Con un overol rojo y casco blanco, Aveide Cabrera Torres resalta entre los hombres que laboran en la reparación de la grúa 4 de Marzo, en Casablanca, La Habana. Erguido, parece un centinela, al que no le pasa inadvertido ningún detalle de lo que ocurre a su alrededor.
Desde hace seis años trabaja como auxiliar de protección industrial en esta empresa, que se distingue por los excelentes resultados que muestra en la seguridad y la salud de los trabajadores.
Según expresó, desde su puesto, él tiene la responsabilidad de velar por el uso correcto de los medios de protección y hacer que se cumplan los requisitos exigidos en ese sentido. “Para que la reparación esté en el tiempo determinado, pero siempre poniendo en primer lugar la seguridad del hombre”.
“Y tienes que estar tan serio?”, le pregunté y él respondió: “Hay que mantener una ética, ante cualquier negligencia debes llamar la atención, exigiendo el 100 % de seguridad. El sentir de la seguridad industrial es proteger al personal al ciento por ciento”.
El que visite los astilleros se percata a simple vista de que el uso de los medios de protección por parte de los trabajadores está muy arraigado en ese colectivo. Los cascos blancos o azules se distinguen por doquier.
Por si fuera poco, Marcial Aldama, secretario del buró sindical que nos recibe, nos dijo: “¡Aquí están los cascos de ustedes, es preciso ponérselos, dondequiera está el peligro!”, y sin peros, nuestras cabezas estuvieron resguardadas.
“Observarán señaléticas desde que entran a los talleres. De hecho, todos los trabajadores tienen su manual, en el que se reflejan las medidas que deben cumplir en el día, más su historial laboral”.
Todo por la salud
Claudia Guedes Pantoja tiene solo 21 años y ya es operadora de equipos portuarios, es decir, de una grúa pórtico cuya altura hasta la cabina es de unos 15 metros. No es la única mujer en esa faena. Su mamá lleva años en ese oficio y de ahí le nació a ella el gusto por algo que requiere entereza.
Tuvo que pasar varios exámenes, al principio no la aceptaron, pero perseveró y demostró que tenía aptitud. “A nosotros nos exigen mucha precisión; todos los días, antes de subir a la grúa debemos ir a tomarnos la presión, y si hay alguna dificultad, no puedes trabajar”, añadió.
Todos resaltan la prevención diaria y constante como uno de los elementos claves que hoy hacen que desde el 2012 en los astilleros no haya existido un accidente con consecuencias fatales.
Desde que el trabajador entra a la empresa debe cumplir con todos los requisitos en materia de protección, afirmó Nelson Moya Silveira, jefe del departamento de Seguridad Industrial del centro. “Tienen que ir a su puesto con overol, las botas requeridas, guantes; de hecho cada taller se identifica por los cascos y por el overol, el blanco para los administrativos y el gris para los demás trabajadores”.
De acuerdo con el doctor en Medicina Veterinaria y técnico de nivel medio en Derecho Laboral, Miguel Ángel García, aquí existen 28 riesgos laborales. Entre ellos el radiológico, porque después que se hace la soldadura a las embarcaciones, el trabajador tiene que realizarse una placa.
“No ha habido ningún problema, el trabajador está con el dosímetro y se envía al laboratorio para saber cómo está. Todos los años, a los que hacen este tipo de actividad, los ingresamos durante una semana en el Centro de Atención Médica a Trabajadores. Además, el Centro Nacional de Seguridad Nuclear realiza auditorías, comprueba si el personal fue chequeado o no.
“Otro riesgo grande es la contaminación por plomo, por lo que les hacemos también el chequeo anual. Traemos los frascos del laboratorio de Guanabacoa, con el que tenemos establecido un convenio de colaboración. Durante el año pasan por el examen.
“El otro peligro viene dado por el empleo de diversos productos químicos y en relación con esto se hacen los exámenes exigidos. Podemos decir que por estas medidas no tenemos ninguna enfermedad profesional”, aseguró.
Cultura ganada
Luis Alberto Menéndez, dirigente sindical y trabajador del departamento de Acero, da fe de cuán exigentes son en la empresa en relación con el empleo de los medios de protección, y manifestó que estos tienen calidad.
Nelson Moya se refirió a la ejecución que hacen del presupuesto designado para los medios de protección, y manifestó que se garantiza por los compradores que están aprobados por la empresa. “Trimestralmente hacemos las compras, ya de hecho tenemos las órdenes del primer trimestre del 2016. Los proveedores nos envían una oferta y a partir de eso vemos la calidad, si es una bota que sabemos que es mala, la rechazamos”, apuntó.
Tal como está establecido al que va a trabajar en labores de alto riesgo se le elabora un permiso de trabajo, y el que no lo tenga, no puede hacerlo. “Tenemos los auxiliares de seguridad industrial en casi todos los sitios, cuando los trabajadores van llegando, se les pide el papel para saber cómo tienen la presión, aquí se mide tres veces al día”, alegó Miguel Ángel.
Para los astilleros la formación de la fuerza laboral ha sido una premisa, dado el envejecimiento de una parte de esta. Ante la situación crearon un aula taller, que hoy constituye una fortaleza, de acuerdo con Marcial. “Son muchachos que comienzan su vida laboral en el centro y a partir de ahí los empezamos a formar en materia de seguridad y salud, de forma tal que cuando lleguen a su puesto laboral tienen una preparación”.
Destacados en el sector en cuanto a seguridad y salud del trabajo, los Astilleros de Casablanca realizarán a partir del 23 de noviembre una exposición sobre medios de protección en la sede del Sindicato Nacional de Trabajadores de Transporte y Puertos, en la cual mostrarán los principales medios que poseen para su personal.
Según los integrantes del departamento de Seguridad Industrial, la cultura ganada no es obra de una persona en particular. Es el resultado del esfuerzo colectivo, de la labor de prevención, del excelente capital humano con que cuentan, en el que prevalecen altos niveles de organización y eficiencia productiva, y que por sobre todas las cosas está el cuidado de las personas.