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Por Israel Castellanos Iscajim
Enrique Lacoste, el humorista gráfico que ilustra las páginas de Trabajadores, pudo ser cualquier cosa menos dibujante de caricaturas, porque aunque le encantaba pintar muñequitos cuando niño, algunos mayores trataron de desestimularlo, porque “eso no da para vivir”. Se hizo ingeniero mecánico y ahora lo vemos que vive de hacer caricaturas e historietas.
Lacoste nos confesó un día que consideraba que había llegado tarde al humorismo, porque comenzó a publicar después de gastar muchos almanaques en otras labores y deberes, como el tiempo en que fue ingeniero mecánico en Explotación del Transporte. Empezó algo demoradito, pero ha recuperado esos años con creces, y… sigue creciendo.
Hay que decir que paradójicamente, este período especial que tanto lamentamos fue el que le “tiró la toalla”, porque cuando se quedó en el aire por falta de transporte que arreglar, aterrizó sobre su viejo sueño de ser humorista gráfico, y como tenía madera, montó una carpintería de hacer reír.
Entre los años 1997 y 1999 hizo ilustraciones para Bohemia. Y en el 2000 formó parte de la plantilla de dibujantes de Palante.
Nos ha dicho que desde que se inició en estos trajines siempre lo tomó muy en serio, y nunca ha dejado de estudiar y tratar de ampliar sus conocimientos en todos los secretos de esta especialidad. Pero es a partir de su inclusión como caricaturista en la plantilla de Palante y de dedicarse a tiempo completo al dibujo humorístico, que se le facilitó el desarrollo como profesional de las artes gráficas. La interacción con colegas ya establecidos le permitió adquirir experiencias y recibir mayores influencias de lo mejor del trabajo de estos, así como de otros talentosos creadores foráneos. Y lo fundamental: el trabajo diario.
Hay que reconocer (salvando las diferencias) que si los mulos fueran humoristas y supieran dibujar, Lacoste trabaja como un mulo. Sí, porque usted lo ve todo el tiempo “pinchando” con la tinta o la computadora, y si no: quemando fósforo en su masa gris para dar respuesta a las diversas y variadas demandas que tiene de Palante, y de otras publicaciones cubanas y extranjeras para las cuales aporta su granito (o su paletada) de arena.
Otro campo en el que hay que quitarse la gorra y hasta la peluca es en el de la historieta. Nuestro entrevistado comenzó modestamente haciendo una tira de tres o cuatro cuadros llamada Extraterrestres, para Palante. Luego, cuando esos seres de otros mundos volaron de regreso a su planeta, su pluma llena de neuronas y su bolsillo vacío de pesos, lo animaron a meterse en un tema muy actual y con grandes posibilidades (e insuficientemente tratado). Me refiero a todos esos jelengues que preocupan y ocupan a los pueblos latinoamericanos y caribeños de nuestros días.
Creó un personaje típico de nuestra América, un indio, llamado Wankarani, y se mete en interesantes aventuras, en libros de historietas satíricas, relacionadas con asuntos tan vitales como son la defensa de nuestros recursos naturales, la lucha contra las corrientes neoliberales, la voracidad de las transnacionales del Primer Mundo, la defensa del medio ambiente, la desestabilización de Gobiernos elegidos democráticamente por parte de las potencias imperialistas, los movimientos migratorios, etcétera. Ya van seis libros impresos y dos más que están en el salón de parto.
Como Lacoste no para de experimentar y exprimir sus potencialidades, saltó del dibujo exclusivamente humorístico a uno que se atiene a las líneas reales y proporciones físicas de la anatomía humana y de las formas de los objetos. Logró pasar de “palo pa´rumba” en dos campos donde la frontera gráfica es un farallón. Y vemos que lo hace con mucha dignidad. Ya dibujó un libro sobre la vida de Juan Gualberto Gómez, otro sobre los sucesos del 13 de marzo de 1957, otro sobre Kid Chocolate, y a solicitud de los chilenos trabaja en uno dedicado a Salvador Allende.
Al preguntarle específicamente sobre la labor que realiza para el periódico Trabajadores nos confiesa que si bien en la sección Buzón abierto se trata de quejas de la población en las que desarrolla un humor satírico que él maneja sin problemas, en la tira llamada Tirafondo, que sale en el suplemento mensual EconoMía, tiene ante sí el reto de enfocar didácticamente temas económicos, de legislación laboral, muy complejos y áridos, que exigen se les trate con cierto condimento de humor, y generalmente con el reloj pisándole los talones. Es de los trabajos que más le calientan las neuronas. Pero como Kid Chocolate, ha ido ganando cada pelea.
