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Alfredo Álvarez Mola: homenaje al sindicalista

Alvarez Mola foto_www cibercuba com«Se sintió comprometido con las acciones armadas del 30 de noviembre de 1956 y con el desembarco de los expedicionarios del Granma el 2 de diciembre del mismo año», rememora el libro Alfredo Álvarez Mola: Un pequeño gigante, de Alfonso Zequeira Motolongo y Alberto Alvariño Atiénzar, de la Casa Editora Abril; obra que favoreció el recuento.

Asesinos a sueldo troncharon la vida de Alfredito el 5 de noviembre de 1958, a apenas un mes del triunfo de la Revolución cubana. El luchador clandestino durante días se mantuvo en un mismo lugar hasta ser avistado y delatado por un traidor.

Empleado en el Banco Canadá de Camagüey (The Royal Bank of Canada) desde 1943, con apenas 21 años sus compañeros lo eligieron delegado sindical. Apoyó a los trabajadores y batalló por sus derechos, también contribuyó a la formación de otros dirigentes obreros que le ganó el respeto de todos.

En protesta contra el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 por Fulgencio Batista y el sindicato bancario nacional cercano al dictador, fundó el movimiento Acción Sindical Revolucionaria Bancaria.

Se fue transformando en líder revolucionario. Combatió el mujalismo, corriente impulsada por el corrupto Eusebio Mujal, quien se desempeñaba como secretario general de la Central de Trabajadores del país, vendida a intereses contrarios a los de los menos favorecidos.

Sin abandonar las tareas sindicales, integró el Movimiento 26 de Julio y estuvo entre sus organizadores en Camagüey a partir del encuentro en La Habana con Fidel Castro Ruz, en 1955.

Su actividad revolucionaria se intensificó en 1957, lo que provocó que fuera fichado por el ejército de Batista como “un tipo” hábil y peligroso.

Trabajó en la organización de la huelga general del 9 de abril de 1958, que creó un fuerte movimiento obrero al que se unieron los bancarios, telefónicos y del comercio, entre otros.

En su devenir guerrillero, como parte de la tropa dirigida por el Comandante Camilo Cienfuegos, el 18 de septiembre de 1958, debió separarse del grupo para recuperarse del agotamiento físico. Habían salido juntos desde la Sierra Maestra, pero también cada día exploraba en busca de prácticos y comida. Su esfuerzo hizo posible que la columna invasora Antonio Maceo llegara sin tropiezo hasta el río San Pedro, en Camagüey; significó Camilo luego de la victoria revolucionaria.

A partir de entonces, Álvarez Mola se trasladó hasta la finca San Miguel de Najasa. Los trabajadores del lugar conocían de su presencia y las razones de su estancia, así en los últimos días de octubre fue visto en la finca por el exmilitar Walterio Basulto.

La tarde del 5 de noviembre, unos 130 soldados rodearon la casa, el revolucionario corrió al patio e intentó cruzar la cerca de alambre cuando las balas lo derribaron, luego lo remataron. Lo que hicieron con su cuerpo puede ser narrado en una historia de horror. El 28 de diciembre uno de los  trabajadores de la propiedad casualmente descubrió su paradero.

Al triunfo de la Revolución sus compañeros junto a familiares cercanos exhumaron los restos, el 7 de enero fueron trasladados al cementerio de la ciudad de Camagüey.

Quiso la historia que al día siguiente se hiciera justicia; fue apresado el primer teniente Castellón Martínez, quien comandó la tropa que cometió el crimen. Años después, Basulto, declaró su responsabilidad en la delación al ser detenido en 1975.

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