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Oportuna tribuna para la Celac

No todos tienen la misma responsabilidad en el trastorno del clima. Foto: www.radio.uchile.cl
No todos tienen la misma responsabilidad en el trastorno del clima. Foto: www.radio.uchile.cl

 

El desafío actual más acuciante para América Latina y el Caribe es la adaptación al cambio climático, afirma la Comisión Económica para América Latina (Cepal), de Naciones Unidas, al tiempo que considera tal circunstancia entre las determinantes para su desarrollo sustentable. El reto se origina en que nuestra región es una de las grandes víctimas del trastorno medioambiental que padece el planeta, a pesar de no encontrarse incluida entre los principales responsables de un fenómeno que amenaza la existencia misma de la vida en la Tierra.

El impacto del cambio climático es ya relevante en el subcontinente, donde la mayoría de las ciudades están en áreas costeras y el 80 % de sus casi 600 millones de habitantes vive en zonas urbanas. De acuerdo con expertos, la vulnerabilidad de los países latinoamericanos y caribeños se ve acentuada por su geografía, la forma en que aparecen distribuidas su población e infraestructura, su dependencia de los recursos naturales, la importancia de la actividad agrícola y la extensión de su territorio costero.

Los especialistas alertan que si no se actúa con urgencia, el calentamiento —incrementado en 0,8 grados durante las dos últimas centurias— aumentaría severamente en las próximas décadas. Los mayores riesgos se concentran en la agricultura, la disponibilidad de agua, la conservación de bosques, la pérdida de biodiversidad, el turismo en zonas costeras, el nivel de vida en las áreas rurales  y la salud de la población.

Calculados en términos económicos, los daños causados por el impacto del fenómeno son ya millonarios y crecen cada año. La propia Cepal estima que podría implicar costos anuales de hasta el 5 % del producto interno bruto (PIB) regional.

A pesar de tan severas consecuencias, América Latina y el Caribe no se encuentran entre los mayores emisores históricos ni actuales de los gases de efecto invernadero (Gei), causantes del calentamiento planetario. Desde 1850, acumula solo alrededor del 7 % de las emisiones a escala mundial; y entre 1990 y 2011 registró una tasa de crecimiento anual de 0,6 %, mucho menor que el 1,5 % registrado a nivel global.

Aún cuando los países latinoamericanos y caribeños, de modo aislado o integrados en diversos grupos, emprendieron desde finales del pasado siglo acciones para enfrentar el disturbio medioambiental, no fue hasta la creación de la Comunicad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) que todos unidos pudieron iniciar estrategias comunes en esa dirección.

Desde su nacimiento en el año 2011, la Comunidad ha conferido atención preferente al tema, al extremo de que Medioambiente y cambio climático es hoy uno de los cinco ejes prioritarios en la Agenda 2020 de la Celac, el instrumento destinado a encauzar el desarrollo regional durante el próximo quinquenio.

La Conferencia sobre Cambio Climático (COP 21) que realizará la Onu en París a partir del día 30 del presente mes, y cuyas decisiones habrán de ser cruciales para el destino de la especie humana, constituye ocasión privilegiada para que los 33 países al sur del Río Bravo expresen unidos sus proyecciones sobre la problemática.

En este sentido, la propia organización ha señalado que, en el marco de las múltiples crisis que enfrenta la humanidad, desde Latinoamérica y el Caribe emergen nuevas visiones y propuestas alternativas al desarrollo en armonía con la naturaleza, que le permiten aportar a la comunidad internacional de naciones retos renovadores al desarrollo sostenible.

Con miras al evento, la Celac ha venido concertando entre sus miembros las posiciones en torno a las temáticas más relevantes, y tiene previsto culminar ese proceso en los próximos días. Al respecto, debe apuntarse que en múltiples ocasiones la entidad ha reafirmado el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas, establecido por la Onu, de acuerdo al cual cabe reclamar de las naciones industrializadas los mayores aportes para enfrentar el grave problema, por ser sus principales causantes.

La COP 21 pudiera ser el escenario donde América Latina y el Caribe hagan valer, quizás por vez primera, el reconocimiento universal a sus intereses vitales —entre las razones fundacionales de la Celac—, y además hacer su mayor aporte histórico a favor de todos los seres vivos que habitamos este planeta.

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