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Emulación vinculada al hecho económico

 

El apego a los indicadores económicos directivos, entre estos los vinculados al empleo y el salario, la productividad y calidad del trabajo, constituye hoy para la emulación un camino de inestimable importancia en su afán por acercarse cada vez más a la eficacia que de ella demanda la economía nacional.

Ese criterio prevaleció hace pocos días cuando representantes de los sindicatos nacionales y la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) debatieron las mejores vías para hacer valer el concepto —no por manido menos significativo— de que la emulación deberá ser aliada insustituible y propulsora del avance de la producción y los servicios.

El encuentro sirvió para explicar por qué esa esfera integra la cartera de asuntos económicos de la CTC, así como para actualizar y perfeccionar métodos y conceptos en una de las tareas que más definen la calidad y eficiencia de la organización sindical.

Luego de los avatares de años anteriores en que la emulación perdió fuerza movilizadora y prestigio, y que se anunciara la necesidad de que su financiamiento proviniera del propio centro laboral, este momento se erige como definitorio de una más elevada gestión, donde prevalezcan fórmulas que hagan cada vez más cercana la idea de que es posible una eficaz porfía, más allá de que no existan —como antaño— disponibilidades de hoteles, playas, restaurantes y otros estímulos.

De especial importancia será la organización de movimientos productivos en las actividades que son de prioridad económica, entre ellas los programas de producción de alimentos, los destinados a las exportaciones y a la sustitución de importaciones, así como en el proceso inversionista, ya sea en una determinada etapa del año, por más tiempo, o para alcanzar un resultado específico.

No estará condicionada a la estimulación, pero se premiará en dependencia de lo que cada colectivo, centro o empresa pueda disponer, aunque ello no deberá significar —y sería bueno recalcarlo— que se olvide a los mejores maestros y administrativos, médicos, artistas y otros que aunque no produzcan bienes materiales, sí generan otras valiosas riquezas a la nación.

Todo ello con la máxima de reconocer y estimular en correspondencia con los resultados concretos, de manera oportuna, en el lugar donde se alcancen y en los espacios comunitarios cercanos a la familia y al entorno social del trabajador.

Pero como cada vez cobra mayor trascendencia lo económico, la estimulación deberá estar en correspondencia con el cumplimiento de indicadores inviolables en ese campo, con el pago de salario según el respaldo productivo, la remuneración por la eficiencia económica y en no encubrir —sino revelar— cualquier procedimiento que limite el bienestar de la masa trabajadora.

Si algo puede contribuir a ese empeño, lo es el hecho de que la actual emulación no constituye un esquema igual para todos, sino un mecanismo que deberá adecuarse a las características de cada lugar, pues no es lo mismo el sector de la construcción que el transporte, la industria o la alimentación.

El estímulo nunca deberá ir al pecho de algún trabajador que incurra en errores que laceren su autoridad moral y el reconocimiento social que tal condición implica, ni a centros donde se produzcan hechos delictivos o de corrupción y se demuestre falta de combatividad y vigilancia colectiva para evitar tal situación.

Tampoco podrán disfrutar del reconocimiento las unidades laborales en que no se logren positivos resultados en auditorías o controles internos, o aquellos que teniendo actividad innovadora incumplan con las normativas que regulan el accionar de innovadores y racionalizadores.

Parecen lejanos los tiempos en que las porfías emulativas llenaban cada día buena parte de los espacios informativos de la prensa en el país, pero aunque son condiciones diferentes para sostener la propia emulación, no se debería escatimar esfuerzo alguno para que esta vuelva a calar en la esencia del trabajo del movimiento obrero nacional.

En la reunión, encabezada por Milagro de la Caridad Pérez Caballero, integrante del Secretariado Nacional de la CTC y al frente de la esfera de asuntos económicos, se conocieron las mejores experiencias en territorios y sindicatos, y se reafirmó que el trabajo voluntario —olvidado en no pocos lugares— no ha perdido su valor, pero deberá ser, por naturaleza, una labor útil y necesaria.

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