Hay quienes afirman que en el municipio cienfueguero de Rodas, con más de 33 mil 500 habitantes, no hay mosquitos. Eso no es cierto, desde luego, pero la aseveración está basada en el control estricto que mantienen allí del Aedes aegypti y, por tanto, de la transmisión del dengue.
Mucha responsabilidad en ese resultado tiene el licenciado Eduardo Damián Ocampo Hermida, jefe de la unidad municipal de vigilancia y lucha antivectorial. Él, más que el responsable principal de un colectivo formado por 84 trabajadores, es el líder al que todos respetan, aprecian y siguen.
“Aquí el mosquito está controlado totalmente. Laboramos las horas que sean necesarias y siempre sobre la base de las regulaciones establecidas en cuanto a ciclos de inspección, fumigación…, pero las causas fundamentales son la unidad del grupo y la estabilidad del personal”, señaló.
“Todos tienen un alto sentimiento de pertenencia. Eso sí, les atendemos cualquier problema, incluyendo los personales. Y nos comunicamos diariamente con ellos. Eso es muy importante”, agregó.
Eduardo Damián comenzó en la campaña contra el mosquito en 1981 y es el jefe de la unidad desde 1991. Por sus conocimientos y experiencia cumplió misiones internacionalistas, en la misma labor, en Bolivia (2005) y Guatemala (2006). También ha dirigido equipos de trabajo en La Habana, Villa Clara y otras provincias del país, y en los municipios de Cienfuegos y Cruces, los más afectados en su provincia de residencia. En el momento que realzamos esta entrevista, cinco trabajadores de la unidad de lucha antivectorial de Rodas partían hacia Las Tunas ante un llamado para afrontar la proliferación de focos de Aedes aegypti.
“Acá tenemos dos áreas de salud, una en Cartagena y otra en la localidad cabecera, las de mayor cantidad de pobladores. En este año no se ha presentado ni un solo caso de dengue. A lo que le he señalado hay que sumarle el sentido de responsabilidad, la exigencia que mantenemos diariamente, el análisis oportuno y sin demora de cualquier situación y el énfasis que hacemos en la vigilancia.
“Por ejemplo, las larvitrampas hay que revisarlas cada siete días. Nosotros no permitimos que se pasen de ese tiempo, aunque sea un fin de semana. Con cualquier descuido en ese sentido se corre el riesgo de que crezcan las larvas y salgan volando los mosquitos. Todos los días, en cada consultorio se encuentran el médico, la enfermera y el operario de la campaña y activan la vigilancia”, explicó.
En el municipio de Rodas, la máxima es “picar” al mosquito antes de que él pique a una persona y le contagie el dengue u otra enfermedad. Los resultados evidencian que mantener en cero la transmisión y eliminar a tiempo un foco es una labor difícil, pero no imposible. La preservación de la salud merece el mayor de los esfuerzos.