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Para “desinflar” la economía

Sobresale la reducción de portadores energéticos. | foto: Agustín Borrego
Sobresale la reducción de portadores energéticos. | foto: Agustín Borrego

Un impacto positivo y directo sobre el salario y las utilidades de las entidades del sector empresarial en el último trimestre del año tendrán las resoluciones emitidas por el Ministerio de Finanzas y Precios —en particular la 601— que entraron en vigor a partir del primero de octubre pasado, indicó Alfredo Vázquez Pérez, jefe del Departamento de Eficiencia Económica de la Central de Trabajadores de Cuba.

Los documentos destacan la reducción del precio de los portadores energéticos, exceptuando la actividad agropecuaria, donde existen precios experimentales; no traspasar a la facturación —como venía sucediendo— el tributo del 1 % de la contribución territorial, y la incorporación de una nueva metodología para determinar el valor agregado bruto con vistas al plan 2016.

Asimismo versan sobre las tarifas de precios de transportación de cereales, y de carga por camiones y por ferrocarril.

Sobre la citada Resolución 601, recordó que en el propio 2015, y sin variar el plan, los precios de los portadores energéticos bajaron en dos ocasiones. “En total disminuyeron en alrededor de un 40 %”, dijo. Lo anterior condiciona positivamente el consumo interno de las entidades, reduciéndose los costos, lo que de alguna manera oxigena financieramente el sector empresarial.

Las citadas resoluciones y su impacto positivo en este último trimestre —llamado por algunos como el aguinaldo de fin de año— favorecerá también el nivel de importantes indicadores en este 2015. Pero ello no será igual para el 2016, ya que la citada reducción de los costos se incluye en los planes y cualquier avance habrá que buscarlo a partir de la eficiencia, aseguró el funcionario.

“De hecho, dichos instrumentos tienen el objetivo principal de ‘desinflar’ la economía por la vía de los precios y hacerla más eficiente y competitiva; con ello, de manera general, los precios entre entidades económicas deberán bajar para el venidero año”, indicó Vázquez Pérez.

Sin duda, y más allá de la rapidez con que demuestre su eficacia, el paquete de medidas dictadas en los últimos años se dirigen al mejoramiento de la economía nacional y, por tanto, al bienestar de los trabajadores.

Su implementación, aunque reduce ingresos al presupuesto estatal en lo inmediato, dado que las empresas retienen más recursos para su desarrollo, busca un efecto positivo a largo plazo si se lograran los niveles productivos proyectados y un aumento de riquezas para la sociedad.

Entre esas medidas puestas en práctica en el sector empresarial podríamos referir la flexibilización de los objetos sociales, la definición del encargo estatal y la comercialización descentralizada de sus excedentes, así como la sustancial reducción de los indicadores directivos y límites para el control financiero de la entidad.

Además, la disminución progresiva de los impuestos por la utilización de la fuerza de trabajo —una contribución directa a la utilidad y el salario—, la retención de la depreciación y la descentralización e incremento de la utilidad que queda en manos de las empresas, en especial la dirigida a la estimulación por la eficiencia económica de los trabajadores.

¿A mayor eficiencia, menores precios?

Es de suponer que a mayor eficiencia de la entidad, esta pueda reducir más sus gastos y sus precios mayoristas, según lo establecido. Dicha apreciación se hace más evidente al saber que en la economía cubana —generalmente— dichos precios se forman a partir de fichas de costos sumando un margen de utilidad.

Pero en tal situación la empresa, ya más competitiva, no puede incrementar su producción, pues habitualmente solo dispone de un limitado plan de gasto material aprobado. Entonces se hace más clara la contradicción: a menor precio, menor margen de utilidad, y esta, que no debe decrecer según exigencias del plan, solo puede aumentar con mayor producción y ventas. ¿Cómo?

Ciertamente, lo anterior condiciona una verdad: la empresa espontáneamente no baja precios hacia el interior de la economía; es decir, la dicotomía existente entre los mecanismos de formación de precios y la planificación no motivan a las empresas a reducir precios por disminución de los costos.

Ante todo ello, el empresario se ve sometido a una encrucijada: o baja los precios o incrementa las utilidades, enfatizó a Trabajadores Vázquez Pérez.

Sin lugar a dudas, el fenómeno impone la necesidad de continuar avanzando en el perfeccionamiento de la empresa estatal socialista y en el desarrollo de sus fuerzas productivas, aun en medio de las limitaciones derivadas de una economía bloqueada y a la vez dependiente del mercado externo. Sobre ello ya se proyectan algunas ideas, fundamentalmente en un entorno de unificación monetaria.

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