El 8 de enero del 2014 Joel Rodríguez Olivero, trabajador por cuenta propia, firmó contrato con la Empresa Ferrocarriles Centro de Villa Clara, para dar mantenimiento y reparación a 13 computadoras de dicha entidad, pero siete meses después, tras el último de los pagos convenidos, su cuenta bancaria resultó congelada.
Los detalles del asunto los publicó Buzón abierto el 27 de abril del actual año, pues hasta ese momento nadie le había comunicado el porqué de la medida y mucho menos quién lo había decidido.
El texto exponía que las piezas procedían de México y Estados Unidos, y que, con apego a la ley, entraron al país por el aeropuerto internacional José Martí.
Puntualizamos que lo complicado del asunto impedía tomar partido, pero definimos como un mal procedimiento congelar la cuenta a un cliente sin explicación.
Dimos seguimiento al caso y solicitamos entrevistas con directivos del Banco Metropolitano (BM) y Bandec, aunque no pudimos acceder a la información deseada, pues alegaron que las normas bancarias impedían ofrecer los datos solicitados.
Felizmente, a inicios de julio, el BM —no el Bandec, el cual había dicho que lo haría— descongeló la cuenta de Joel, y días después envió a esta sección la respuesta sobre el material divulgado.
La carta, con la firma de la vicepresidenta Isabel Sanz Riera, señala que entre las funciones de la institución está velar porque las cuentas de sus clientes se utilicen para los fines que fueron abiertas y que el dinero provenga de actividades lícitas y esté acorde con el perfil del cliente.
“Es por ello que al conocer lo inusual de los fondos enviados a la cuenta del trabajador por cuenta propia indicamos congelar sin demora los mismos, para evitar que fueran extraídos por su titular y realizar las diligencias para esclarecer su origen”.
Agrega que “en las entrevistas con el cliente para ese propósito no nos satisfizo lo declarado en cuanto al origen de las piezas, ni los altos valores cobrados derivados de su relación contractual con la mencionada entidad…”
El BM confirmó que Rodríguez Olivero sí sabía la causa del bloqueo de su cuenta y reconoce que la investigación “se excedió más de lo previsto, dadas las características delas operaciones y las diversas entidades que interactuaron y fueron consultadas”.
Subraya la funcionaria que acordaron devolver los fondos a su origen, es decir a la empresa, lo cual le fue comunicado el 24 de junio al cliente, quien estuvo de acuerdo con la decisión, aunque manifestó “su inconformidad por lo dilatado de la solución, aspecto que reconocemos y le explicamos”.
El cuentapropista, por su parte, corroboró al periódico la vuelta a la normalidad de su cuenta y refirió que el BM le había admitido el mal trabajo de la sucursal 235 y de la oficina central ubicada en Cuba y O’Reilly, por lo que estaban apenados por ello. Asimismo, reiteró que ningún funcionario bancario le informó la causa del bloqueo de su cuenta ni quién lo había decidido.
El dinero con el último pago regresó a la empresa villaclareña, y Joel se preguntó entonces por las piezas y su depreciación. “Pero llegamos a un acuerdo beneficioso para ambas partes”, concluye Rodríguez Olivero.
Esta vez sí podemos tomar partido. La entidad bancaria tiene válidos argumentos, sin embargo, aún queda el mal sabor de una decisión demorada que ojalá no vuelva a repetirse.