Hassan Pérez Casabona
Tanta potencia poseen los distintos géneros que hemos cultivado durante décadas, que basta con escuchar un acorde de cualquiera de ellos -del danzón a la trova; del mambo al guaguancó; del cha, cha, chá, al bolero; de la columbia al son; del yambú al pilón o del nengón al songo, por solo citar solo algunos- para sentir que se acrecienta ese sentimiento que llamamos cubanía.
Ritmos, acordes, melodías (al igual que la literatura, la plástica, el arte culinario, la danza, o la pelota, entre muchas facetas que reflejan de manera creativa nuestro devenir en el tiempo) calan entonces entre nosotros, de las más inverosímiles formas, convirtiéndose en parte inseparable de una época histórica. Desde esa óptica, cada uno preserva testimonios sobre ello, la música se torna en talismán especialmente válido cuando se está lejos de la patria.
De estos temas se habló profusamente en el espacio “Memorias de la Guerra”, que organiza el Instituto de Historia de Cuba (IHC), y que tuvo como temática: “Los Van Van: una orquesta en revolución”.
En su sede habitual del Centro Cultural Dulce María Loynaz se reunieron un grupo de historiadores, y público en general, para escuchar la intervención de Edmundo Pina Machín, integrante de la mítica agrupación cubana desde 1983.
René González Barrios, presidente del IHC, condujo la actividad en la que también participaron el comandante Víctor Drake, presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en la capital, y el contralmirante ® José Cuza, ex jefe de la Marina de Guerra Revolucionaria.
En las palabras introductorias, González Barrios se refirió al contexto en que el inolvidable maestro Juan Formell fundó su orquesta, el 4 de diciembre de 1969, justo cuando el país se consagraba a una de las grandes tareas después del triunfo del 1ero de enero de 1959: la zafra de los 10 millones.
“Mundo”, como cariñosamente lo conocemos todos, brindó una verdadera disertación sobre la extraordinaria institución cultural que representa, recorriendo además buena parte de la historia musical de nuestro país. Fue así que comenzó señalando el papel de agrupación insigne desempeñado por la Orquesta Aragón, la cual siempre admiró Formell, igual que a su director Rafael Lay.
Formell nació en Cayo Hueso el 2 de agosto de 1942 y de la mano del padre comenzó a interesarse por la música, aprendiendo de afición a tocar la guitarra. Más tarde el maestro Orestes Urfé le enseñó los secretos del bajo, mientras que realizó cursos de armonía con Félix Guerrero, Somavilla y Tony Taño. Fue una etapa en que recibió múltiples influencias, en particular de Elvis Presley, Los Beatles, las jazz band, Michel Legrand, los creadores del feeling, las charangas y diversos conjuntos.
Contó cómo al crear su propio proyecto Formell, que antes trabajó en la Revé, rompió el formato clásico de la charanga típica al introducir la batería, el bajo eléctrico –que tocaba de una forma diferente- y la guitarra. En esa línea transformó la forma de cantar, añadió, empleando cuatro voces e incluso, en un momento, incorporó dos flautas.
La gran aventura que han sido estos 46 años de labor ininterrumpida para el pueblo echó a andar con 12 integrantes, entre ellos tres violines, para ir evolucionando constantemente hasta llegar a los 16 músicos que la conforman en el presente.
Para Mundo, devenido desde hace años en el historiador de Los Van Van (que lo ha llevado a un activo quehacer en las redes sociales, escribiendo sobre las principales presentaciones que realizan en todo el orbe) la orquesta ha transitado por diversas etapas, cada una de ellas reflejo del grado de madurez que la emblemática formación adquiría.
En una primera, que se extiende hasta la década del 70, el trabajo nacional y en el exterior fue sumamente intenso, regalando lo mejor de su arte lo mismo en Japón y el Olimpia de París, que en un central azucarero. A finales de ese decenio destacó la incorporación de Pedrito Calvo, referente obligatorio dentro de los excelentes cantantes que han desfilado por ella, a partir de su carisma y sintonía con el público.
La llegada en los 90 de Mario Rivera, “Mayito”, también tuvo gran impacto. Ello se repitió, a principios del presente siglo, con el arribo de Yenisel Valdés, “Jenny”, y Abdel Rasalps, el “Lele”. En el segundo caso depositando Formell su confianza en una mujer, lo que muchos entonces catalogaron como herejía, y en el tercero tratándose del hijo de un fundador de la agrupación. “Ver al Lele como cantante fue especial para nosotros, en lo sentimental, como antes ocurrió con Samuel, que desde muy pequeño acompañó a su padre a muchos de los ensayos.
“Nombres como los del violinista Pedro Fajardo, el tecladista Boris Luna o el cantante Roberto Hernández “Robertón”, tuvieron también una notable influencia desde su llegada. Lo más importante, en mi opinión, es que Formell siempre supo canalizar las mejores ideas de los jóvenes”.
