Dramaturgia aparte, el accidente laboral que sucedió en uno de los capítulos de la novela cubana Cuando el amor no alcanza, que se transmite por Cubavisión, pudo evitarse si el electricista, al subir al poste, hubiese tomado todas las medidas de protección requeridas y el jefe del colectivo exigiera por el cumplimiento estricto de lo establecido. Pero ni lo uno ni lo otro, y el trabajador cayó sobre el pavimento y sufrió lesiones que le alejaron de su empleo, con los perjuicios personales y económicos que eso representa.
No siempre existe conciencia de la importancia que tienen las condiciones laborales en un ambiente sano y seguro. Cada vez que acontece un accidente, hay una violación o están las causas que lo propician, como ocurre igualmente en el tránsito.
Hay direcciones administrativas que no le “tiran” al asunto con el grado de prioridad que merece, pero resulta aún más grave que la gestión sindical en ese sentido no le otorgue el nivel de prioridad requerido, como lo establece con claridad meridiana el objetivo 9 aprobado en el XX Congreso de la CTC .
En un reciente análisis sobre el tema en la provincia de Cienfuegos se evidenció que aunque se ha avanzado en la materialización de ese propósito y se aprecia mayor conciencia al respecto, quedan cabos sueltos que deben ser atendidos.
Elogiosa es la disminución del número de accidentes del trabajo en el presente año, al compararlos con igual período (enero-septiembre) del pasado (de 121 a 60), al igual que la cantidad de lesionados, las jornadas laborales perdidas y mucho más que no haya ocurrido ninguno mortal (tres en el 2014). Sin embargo, hay dificultades en la ejecución de los presupuestos destinados a la adquisición de los medios de protección personal para los trabajadores.
En el estudio plantearon concretamente que a los cuadros sindicales les “ha faltado exigirles a las administraciones que cumplan con lo legislado en el Código de Trabajo”. En inspecciones realizadas a siete organismos y empresas de subordinación local pudo comprobarse que en un solo consejo de dirección examinaron tan importante asunto. ¿Cómo afrontar entonces los peligros potenciales, no solo de accidentes, sino también de enfermedades profesionales?
Imagino que otro tanto suceda en las asambleas de afiliados, en las que el tema debe ser evaluado con periodicidad, por razones obvias. Los trabajadores y las direcciones sindicales tienen el derecho legítimo de exigir por la ejecución de los presupuestos que se destinan a la compra de medios de protección o que permitan un ambiente laboral sano y seguro, y las administraciones están en el deber de responder con acciones y no con justificaciones, como acontece indebidamente en no pocas entidades.
¿Podrá existir justificación alguna para que haya entidades con un presupuesto aprobado para comprar los medios de protección y que la ejecución esté en cero cuando el año ya entró en su recta final o que algunas ni siquiera presupuestaron esa partida? En esas ha faltado el proceso de contratación, la responsabilidad y la exigencia. Entendidos en la materia afirman que para proponer el financiamiento requerido y que sea aprobado por las instancias correspondientes debe partirse de un diagnóstico de riesgo bien hecho, tomando en cuenta todo lo que pueda afectar a los trabajadores en su entorno laboral.
En el convenio colectivo de trabajo tiene que estar plasmado qué debe comprarse prioritariamente para garantizar la salud y la seguridad de los empleados y ese aspecto hay que chequearlo de manera periódica, para no acumular los problemas y actuar a tiempo, de manera previsora.
En el análisis al cual hice referencia señalaron también que en muchos centros no cuenta con un sistema para darles la atención debida a esa tarea y objetivo, en el cual estén considerados los planes de medidas que deben materializarse. Con extrema facilidad se plantea que “no alcanzó el presupuesto, que no apareció el medio de protección”, y ese no puede ser el lenguaje del sindicato, apuntaron.
Con cada trabajador accidentado surge un problema serio para él, su familia y el centro donde labora. Entonces está más que justificada la preocupación y ocupación con contar con entornos laborales sanos y seguros, y ese empeño no debe dejarse únicamente a los técnicos y especialistas que tienen la responsabilidad directa de atender ese asunto o enmarcarlo solo en la jornada nacional que comenzó precisamente ayer. La exigencia corresponde a todos y debe estar presente cada día.