Por Raiza Arango y Ana Margarita González
Para el farmacéutico cada descubrimiento o acierto reafirma su vocación de servir a los humanos, no con el reconocimiento conseguido por el médico, sino desde una posición más reservada, allá en la retaguardia, pero indisolublemente ligada a la del galeno en su interés por salvar vidas.
La farmacología es una profesión que exige rigor y entrega, desde la época de las boticas, cuando se comercializaba cualquier tipo de remedio o mercancía, hasta la actualidad, en que la ordenada (y hasta un tanto burocrática) farmacia se encarga de la dispensarización de los habitantes de la comarca, la preparación de formulaciones y la localización de medicamentos.
Para los que laboran en esta rama en Cuba, que enfrentan momentos de vulnerabilidades, brechas y también de profundas transformaciones, hay grandes retos en el abordaje integral de los servicios técnicos y profesionales: desarrollar el programa de medicamentos, atender las necesidades del envejecimiento poblacional y prestar atención a la evolución de la medicina natural y tradicional.
Como dijera el doctor Alfredo González Lorenzo, viceministro de Salud Pública, en el homenaje a los farmacéuticos que este 22 de noviembre celebraron su día, “la calidad de la farmacia se convierte en centro de numerosas tareas que se ejecutan en el sector para seguir elevando el estado de salud del pueblo, aumentar la eficiencia y sostenibilidad del sistema, garantizar los servicios y la satisfacción de la población cuando reclama un medicamento.
La Habana fue la provincia escogida para la festividad por los resultados conseguidos este año, y cinco de sus más consagrados profesionales recibieron la distinción Manuel Fajardo, que se otorga a quienes consolidan una trayectoria relevante de 20 y 25 años o más (mujeres y hombres): Gisela Flores, María A. Montano, Odalys O’Farril, Isaura Sierre y Leonel Castillo.
En la década de los 90, en pleno rescate del valor de la actividad de estos profesionales, se decidió retomar la celebración del Día del Farmacéutico cada 22 de noviembre, en honor al natalicio de Antonio Guiteras Holmes, quien en 1927 se graduó de Doctor en Farmacia, en la Universidad de La Habana.
Actualmente se realizan reparaciones en la red de farmacias comunitarias y en los centros de elaboración de medicamentos, en aras de aumentar las condiciones de trabajo y el acceso a tecnologías más desarrolladas.
¿De todo como en botica?
De los quehaceres de la farmacia, el más atractivo es sin duda la preparación de medicamentos; por eso Odalys O’Farril considera que es una profesión que la absorbe, tanto que le ha dedicado más de 20 años y aún disfruta esa mezcla de productos que se convierte en uno solo: las soluciones parenterales que cada día entregan para la administración a niñosen estado crítico (bajo peso, a los que padecen enfermedades oncológicas, tienen el tracto digestivo impedido o a otros que los requieran).
La farmacia del Hospital Pediátrico de Centro Habana, donde trabaja Odalys, es la única que elabora estas soluciones, que se distribuyen en las provincias del occidente del país, en las cantidades y en el momento en que son requeridas. “Es una labor que asumo con placer, porque no hay mayor motivación que salvar la vida de un niño”.
Desde otra perspectiva trabaja Gisela Flores Sosa; ella es especialista de drogas del municipio del Cotorro, pero llegó a serlo a partir de la confianza y la responsabilidad demostradas durante más de tres décadas entregadas a la profesión, a partir de que en 1982 se graduó como técnico en farmacia, y luego, en el 2010, obtuvo la licenciatura.
“Lo primero que hay que tener es vocación y motivación para perdurar en una profesión; atender los reclamos de la población con mucho cariño, estar muy bien informados, porque esa es una condición vital para explicarles a los pacientes y al médico, quien necesita conocer el tipo de medicamento de que dispone para recetarlo certeramente.
“Ante la carencia de medicamentos tratamos de brindar alternativas, algunas veces con la medicina natural y tradicional o la homeopática, aunque nunca hemos carecido de los genéricos; puede faltar un antibiótico o un antihistamínico, pero hay otro semejante, más cuando podemos orientar y dar amor, el paciente siempre se va complacido”.