Nacido el 14 de diciembre de 1911, en la finca La Palma, en el central poblado de Encrucijada, en la otrora provincia de Las Villas, con solo cuarto grado de escolaridad Jesús Menéndez Larrondo abandonó la escuela para buscar en las labores agrícolas la forma de contribuir a paliar la crítica situación económica familiar.
A los 17 años de edad comenzó a trabajar como purgador en el central Constancia (actual Abel Santamaría), donde organizó y dirigió la sección sindical,y por ella asistió a la conferencia clandestina que en diciembre de 1932 dio vida al Sindicato Nacional de Obreros de la Industria Azucarera (SNOIA), más tarde devenido Federación Nacional de Trabajadores Azucareros (FNTA).
Fueron esos sus primeros pasos en el movimiento sindical; más tarde ocupó la secretaría general de la Federación Regional Obrera de Encrucijada y del Sindicato Azucarero de esa zona, los cuales representó en el IV Congreso de Unidad Sindical convocado por la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC), en 1934.
Acompañó a Lázaro Peña en la reconstrucción del movimiento sindical, desarticulado como consecuencia de la huelga general de 1935. Su participación fue esencial en la fundación de la Federación de Trabajadores de la provincia de Las Villas, en 1938, y en la constitución, en enero del siguiente año, de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC).
Como líder de la FNTA condujo a los trabajadores azucareros en la conquista de importantes demandas, entre ellas el pago del diferencial.
En la punta de la mocha
En cierta ocasión, Luis Martell Rosa, un “humilde guajirito” como se reconoce a sí mismo, explicó a esta autora que la batalla por el diferencial azucarero comenzó en 1945, y en ella Jesús contó con el decisivo asesoramiento del economista Jacinto Torras.
Martell, quien nacido en 1934, trabajó en una de las colonias cañeras del central Gómez Mena, en la actualidad Héctor Molina, y señaló a quien escribe que el dinero obtenido por el referido concepto no resolvía la miseria en que vivían, pero representaba un alivio.
«Era la diferencia entre los 3,675 centavos la libra en que la totalidad de nuestra azúcar era vendida a Estados Unidos, y su precio en el mercado mundial, donde, no obstante la férrea oposición de los negociadores yanquis, en 1945 el Gobierno de Ramón Grau San Martín vendió 250 mil arrobas a siete centavos la libra. El propio presidente propuso, y los trabajadores aceptamos, que el dinero obtenido fuera empleado en la adquisición de alimentos y la construcción de escuelas y caminos, pero en su mayor parte siguió otros derroteros”.
Demostrada la afectación a la economía nacional por la venta de su principal renglón económico a un precio fijo, con el consiguiente beneficio para Estados Unidos que la revendía al precio vigente en el mundo. el Gobierno creó una comisión para negociar las zafras de 1946 y 1947 «Menéndez logró que en ella participara la FNTA, lo que resultó decisivo para la inclusión de una Cláusula de Garantía, según la cual el precio de venta del azúcar cubano aumentaría en la misma proporción en que lo hicieran los productos alimenticios y otros artículos adquiridos por Cuba en Estados Unidos; así como que el monto de ese diferencial fuera calculado cada tres meses.
Precisó que, por esa vía, en 1946 la economía nacional recibió 37 millones de pesos, de los cuales 29 fueron distribuidos entre los trabajadores azucareros de todo el país, a razón de un 13,89% de aumento sobre los sueldos y salarios devengados. Pero presionado por Estados Unidos, en agosto de 1947 Grau renunció a la Cláusula de Garantía, a lo que se sumaron la reducción de la cuota azucarera cubana por ese país, y de los salarios de los trabajadores, por los hacendados y colonos ricos.
Ante el pretendido despojo, durante la Plenaria Nacional Azucarera, celebrada en La Habana en diciembre de 1947, Menéndez instó a los trabajadores azucareros a defender esa conquista bajo la consigna “El diferencial en la punta de la mocha primero y la zafra después”, y a ello se dedicó en cuerpo y alma, hasta que el 22 de enero de 1948 cayó asesinado en la estación de ferrocarril de Manzanillo.
«A partir de entonces —apuntó Martell—, el diferencial pasó a engrosar las cuentas de los patronos y gobernantes de turno. No se nos volvió a pagar hasta diciembre de 1955, cuando una potente huelga nacional obligó a Batista y a las direcciones mujalistas de la CTC y la FNTA, a ceder ante ese firme reclamo contenido entre otras demandas de los azucareros».
Acerca del autor
Graduada de Licenciatura en Periodismo, en 1972.
Trabajó en el Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en el desaparecido periódico Bastión, y como editora en la Casa Editorial Verde Olivo, ambos también de las FAR. Actualmente se desempeña como reportera en el periódico Trabajadores.
Ha publicado varios libros en calidad de autora y otros como coautora.
Especializada en temas de la historia de Cuba y del movimiento sindical cubano.
Líderes como Jeús Menendez no se podrán olvidar jamás, su lucha por el bienestar de los trabajadores, su humildad y abnegación, él será siempre recordado, nuestro general de las cañas, al igual que el zar rojo. Aracelio Iglesias.