Por Yimel Díaz Malmierca, Rodny Alcolea y Francisco Rodríguez Cruz
Quienes llegan por primera vez o regresan después de largo tiempo a la ciudad de Guantánamo van de sorpresa en sorpresa: ¿Este lugar es nuevo?, preguntan. No, lo remozaron hace cinco años, responden. ¡Pero esto sí! Tampoco, lo terminaron hace unos meses. Los recién inaugurados son el parque 24 de Febrero, el bodegón El León de Oriente, El Saltadero y el restaurante La Avellaneda…
“Está más bella que nunca”, resumió el general de brigada Arnaldo Tamayo Méndez, visitante habitual, Hijo Ilustre y diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular por la provincia más oriental del país.
Las obras concluidas a propósito de los festejos por los 145 años de que esta ciudad recibiera la condición de villa son parte de un amplio programa de desarrollo estratégico impulsado por el gobierno, que ha contado con el empuje de los trabajadores y el cuidado sistemático de la población.
En la cabecera municipal de Guantánamo, término que en lengua aborigen significa “tierra entre ríos”, habitan más de 200 mil personas. Muchas han sido beneficiadas hasta ahora por el Programa de Desarrollo Local, definido por Nancy Acosta Hernández, presidenta del Poder Popular en la provincia, como un movimiento transformador que integra los esfuerzos creativos de los actores en función del progreso sostenible y para promover avances económicos, sociales, elevar la autoestima y reforzar los valores patrióticos de la comunidad.
A tales objetivos tributan varios proyectos de Iniciativa Municipal, decisión que ha permitido reinvertir una parte de las utilidades generadas por las entidades territoriales (aproximadamente el 20%) en la construcción o remodelación de varias instalaciones.
Un ejemplo muy conocido es el centro gastronómico La Terraza 1870, ubicada en las céntricas calles de Carlos Manuel y La Avenida, cuya edificación se financió a partir de ingresos generados por el restaurante de igual nombre.
Pero más allá del patrimonio construido, lo más preciado de Guantánamo es el calor de su gente y la entrega de los trabajadores por tener una ciudad más bella y próspera, expresó a Trabajadores Isbel Guilarte Reyes, secretaria general de la CTC provincial.
El movimiento sindical se ha vinculado al Programa de Desarrollo Local y a los proyectos de Iniciativa Municipal, mediante el accionar de los afiliados en sus puestos de trabajo, y también en los lugares de residencia, asegura. No podemos olvidar que esta visión estratégica es para todas las comunidades y los 10 municipios de la provincia.
A esa labor se suman tareas más específicas de los sindicatos, como son el seguimiento y discusión de las insatisfacciones todavía existentes en relación con los sistemas de pago por resultado ya afiliación del sector no estatal. Esta última actualmente supera el 77 %, pero debemos seguir trabajando, sobre todo en Comercio, Transporte y la Construcción, apuntó Isbel.
La fecha del otorgamiento de la condición de villa también fue el pretexto para que dos décadas atrás se creara una fiesta popular que hoy abarca múltiples manifestaciones del arte y a la vez convoca a los intelectuales del territorio a un encuentro teórico para pensar la ciudad.
La Fiesta a la guantanamera, del 1º al 4 de diciembre de cada año, incluyó esta vez la primera edición del festival Chocolate con café, auspiciado por el músico Waldo Mendoza, quien consiguió darle forma a una idea que desde hace años evaluaban Israel Rojas, Leo Vera, Leyanis López y otros artistas autóctonos que ya no viven en el territorio, explicó Arturo Valdés Curbeira, director provincial de Cultura.
Peculiares como la geografía de la provincia, los guantanameros son la síntesis de un amasijo de culturas precolombinas, europeas y africanas, identidades reconocibles en la idiosincrasia extrovertida y amistosa de sus habitantes.
“La mayoría de la gente está contenta —comentó una trabajadora de la gastronomía, orgullosa por su centro remozado—, pero todavía falta muchísimo por hacer”.