En esa línea resaltó la ética y disciplina de trabajo que le inculcó a cada músico. “Exigía lo mismo la puntualidad a la ahora de ensayar, que se preocupaba por el comportamiento social de nosotros. Decía que el pueblo tenía un olfato muy fino para captar cualquier estridencia en la proyección de un artista. No le gustaban las poses, ni mucho menos quien anduviera con visos de altanería. La sencillez fue siempre una de sus grandes virtudes”.
Reverenció a los músicos que han militado en la orquesta, desde José Luis Quintana “Changuito”, César “Pupy” Pedroso, Gerardo Linares y Ángel Bonne, pasando por José Luis Cortés, el “Tosco”, hasta el desaparecido Manuel Labarrera, el “Tumbador de la sonrisa amplia”.
Con su manera desenfada de contar historias, a través de la cual logró que el auditorio se hiciera partícipe de la narración, Mundo se detuvo en varios de los que consideró hitos fundamentales. Dentro de una relación obviamente pródiga, distinguió ser la primera agrupación cubana que visitó el Chile del querido presidente Salvador Allende; las incursiones en Perú, durante el mandato del general Velazco Alvarado, o cuando tuvieron que “movilizarse” en menos de 24 horas para partir hacia Ecuador porque, durante la visita que realizó el Comandante en Jefe a esa nación le habían pedido que les enviara a Los Van Van.
“Hemos sido privilegiados conociendo a personalidades de gobierno de muchos países. Hace unos años nos impresionó la visita de las máximas autoridades de Finlandia, mientras realizábamos un concierto. Nada se compara, sin embargo, a tener la oportunidad de que Fidel nos saludara y conversara con nosotros”.
Narró igualmente experiencias conmovedoras vividas en diversos países de Latinoamérica y el Caribe, que les permitieron apreciar los contrastes de las regiones andinas con las comunidades del pacífico; o la riqueza emanada de la multiplicidad de pueblos originarios que son portadores, pese a los intentos de las grandes trasnacionales de tragárselos, de valores autóctonos cultivados durante siglos.
Agradeció la oportunidad de actuar con músicos de todas las latitudes, exponentes de diferentes géneros, entre los que mencionó a Tito Puente, Chick Corea, Oscar D´León, Herbie Hankoc y Rubén Blades. Resaltó también la experiencia de compartir una presentación, en Alemania, con los Rolling Stones. “Si se concreta su participación en Cuba el próximo año el público podrá apreciar un show inigualable”.
Comentario particular le dedicó a las peripecias enfrentadas en diversas giras por Estados Unidos. “La primera vez trataron, los que permanecen en el pasado, de boicotear la presentación en Miami. Ese pequeño grupo amenazó con quitarle el trabajo a quienes asistieran al bailable que ofreceríamos. Al final no pudieron impedir que la cancha de baloncesto, donde se efectuó la actividad, se repletara con muchas personas exhibiendo banderas cubanas.
“Hace solo unas jornadas, precisó, acabamos de regresar de 12 conciertos en ciudades como Washington, Nueva York, Chicago y Miami, donde no hubo ningún tipo de contratiempo. Estoy convencido que la cultura, y en especial la música, es uno de los grandes puentes que existen, llamada a desarrollar un importante papel en el acercamiento futuro entre ambas naciones. `Paz sin fronteras´, organizado por Juanes en septiembre del 2009, demostró la capacidad de nuestros músicos y el respeto con que recibimos a los amigos”.
En el animado intercambio que suscitó la ponencia –aderezada gracias a las bondades que ofrecen las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, con fotos y melodías icónicas- se produjeron emotivas intervenciones que confirmaron la manera en que cada cual ha hecho suyo al bien denominado “Tren” de la música cubana.
Una señora contó que a principios de los años 70 del siglo pasado, ella y sus compañeras escuchaban los ensayos de la orquesta muy cerca del centro docente en que laboraba; en tanto un maestro de historia de secundaria explicó la manera en que, en el último quinquenio, ha utilizado varias de las piezas compuestas por Formell para abordar diferentes asuntos del programa de estudio.
No extrañó tampoco que una empresaria de la industria biotecnológica afirmara que para los colaboradores que como ella trabajaron en China, cada momento de celebración de las más variada índole inevitablemente arrancaba con acordes vanvaneros. “Era como si por unos minutos regresáramos a nuestro verde caimán”. Ni el que contó que en 1994 fue hasta las afueras de París, junto a otros cubanos que participaban en un evento, para ver uno de los espectáculos más impactantes de su vida. Esa vez, reveló, Paulo F.G e Isaac Delgado, presentes en la comitiva, subieron al escenario a cantar con la tropa de Formell.
Se reconoció asimismo el simbolismo de realizar este diálogo en el marco del 40 aniversario de la Operación Carlota, teniendo en cuenta que Los Van Van son uno de los principales embajadores de la obra de la Revolución por todos los continentes.
Uno de los oradores propuso, lo que recibió el respaldo de los presentes, que encuentros como estos se desarrollaran con los estudiantes del sistema de enseñanza artística del país, cantera de la que se ha nutrido esta orquesta y el resto de las agrupaciones que prestigian nuestra música.
