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La cadena no se debe romper por el salario

Foto: tomada de internet
Foto: Tomada de internet

 

En una asamblea dos jóvenes trabajadores expusieron el  problema que desde hace muchos años afrontan con el salario en el sector donde laboran. A quienes la presidían, evidentemente, les parecieron inadecuados los planteamientos y esgrimieron argumentos  que no convencen a nadie. ¿Por qué?

Pues porque el asunto, por sus complejidades y efectos, se ha visto por demasiado tiempo como un tabú, tan difícil de analizar como de resolver. La concepción, a mi modo de ver, ha sido: “Sabemos lo que sucede, pero para qué tratarlo”. Y vuelvo a preguntar: ¿por qué?

Los sistemas de pago constituyeron el asunto más abordado en el XX Congreso de la CTC. Está, además, considerado en el objetivo número 5 aprobado en él: “Contribuir a revitalizar el principio de distribución socialista, defendiendo como política que los ingresos de los trabajadores en las empresas y en las formas de gestión no estatal, se vinculen con los resultados que se obtengan y con la satisfacción de sus necesidades personales y familiares”.

Resoluciones del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) puestas en vigor han precisado abordar el asunto desde una perspectiva más objetiva y otorgándole el valor real que merece, como vía esencial de motivación de la productividad, la producción y la eficiencia.

La CTC y los sindicatos lo han tratado recientemente en diferentes encuentros. La orientación es que el empleo y el salario sean evaluados permanentemente en los colectivos laborales, por lo que los  dirigentes sindicales han de estudiar y dominar con exactitud los  documentos con carácter regulatorios y normativos al respecto.

En un reciente análisis sobre tal aspecto, al cual asistí, hicieron una afirmación categórica: “La cadena no se debe romper por el salario”, y el planteamiento estuvo referido a que en diversas entidades la partida financiera más afectada es esa.

Sobre el tema existe mucha tela por donde cortar. Una de las aristas más polémicas es la distribución de las utilidades. En ese sentido, hay decisiones administrativas que no toman en cuenta la opinión del sindicato ni el reglamento de distribución que debe ser analizado en la asamblea de afiliados y aprobado por los trabajadores, así como otras arbitrariedades que lastran el bolsillo y la economía familiar.

Sucede también que hay colectivos en los cuales los trabajadores indirectos perciben un salario mucho mayor que quienes transforman la materia prima y garantizan las producciones u ofrecen  los servicios o en los que la plantilla es superior hoy a cuando se  ejecutó el proceso de ordenamiento laboral. ¿Cómo es posible?  Eso significa que hay más personas empleadas que las necesarias,  por lo que la distribución salarial toca a menos porque se reparte  entre más. En ellas, el desaprovechamiento de la jornada resulta  inevitable.

Párrafo aparte merece la denominada penalización por incumplimientos —algunos no inherentes a los trabajadores—, considerada en la tan polémica Resolución No. 17/2014 del MTSS, y que establece el pago de un salario mínimo de 225 pesos. Solo  una interrogante al respecto: Si mil pesos no alcanzan para cubrir  las necesidades esenciales de una familia de tres personas en un  mes, debido a los elevadísimos precios, ¿cómo hacerlo con esa  irrisoria cantidad?

He conocido que se hacen adecuaciones a esas normativas, a partir de las primeras experiencias y realidades y de alguna manera, se ajustará más lo estipulado a la lógica y la realidad, pero  eso no basta. Como ha reiterado Ulises Guilarte De Nacimiento,  secretario general de la CTC, el empleo y el salario deben ser valorados de manera periódica. Un escenario ideal para ello es la  asamblea de afiliados, donde las administraciones tienen el deber  de rendir cuenta a los trabajadores. Otro momento idóneo es el de la presentación del plan de la economía en cada colectivo laboral.  En ese encuentro ha de explicarse también el sistema de pago que  se aplicará, o sea, cuál será y cómo se va a cobrar.

Hay lugares donde todo lo relacionado con el salario marcha bien, porque las direcciones administrativa y sindical poseen conocimiento suficiente, dominan lo establecido y los resultados  integrales son satisfactorios, pero existen otros en los cuales no  ocurre igual y hay demasiadas incoherencias y desmotivaciones. No se trata, en modo alguno, de distribuir dinero si n respaldo productivo, como sucede más de lo debido, o elevar el sueldo “de golpe y porrazo”, sino de situarlo en el lugar preferente que merece,  por su implicación en la productividad, la producción, la eficiencia  y la vida de los trabajadores honrados.

 

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