El sociólogo, comunicólogo y Doctor en Derecho Armand Mattelart afirmó en La Habana que las actuales tecnologías de la información y la comunicación generan nuevas formas de emancipación, pero a la vez imponen otras maneras de dominación.
Con esta idea abrió su conferencia magistral titulada “Por una crítica de los sociosistemas técnicos de control en la era digital”, dictada en la jornada inaugural del VIII Encuentro Internacional de Investigadores y Estudiosos de la Información y la Comunicación (ICOM 2015), que se celebra hasta el viernes próximo en el Palacio de Convenciones de la capital.
El académico de origen belga aseguró que la vigilancia de masas es un fenómeno que ha cobrado interés en los marcos del análisis de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC), y de la globalización neoliberal.
A esa vigilancia, afirmó, se ha llegado progresivamente gracias a las tecnologías existentes, al perfeccionamiento de técnicas y doctrinas que no pueden desligarse de las políticas represivas del siglo XX, aquellas que devastaron órdenes democráticos y han terminado por fomentar el terrorismo internacional.
“Si en el pasado la política creó un individuo conforme, dócil, útil, dado al confinamiento en escuelas, fábricas, orfanatos, prisiones, mediante una especie de amaestramiento del cuerpo y el alma; en la era digital se le descarga información, una parte importante de su pensamiento, sin que casi se percate. La apropiación de información personal es indetenible y desterritorializada”, comentó el profesor en alusión a los entresijos de la internet y la vida en red que se acentúa en la contemporaneidad.
Mediante las NTIC se rastrean, guardan, analizan y entrelazan datos para seguir los pasos de los individuos y predecir sus acciones y pensamientos, siempre con el fin de evaluar riesgos potenciales. “Esas operaciones reducen a los seres humanos a perfiles mediante procesos de informatización”, sentenció Mattelart.
Luego añadió: “Los perfiles personales han desbordado el campo de las instituciones gubernamentales hacia el área de la política, la medicina, la educación y los servicios en general. Pocos sectores escapan del procedimiento digital. Y quien no está fichado sale de la normalidad”.
Entonces Mattelart alertó sobre el hecho de que se han constituido empresas sobre datos personales, gracias a las redes sociales y otras herramientas. “La invisibilidad de esta acción eleva su eficacia. La captación de datos genera servicios en el mundo del mercado. Los datos son facilitados gratuitamente y crean valor para las empresas. El comercio de datos personales se da de modo desregulado”, explicó.
A su juicio está emergiendo un nuevo modo de gobernar fundado en la trazabilidad, en los grandes niveles de datos públicos y privados. “Los análisis estadísticos permiten descubrir las relaciones entre datos y predicciones. Los objetivos son varios: terrorismo, epidemias, gestión administrativa, robos fiscales, entre otros”, sostuvo.
De ahí que entre las denuncias fundamentales de Armand aparezcan las siguientes: “El tratamiento de los datos masivos puede engendrar errores masivos de consecuencias catastróficas. Sucede que la transparencia opera en un solo sentido: mientras los ciudadanos cuantificados aparecen transparentes, los poderes se antojan opacos”.
Y por otra parte: “Cada vez más se socava la privacidad y el derecho a tomar distancia de las lógicas del determinismo técnico para ejercer el papel crítico ciudadano. Frente a la informatización de la sociedad, la protección de la vida privada siempre va detrás. Las leyes comulgadas en este sentido son usualmente esquivadas por nuevas tecnologías y métodos”.
De todas formas, el profesor Mattelart defiende el valor simbólico de las leyes sobre la privacidad, pues formalizan derechos, pero aclaró que las regulaciones jurídicas deben intervenir “desde donde los automatismos son conceptualizados y concebidos”.
Sobre el papel del estado ante esta compleja cuestión, el estudioso recordó que “los intereses gubernamentales y empresariales suelen diferenciarse y ello es razón de constante lucha”. De ahí que cuando el estado se retira deja un vacío que es ocupado por el sector privado con claros objetivos a conseguir.
La meta pudiera ser —según dijo el distinguido visitante— construir la autodeterminación informacional de los individuos, a sabiendas de que las redes sociales han cambiado el panorama, que la norma social no es la misma, y que la privacidad en internet no existe.
El fragmento final de la conferencia de Mattelart estuvo dedicado a esclarecer como la denominada Guerra Contra el Terrorismo ha enfatizado la vigilancia de masas, extendiendo prácticas ilegales como las ejecuciones extrajudiciales, los bombardeos, etc.
A su juicio son tres los aspectos que definen el cambio en el modelo de la globalización neoliberal: la lucha contra el terrorismo consagra la anticipación y la caza de información por monitoreo y ficheros. Eso ha inspirado el reordenamiento de los servicios de inteligencia entre Estados Unidos y el espacio global.
Por otro lado, el gobierno estadounidense ha convertido la lucha por la seguridad nacional en un asunto universal, de manera que se viola el derecho territorial y se produce una intervención global para proteger intereses occidentales.
Finalmente, mientras se debilita el derecho internacional se oculta el verdadero objetivo de la vigilancia estratégica: la gobernanza de la economía mundial, conforme a la hegemonía occidental.
Para Mattelart está claro que “la lucha contra el terrorismo elevó el control de los flujos, los bienes, los mensajes, la comunicación”. Y también que los atentados del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York son un hito en la historia, pero la onda de choque alcanzó a los países europeos y han ido creciendo los gobiernos vigilantes. Luego, la paranoia se ha reforzado con las bombas estalladas en Madrid, Londres, más recientemente en París, y con la actuación del autoproclamado Estado Islámico.
Los últimos ejemplos de los dividendos que estos acontecimientos dejan a los poderosos se han notado tras los sucesos acaecidos en la capital francesa: la libertad de manifestación y marcha ha sido cancelada durante la cumbre sobre cambio climático; el parlamento europeo ha desbloqueado un proyecto de fichero mediante el cual se registrará a cada persona que entre y salga de la Unión. Y todo ello mientras se tambalea el sistema de información Schengen
Las conclusiones de Mattelart ratifican que “ha cambiado el frágil equilibrio democrático entre seguridad y privacidad, secreto y transparencia. Regresa una razón estadística para gobernar a las personas: lo que antes era ilegal ahora es legal, en nombre de la lucha contra el terrorismo”.