diciembre el Presidente Raúl en defensa de esa causa se movilizaron “cientos de comités y grupos de solidaridad, los gobiernos, parlamentos, organizaciones, instituciones y personalidades que durante estos 16 años reclamaron e hicieron denodados esfuerzos por su liberación”.
Fue un reclamo unánime que traspasó idiomas y fronteras, creencias y posiciones políticas. El injusto encierro conmovió a escritores y a poetas, a legisladores y a juristas, a diplomáticos y a gente sencilla, quienes nunca entendieron el porqué de tanto ensañamiento.
En Cuba, el hecho fue conmovedor. No se hablaba de otra cosa. Sorprendió a los parlamentarios cubanos reunidos en comisiones de trabajo; a los obreros que escucharon emocionados la alocución del Presidente cubano en horas del mediodía, y los estudiantes salieron a las calles para celebrar, como diría Israel Rojas, integrante del popular dúo Buena Fe, “un día histórico”.
Las palabras proféticas de Fidel, cuando en el año 2001 dijo “Volverán”, retumbaron una y otra vez.
Después llegó la oportunidad de coronar en sus pechos el título de Héroes de la República de Cuba, otorgado por el Parlamento cubano desde hacía años. Reconocimiento merecido, ganado desde el silencio más profundo de las celdas, en las propias entrañas del monstruo, como alguna vez dijo Martí.
Y ese día simbólico también para la Patria —24 de febrero, en el aniversario 120 del reinicio de la Guerra de Independencia— Gerardo Hernández, en nombre de los Cinco, ratificó que “hay y habrá muchas maneras de defender a Cuba. Y Cuba necesitará siempre de hijos leales que velen por ella. Es por eso, que nos alienta saber que en el seno de este pueblo revolucionario hay muchos cinco dispuestos a sacrificarlo todo por su Patria”.