Había que ver este fin de semana la calle Línea, escenario del principal circuito teatral cubano. Centenares de personas llenaban las aceras, dificultaban el paso frente a las salas, hacían tertulia a la salida de los montajes del Festival de Teatro de La Habana.
“No es chovinismo —comentaba una señora que acababa de disfrutar el espectáculo Broadway Rox en el Mella—, pero yo he estado en varias partes del mundo y pocas veces he visto tanta gente viendo teatro al mismo tiempo”.
La verdad es que pocas ciudades en el continente pueden presumir de un festival como el de La Habana. De acuerdo, la muestra siempre es desigual y muchos se quejan de que no alcanzan a ver todas las puestas, pero la importante convocatoria (siempre vienen espectáculos de distintos países) y sobre todo la vehemente acogida del público singularizan esta cita.
Para los más exigentes este año hay propuestas de primerísimo nivel, que pueden equilibrar los comprensibles desniveles. Es temprano para hacer resúmenes, pues la mayoría de las obras todavía no ha subido a escena. Pero algo llama poderosamente la atención: casi todas las salas han estado repletas.
“¿De dónde sale tanta gente?”, se preguntaba ayer por la mañana el actor y director cubano Carlos Caballero, entrevistado por Habana Radio. Caballero ha presentado con FUNDarte (Estados Unidos) Writing in Sand, que fue premiada con una gran ovación en el teatro Trianón.
Pero llenos totales también ha habido en la sala Tito Junco, donde el alemán Teatro Konstanz ofreció tres funciones de Ayer dejé de matarme gracias a ti Heiner Müller, a partir de un texto del heterodoxo Rogelio Orizondo. Y en el teatro Mella, con los cantantes de Nederlander Worldwide Production; y en la Raquel Revuelta, con Mía Bonita, por Zona Escena 2014, de Ecuador…
Hay que reconocer el gran esfuerzo del comité organizador, que ha tenido (y tiene) por delante una tarea titánica: este es un festival grande, de los que van quedando pocos en este lado del mundo.
El encuentro es joven y todavía reserva muchas sorpresas. Permítanos recomendarles algunos espectáculos para esta semana: Teatro Playa (Chile) desde el miércoles con Villa en la Llauradó (demasiado pequeña nos parece esa sala para la cantidad de público que puede atraer la puesta); She She Pop y sus madres (Alemania) subirán a la escena del Trianón desde el sábado con La consagración de la primavera; y por supuesto, los amantes de la danza no deben perderse las funciones del Ballet de Montecarlo (Principado de Mónaco), el próximo fin de semana en la sala Avellaneda con una versión de Cenicienta que poco o nada tiene que ver con los clásicos que estamos acostumbrados a ver por aquí.
Por falta de propuestas no será, hay mucho festival por delante.