El pasado 26 de octubre el parque Latinoamericano, nacido como Gran Estadio de La Habana, cumplió 69 años. En su terreno —sin exagerar— han jugado los más grandes peloteros de Cuba, América y buena parte del mundo. Sus gradas, ampliadas en 1971, permiten albergar —dígase de una vez para acabar con los mitos— 45 mil 47 aficionados; en tanto su imponente arquitectura, cual mole azul, lo ha convertido para muchos en el Coloso del Cerro.
Desde el 2009, la emblemática institución deportiva está sometida a un proceso de reparación. Cumplida una primera parte, se proyecta ahora del 2016 al 2020 una segunda etapa con la aspiración de que El Latino —así lo llama el pueblo— siga siendo la joya por excelencia del béisbol cubano y reúna los estándares internacionales para albergar cualquier evento.
Con su director Eduardo Delgado realizamos un recorrido por los objetos de obra terminados y los que restan. El horario matutino nos dejó ver a varios trabajadores del contingente Ñico López trepados en lo alto del techo del estadio, mientras en las áreas de juego, el grupo de mantenimiento chapeaba los jardines y regaba con agua la media luna.
“La restauración de la pizarra, la construcción de ocho torres de alumbrado, la reparación total de los clubes house, la creación de las zonas de bullpen y un gimnasio de preparación física, la colocación de una nueva malla protectora detrás de home y otra metálica alrededor del techo, así como la recuperación de cinco baños públicos son algunos ejemplos del trabajo hecho hasta ahora”, argumentó el también licenciado en Cultura Física.
En lo adelante hay que terminar el techo, se levantará toda el área verde para trabajar en el drenaje, el sistema de riesgo y el césped; se colocará un sistema del alumbrado perimetral (con bombillos Led), concluirá la rehabilitación del motel deportivo, se remodelará un local para ubicar el Salón de la Fama del Béisbol Cubano, se construirá un área VIP y otra para la prensa, en tanto se espera adquirir pantallas gigantes y un sistema de audio nuevo.
Con perspectiva a largo plazo también se prevé la colocación de butacas o sillas para toda la zona techada y la digitalización de la pizarra. Sin embargo, lo más preocupante para el aficionado que va al estadio hoy es la terminación del techo. Y sobre eso indagamos.
Desde lo alto
Juan Pacheco lleva más de un lustro en El Latino como jefe de obra del contingente Ñico López, el cual tuvo la responsabilidad de colocar las torres del alumbrado y ahora enfrenta la sustitución de las tejas. “El raspado de la estructura metálica es lo más difícil, porque hay que ver si las cerchas (barras rectas interconectadas en nudos formando triángulos) no están fracturadas, como pasó con una cuando empezamos. Por eso nos atrasamos al principio, pues hubo que hacer un nuevo proyecto para algo que no se pensaba”.
Aunque solo siete hombres laboran en el montaje, todos coinciden en que no se puede tampoco ir más rápido por las condiciones del tiempo (con vientos y lluvia es imposible subir a una altura superior a los 30 metros) y porque se está realizando una revisión detallada viga por viga, nudo por nudo, cercha por cercha antes de colocar la teja nueva, lo cual no se hizo en reparaciones anteriores.
“Tenemos terminado ya alrededor de mil 250 metros cuadrados (lateral del jardín izquierdo) y se piensa concluir todo para el 2016, con la contratación de una cooperativa constructora, la cual iniciaría sus labores por el lateral del bosque derecho”, comentó Eduardo.
Sobre la calidad del material que se está colocando Pacheco explicó que se trata de zinc lacado, el cual no se oxida tan rápido como el anterior. Según el fabricante tiene una durabilidad de 15 años, algo que no se había logrado antes para El Latino.
Sobre las molestias que representan los gigantes andamios para los aficionados y las perspectivas que hay para cuando se inicie la segunda etapa de la Serie Nacional, el director precisó. “Sabemos la incomodidad, pero no podemos quitarlos en estos momentos ni para los play off si clasificara Industriales. Buscaríamos alternativas, por ejemplo, habilitar las áreas donde se vaya terminando, pero siempre habrá afectación en alguna zona del graderío”.
Lecciones en el césped
Con otro Juan, pero de apellido Ferrán, jefe del grupo de mantenimiento del terreno, también conversamos sobre la situación actual y los trabajos futuros. A su lado, uno de los hombres de más experiencia en estos trajines: Orlando Ferré. Dentro del césped, en el territorio del jardín central, es fácil percatarse que la hierba está contaminada (diferentes tipos o variedades han crecido), lo cual no solo resta belleza, sino que dificulta la defensa, sobre todo en las praderas.
Ferrán aclaró que la media luna se ha levantado dos veces en los 21 años de trabajo que él lleva en el estadio —la última vez en el 2011— y la capa de vidrio que se encuentra debajo de ella permanece ahí. “Lo que falla es el sistema de drenaje, que en sentido general está tupido por muchas razones y los aficionados no lo aprecian más cuando llueve, por el trabajo que hacemos dada nuestra experiencia”.
El director ratificó que “lo planificado para el próximo año, finalizada la Serie Nacional, es levantar el césped, cambiar el drenaje detrás de la media luna y el perimetral y mejorar la irrigación”. Acerca de la hierba a sembrar (la última vez fue bermuda 419) hay dos criterios para decidir. En el caso de Ferrán prefiere la “jiribilla”, por lo compactada que crece; mientras Orlando aboga por el “sacasebo”, por su verdor y lo extendido que está en todos los terrenos del país.
Es importante señalar que la última vez que se acometió un trabajo profundo en el terreno demoró cerca de ocho meses. Quizás, sin perder calidad y rigor ese tiempo pueda disminuirse en el 2016, pero se impondrá regular la entrada de camiones al terreno durante ese período, aumentar las reservas de arena y arcilla tras concluir la reparación y sobre todo, escuchar las voces de quienes más conocen el lugar.
El Latino es de todos
A lo informado hasta aquí debemos agregar algunos detalles que se escapan de la gestión de los directivos del INDER en la instalación, pero resultan un complemento imprescindible para los aficionados. Se trata del servicio gastronómico —hoy en manos del municipio Cerro—, el espectáculo extradeportivo propiamente (juegos de participación, áreas para autógrafos y fotos con los peloteros, etc.), y la venta de souvenirs tanto del equipo sede (Industriales) como de la selección nacional o glorias pasadas.
Pudiéramos llegar a tener un estadio muy funcional, techado, precioso y monumental, pero sin claras soluciones a temas que tributan también a más entradas de personas, mayores ganancias económicas y un disfrute pleno de nuestro deporte nacional. Se sacude el Coloso. Lo seguiremos.