Ante una pregunta sobre las dificultades que ha debido sortear su grupo, Mundo no vaciló en contestar que el principal escollo para ellos, y los artistas de todas las ramas, ha sido que el bloqueo ha impedido que se conozca aún más la obra que se hace dentro de Cuba. “Sin formar parte de las principales industrias disqueras es muy difícil acceder a los grandes mercados. No obstante, puntualizó, nadie se ha quedado cruzado de brazos y no solo se nos respeta dondequiera, sino que se reconoce que aquí nació y está la base de lo que luego se divulgó con diferentes nombres como la salsa”.
Asimismo, abordó la fecunda producción discográfica de estos años, resaltando las particularidades que distinguen cada una de ellas. Fue un viaje en el tiempo que nos reencontró a la vez con buena parte de las empresas acometidas, en las distintas esferas sociales. Y ese es otro de los méritos extraordinarios de esta agrupación: el hecho de que su música es una bitácora del acontecer de este pueblo y también de sus grandes epopeyas.
Por eso hablar de “Marilú”, “La bola de humo”, o “La compota”, incluidas en el primer fonograma; o “El guararey de Pastora”, grabada en 1974; “Con el bate de aluminio” y “Si a una mamita”, registradas en la producción de 1979; “El baile del buey cansado” y “Hoy se cumplen seis semanas”, de 1982; o de La sandunguera que está “Por encima del nivel” y “Después que te casaste”, que arrasaron en las pistas de baile una año después; pasando por “La Habana no aguanta más”, de 1984 y “La Habana si” y “El buena gente”, en 1985; “La titimanía”, de 1987; “Se acabo el querer”, de 1988; hasta cualquiera de los temas de las últimas dos décadas es referirse, desde la más genuina dimensión artística, a la cotidianidad de un país convencido de lo que significa la cultura como valor estratégico dentro de su proyecto social.
Como los son también “Azúcar”, “Pura vestimenta”, “Soy todo”, “Temba, tumba y timba”; “Esto te pone la cabeza mala”, “El negro no tiene ná”, “Chapeando”, o “Permiso que llegó Van Van” y “Quien no ha dicho una mentira”, del disco “Van Van is here”, de 1999, con el que se alzaron con el Premio Grammy.
Explicó también que Formell, durante años, fue preparando a la orquesta para cuando no estuviera, por esos sus enseñanzas fluyen con naturalidad. Expresión de ello, precisó, es que en La Fantasía (donde se incluye “La moda”, con varias nominaciones a los Lucas) “están presente de principio a fin sus concepciones y espíritu. Tengan la seguridad que no dejaremos morir el songo”.
“Muchas personas dicen que Juan fue un cronista, pero añado que el verdadero valor era que sus narraciones están llenas de lirismo y musicalidad, que otros no pudieron lograr, lo que hace trascender a sus composiciones. [1]
“Respeto la opinión de cada cual pero para mí, por los aportes hechos a la música popular desde todos los ámbitos, Arsenio Rodríguez y Formell tienen un lugar insuperable”.
González Barrios, en las conclusiones, ratificó que Los Van Van son expresión de cubanía en todo el mundo y que forman parte de la historia de nuestro país. De manera particular invitó al conferencista a seguir profundizando en los orígenes y desarrollo de la orquesta, por el valor que ello entraña especialmente para las jóvenes generaciones.
Grata impresión provoco su anuncio de que, en el afán de preservar nuestra memoria musical, la Biblioteca Nacional, bajo la dirección del doctor Eduardo Torres-Cuevas, ha rescatado toda la obra de la Aragón, con cada partitura incluida, para próximamente presentar una multimedia.
Al finalizar la velada Zuleica Romay, presidenta del Instituto Cubano del Libro, saludó al homenajeado, exhortándolo igualmente a plasmar la rica historia que atesora su agrupación.
Notas.
[1] En el pórtico del disco Chapeando, de noviembre del 2004, el poeta y etnólogo Miguel Barnet, actualmente presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, escribió: “Juan Formell con su garabato abriendo nuevos derroteros para la música cubana, escoltado por Osain y los Ibeyis, Formell como un Elegguá inaugurando nuevas escalas, nuevas tesituras, nuevos aires. Músico genial, versátil y profundo, ha sabido registrar las incidencias y los destinos de la Isla y ha sido el mejor cronista de su época; una época convulsa y dramática a la cual él le ha entregado con su gracia creativa un acen-to de alegría y humor. (…) Los cubanos y el resto del mundo, pero sobre todo los cubanos de esta época, estaremos en deuda siempre con el tributo que este extraordinario compositor e intérprete ha legado a la música de América Latina. Van Van irá siempre delante, encabezando el cortejo de un Olimpo que ya dejó de ser nuestro para ser de todos. Y su creador, Juan Formell, cumplidor fiel del hechizo de Iroko, con su garabato y su machete seguirá abriendo nuevos caminos cantando y chapeando”.