Una ofrenda florar en nombre del pueblo de Santa Clara fue depositada este viernes, junto a la estatua de Doña Marta Abreu de Esteves, en el parque Leoncio Vidal de esta ciudad, en recordación al aniversario 170 del natalicio de la benefactora de la villa.
A esta mujer imprescindible y de personalidad inconfundible, que sabía conjugar la dulzura y energía en pos de sus convicciones, se le evocó entre canciones, poemas, bailes y muestras cinematográficas durante la celebración también de la semana de la cultura de la ciudad que tiene como motivación la remembranza de su vida y la obra.
La huella de Marta fue crucial para el desarrollo de la villa del centro de Cuba. Se le denomina como Benefactora a partir de las ayudas que aportó a los santaclareños: escuelas, un dispensario, un observatorio meteorológico, la planta eléctrica, lavaderos públicos, estación de ferrocarriles, puentes, apoyo a damnificados y su gran obra el teatro La Caridad, que tenía como propósito recaudar fondos para mitigar el dolor de los pobres.
Solo por este actuar de servicio social Marta debe ser recordada siempre, pero su vida superó esa impronta y fue también una extraordinaria patriota: Marta y su hijo encabezaron la lista de donantes a la Guerra Necesaria que protagonizó José Martí, envió material bélico al campo insurrecto, medicinas, y apoyó con hospedajes y pasajes desde su casa en París a cuanto cubano de buena voluntad llegaba al país europeo. Cuando Don Tomás Estrada Palma coqueteaba con los Estados Unidos, su esposo, el abogado Luis Esteves era vicepresidente de la República y fue ella quien le reclamó renunciara a esa designación.
Es conocida su frase: “Mi última peseta es para la revolución, y si hace falta más, y se me acaba mi dinero, venderé mis propiedades, y si se acaban también, mis prendas irán a la casa de venta, y si fuera poco, nos iríamos nosotros a pedir limosna para ello, y viviríamos felices porque lo haríamos por la libertad de Cuba.” También es famosa la expresión de Máximo Gómez cuando dijo: “No saben ustedes los villaclareños, los cubanos todos, cuál es el verdadero valor de esa señora… Si se sometiera a una deliberación en el Ejército Libertador el grado que a dama tan generosa habría de corresponder, yo me atrevo a afirmar que no hubiera sido difícil se le asignara el mismo grado que yo ostento”. Fermín Valdés Domínguez valoró a su patriotismo como la cifra y la clave de todas sus excelsas virtudes.
Luego de estallar la revolución el 24 de febrero de 1895, Marta y su esposo Luis Estévez-Romero salen de Cuba hacia Europa, desde donde se mantuvo al tanto de la lucha en su patria.
Esta mujer extraordinaria nunca olvidó a Santa Clara, le toca a Santa Clara recordarla siempre.