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Desventura entre canchas

Fotos: Heriberto González Brito.
Fotos: Heriberto González Brito.

La pelota vasca cubana cerrará en breve otra temporada de positivos resultados en la arena internacional. Tres medallas en el campeonato mundial para menores de 22 años, y un par en el fortísimo Abierto de México así lo confirman. Indagar sobre cómo lo logran de conjunto atletas, entrenadores y federativos conduce a una historia de peculiar heroísmo deportivo.

Las medallas —ya sabemos— emanan de esa mágica mezcla entre talento natural, entrenamiento adecuado, disciplina y dedicación. Pero en el panorama cubano cobran protagonismo factores como el ingenio, la inventiva y la capacidad para sortear dificultades.

Nuestros pelotaris carecen de los implementos y las competencias requeridas —en número y calidad— para crecer a plenitud y llegar al nivel de las grandes potencias del planeta. Y también sufren las desventuras de su instalación emblemática, el capitalino Complejo Raúl Díaz Argüelles (1991), cuyo deterioro es galopante y ante el cual no existe ahora mismo un proyecto integral de rehabilitación.

No obstante, los jugadores se encaraman cada año en podios importantes de la Federación Internacional de Pelota Vasca (FIPV), midiéndose en buena lid —y sometiendo de vez en vez— a franceses, españoles y mexicanos, líderes indiscutibles en el mundo de los frontones.

Ese hecho, sin embargo, ha sido subvalorado acá en más de una ocasión, aludiendo que las justas de la FIPV no poseen el relieve de sus similares en otros deportes. Pareciera desconocerse que batir a los representantes de los países mencionados, según sea la modalidad, viene a ser equivalente a derrotar al dream team de los Estados Unidos en baloncesto, o al tenista Novak Djokovic, por solo citar dos ejemplos.

Es cierto que la pelota vasca no forma parte del programa olímpico, una de las razones por las cuales suele ser excluida de los eventos multideportivos regionales y continentales. Mas, la labor y gestiones de la FIPV han ido regularizando esa presencia, con resultados visibles en las fiestas de Guadalajara 2011 y Veracruz 2014, y con una convocatoria segura para los Juegos Panamericanos de Lima 2019. También se espera tenga actividad en los Centrocaribes de Barranquilla 2018.

Llegar a la cita bajo los cinco aros depende en este momento —tras aprobarse la Agenda 2020 del Comité Olímpico Internacional— de que una de las ciudades ganadoras de la sede quiera acogerla. ¿Alguien duda que urbes como París o Madrid dejarían de invitar a los pelotaris si se imponen en las candidaturas del 2024 o el 2028?

Si bien este deporte no es estratégico para el país en la actualidad, debe seguir vital ya que su jerarquía crecerá en distintos períodos de los venideros ciclos olímpicos.

Otra inversión con “goteras”

El futuro de la pelota vasca en Cuba pasa —y mucho— por la conservación de su institución insigne, el Complejo Raúl Díaz Argüelles, un sitio con aire paradisíaco y buen diseño, pero afectado por al menos tres “enfermedades crónicas”: falta de mantenimiento, inseguridad y ausencia de un modelo de gestión que permita sostenerlo en la propia medida que se explota.

En una reciente visita estos reporteros constatamos que los frontones de 20, 30, 36 y 56 metros sufren grados avanzados de corrosión y rotura en sus estructuras metálicas; afectaciones en las paredes de los frontis; colapso de las luminarias y falta de la pintura adecuada, ya que las últimas acciones de este tipo no tuvieron la calidad demandada. En síntesis: la lluvia cayó e hizo chorrear tintura de pisos y paredes.

El trinquete —una joya erigida en 1990— vive hoy sus peores días. La reparación realizada en 2008, para acoger una Copa del Mundo, acabó siendo una inversión fallida, pues la nueva cubierta jamás impidió goteras ni la debida evacuación de las aguas. El recinto se inunda, las tejas presentan huecos y la humedad reina. Los locales y baños están inservibles, también las ventanas; la pared de cristal blindado se alza sobre una pieza metálica más que corroída. No hay luz, ni barandas, faltan puertas. El vandalismo ha hecho de las suyas en todos estos años.

El edificio socio-administrativo, pese a los esfuerzos realizados por los trabajadores, también exhibe una cara muy desfavorable. El paisaje termina doliendo. La belleza del lugar es aparente. Por suerte siguen llegando triunfos salidos de manos, raquetas y palas. Son el único consuelo.

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