Por Frank Padrón
Aun cuando muchos realizadores privilegian en los últimos tiempos dramas existenciales y personales, no pocos de ellos han olvidado al trabajador de la ciudad y el campo, los pueblos originarios y en general los grupos sociales más desfavorecidos en nuestra región.
Esta edición del Festival habanero, ya corriendo en toda Cuba hasta el próximo día 13 de diciembre, que ofrece una amplísima paleta de tendencias estéticas, intereses y temas, también muestra fuera y dentro de concurso, ficciones y documentales en torno a estos sujetos.
Principalmente la no-ficción. El documental La hora del lobo (Argentina, Natalia Ferreyra) que aspira al coral en esa categoría, echa a andar cuando la policía de Córdoba abandona el servicio a raíz de una protesta salarial; el filme refleja el punto de vista de los estudiantes que son mayoría en ese barrio, quienes hacen todo lo posible por defender su espacio.
Dentro de la sección no concursante Latinoamérica en perspectiva, su acápite En sociedad, nos recomienda, también de ese país, La cáscara rota (Florencia Mujica) que sigue a los inmigrantes bolivianos Elsa y Oscar cuando en el 2008 se presentaron a un bufete para demandar a la empresa avícola Nuestra Huella la cual, como poco después se descubre, reclutaba bajo engaño a familias numerosas de Bolivia, Paraguay y el norte argentino para trabajar en la recolección de huevos durante jornadas que superaban las doce horas, en permanente contacto con pesticidas tóxicos. Abogados y trabajadores inician un proceso que pondrá en jaque a la empresa y a sus cómplices, lo que documenta con realismo y vehemencia el documental.
Cine de Centroamérica, otra sección del vasto panorama no competitivo, exhibe por ejemplo, Made in Honduras, una coproducción entre ese país y México que dirige Mateo Crossa: en una industria maquiladora las obreras encuentran cada vez más razones para levantar la voz por un trabajo y una vida dignos. El documental, que ofrece los testimonios de muchas de esas mujeres, no solo muestra la oscura realidad que gira en torno a estas fábricas, sino el camino más certero para transformarla.
Otra que aspira al lauro en la categoría documental es La buena vida, coproducción entre Colombia, Alemania y Suiza, y que lleva la firma de Jens Schanze. En 97 minutos expone el trabajo cotidiano de Jairo Fuentes, joven líder de la comunidad de Tamaquito, una aldea en la selva del norte de Colombia donde la naturaleza provee a sus habitantes de todo lo que necesitan para sobrevivir, pero el modo de vida de la comunidad wayúu está siendo destruido por la mina de carbón de El Cerrejón, cuyos funcionarios prometen a los pobladores las bendiciones del progreso, algo que nada significa para los wayúu sino que emprenden la lucha por salvar su vida en la selva lo cual pronto se convierte en una batalla por la supervivencia.
No solo de Latinoamérica se reflejan inquietudes obreras y campesinas; de España, por ejemplo, nos llega No estamos solos, de Pere Joan Ventura. Aquí el realizador trata de responder a la pregunta: ¿Por qué miles y miles de ciudadanos decidieron tomar las calles y plazas a lo largo y ancho de su país para expresar su indignación frente a los recortes, las privatizaciones, los desahucios y la corrupción política?, y la respuesta la intenta mediante imágenes y testimonios que visualizan la fuerza y la imaginación de los movimientos sociales para denunciar la degradación de la “democracia” en una etapa de rebelión espontánea y presencia notable de la sociedad civil, que marcará sin duda el futuro de la vida política en España.
Como sabemos, este es un fenómeno que abarca prácticamente toda Europa; es el contexto en que se mueve un filme donde intervienen Rusia, Ucrania y Polonia, y que hallamos dentro del Panorama Contemporáneo Internacional: Bajo nubes eléctricas, de Alexei Germán Jr. que se mueve dentro de la ficción apocalíptica, aunque mirando los acontecimientos mundiales.
Son algunos de los títulos con temas que incluyen tramas laborales dentro del maratón festivalero que sacude las salas y las calles de la capital y el resto del país.