Hablar de producción porcina: difícil responsabilidad cuando los astronómicos precios de la carne de cerdo en el mercado nacional la alejan excesivamente del bolsillo de los cubanos, y la ausencia o menor accesibilidad de otras impiden un balance a la hora de servir la mesa.
Popularmente pudiera decirse que está cubierta la demanda; se vende por doquier a más o menos el mismo valor, está en todos los mercados, pero… ¿hay suficientes animales como para reducir el precio y mantener la oferta? Cada lector sabe que la respuesta es negativa, aunque tenga que seguir barajando su salario para garantizar la comida de cada día.
Sin embargo, la insuficiente producción de otros renglones, el desabastecimiento y poca variedad de alimentos, incluso los precios inaccesibles que tienen, por ejemplo la carne de res o el pescado, no pueden opacar los resultados de los porcicultores, que en la última década casi han triplicado la entrega de carne de cerdo en pie a los destinos establecidos, esencialmente a la industria.
Misión no imposible
Ante la inminente necesidad de sustituir importaciones y elevar la producción de alimentos para el pueblo, en el año 2005 el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, creó los programas priorizados de la agricultura; entre ellos el porcino, del cual dijera, el primero de mayo del 2006:
“El país se propuso un plan para incrementar la carne de cerdo… hasta 100 mil toneladas este año. Aparte de la necesidad de incrementar los alimentos, están los riesgos de epidemias como la de la gripe aviar, que podrían darles un fuerte golpe a otras producciones como las de huevos y de carne…”
Ese mismo día, Fidel anunció que la cifra proyectada para el calendario siguiente serían 140 mil toneladas, el doble de lo alcanzado en el 2005, a lo que los productores respondieron con 7 mil 823 toneladas más que lo planteado. Y desde entonces, vaticinó que el programa exigía un ritmo más alto.
A partir de ese momento se entregaron financiamientos y recursos que permitieron recuperar muchas de las unidades que estaban paralizadas, hacer otras nuevas, adquirir tecnologías y equipos en España y China, capacitar a directivos y productores, y comprar en Canadá animales de razas más productivas, que constituyen la base genética para el mejoramiento y la multiplicación de las crías en los centros integrales.
A punto de triplicar la producción
“Fue una etapa de trabajo intenso, renovador, que requería el dinamismo de muchas personas en torno a la materialización de un proyecto planteado por Fidel para dar un salto de la producción de carne de cerdo a corto plazo”, comentó Carlos Ortiz Mursulí, el médico veterinario que desde el centro del país se convirtió en extensionista del programa y hoy es vicedirector del Grupo Empresarial Ganadero, del Ministerio de la Agricultura.
“Teníamos los antecedentes de los centros integrales porcinos y de los incipientes convenios, casi todos de reproductoras, pero al ampliar las modalidades de estos últimos y aumentar la cantidad de productores, también se necesitaba enseñarlos, dotarlos de técnicas y de animales mejorados para el propósito de obtener carne”.
De la época de bonanza en el país, Carlos recuerda que el récord de producción de carne de cerdo databa de 1989, cuando se obtuvieron 102 mil 403 toneladas; “la aspiración es duplicar esa cifra, con un crecimiento sostenido cada año; en el presente llegaremos a 175 mil toneladas y la cifra para el próximo aumenta en 10 mil”.
Eficiencia y calidad
El sinfín de cifras que “maneja” el doctor Ortiz Mursulí es imposible de abarcarlo en un reportaje, mas demuestran la eficiencia que logran los porcicultores. En esta década solo incumplieron el plan en los años 2006 y 2010; han entregado 33 mil 511 toneladas más que lo previsto; el peso promedio de los animales creció de 87 a 95 kilogramos, y el número de crías por parto de 9,1 a 10,1.
Al principio del programa no se entregaba carne de cerdo para la generación de divisas, y en el presente la cifra anda por las 46 mil toneladas, mientras que de la producción total 148 mil toneladas se logran con los convenios porcinos.
Se diseñó una estrategia para que los centros estatales (conocidos como multiplicadores) obtuvieran las crías con elevada calidad genética y que a diferentes edades se suministran a los productores para la ceba. El Estado garantiza hasta el 70 % de los alimentos para los animales y el resto se cosecha en las propias fincas; una proporción que ha crecido a favor de la segunda opción.
Movimiento de las 100 toneladas
Había 47 unidades, provincias con un centro como Camagüey, no había direcciones municipales porcinas, en este momento hay 132 unidades y una dirección en cada municipio que atiende una red de productores en 350 cooperativas en un movimiento para producir 100 toneladas o más de carne.
Placetas sigue siendo el territorio de mayor producción con 6 mil 350 toneladas y dos provincias llegan a más de 20 mil toneladas: Villa Clara y Santiago de Cuba; este año todas cumplen el plan excepto Mayabeque.
En la recién finalizada Feria Porcina Nacional, que reunió en Rancho Boyeros a directivos, especialistas y a los mejores productores, Marlenys Acosta, extensionista en Manicaragua, reconoció los avances tecnológicos para la crianza porcina que hay en la base y el alto nivel alcanzado en Villa Clara, donde todos los municipios obtuvieron la condición de excelencia.
Johnny Castelló Sales, un campesino de Puerto Padre, en Las Tunas, que en el año 2000 comenzó con cerdos criollos y fue haciendo corrales para aumentar la crianza, habló de la rentabilidad que se logra con esta producción, que significa entre 600 y 700 pesos de ganancia por cada animal que vende a la empresa porcina.
Como muchos de estos porcicultores, él y otros trabajadores de su finca cultivan maíz, soya y yuca, que combinados con el pienso le dan una ganancia de peso adecuada a cada animal. “Trabajar intensamente es mi único secreto; hago dos convenios al año de mil y mil 200 cerdos cada uno, y siempre cumplo el plan de entrega”.
Las cuentas de Carlos Luis Cabrera Carrazana, de Bayamo, en la provincia de Granma, van mucho más allá: de la producción de su finca, en la cual laboran 12 personas, que tienen salarios superiores a los mil pesos, viven alrededor de 45. Este año entregamos 172 toneladas de carne y en el quinquenio 2015-2019 vamos a acumular mil 175 toneladas.
Él sabe que tiene que invertir para hacer sostenible la producción y minimizar el impacto contaminante de los residuales de su gran masa porcina: “Estamos preparando mejores condiciones de crianza y montamos un biodigestor que procesa las excretas”. Con los cultivos de la finca logran más del 45 % de los alimentos para los animales, además de que compran más de mil toneladas de sacharomises y torula en un ingenio cercano.
En Pinar del Río, Manuel Leal Echevarría, especialista principal de la empresa porcina, informó que se adoptan medidas similares para minimizar la contaminación ambiental, a la vez que exigen el uso de los medios sanitarios y de protección para garantizar la salud y seguridad de los trabajadores.
El programa porcino busca mayores producciones, cuidando el medio ambiente y a sus colectivos obreros. Un diapasón a seguir por el resto de sus similares del Ministerio de la Agricultura.