¿Imagina usted lo que significa traer diminutas simientes de hortalizas desde Japón, o de papa desde Canadá para sembrar en Cuba, con los consabidos problemas de la adaptación al calor tropical, cuando existen en el mercado norteamericano y están tan cercanas a la isla?
¿O lo que representa importar equipamiento para las biofábricas, las plantas de beneficio o las fincas de semillas desde Europa, o buscar equipos para los laboratorios y sistemas de regadío desde Brasil cuando están disponibles en Estados Unidos?
Las distancias imponen un reto a la importación; específicamente en el caso de las hortalizas, las semillas precisan de viajes que varían entre 45 y 60 días desde que se suben a un barco en puerto japonés hasta que se descargan en uno cubano; mientras los medios tecnológicos que se compran en Brasil tardan hasta un mes para arribar a una de las radas cubanas.
Todo ello aumenta el costo de las transacciones que se realizan para la Empresa Productora y Comercializadora de Semillas (EPCS) en un millón 175 mil 905 dólares, teniendo en cuenta solamente el precio de los fletes y el seguro, afirmó Gilberto Raveiro, director técnico y de desarrollo de la entidad perteneciente al Ministerio de la Agricultura.
Lo que se paga por trasladar la semilla de papa desde Canadá o Europa hacia Cuba, tiene un importe de 270 dólares por tonelada. Para la cosecha del 2014, que fue de las más pequeñas de los últimos años, se compraron en esas regiones 13 mil toneladas del tubérculo, que si fueran compradas en EE.UU. se podría ahorrar un millón 130 mil 200 dólares, argumentó.
De no existir el bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba —que a pesar de los reclamos de la mayoría de los países, de múltiples organismos internacionales y personalidades del mundo se mantiene por más de 50 años—, se reduciría sustancialmente el costo de los fletes y del seguro, y ese dinero se podría invertir en la compra de tecnologías más modernas y semillas de excelente calidad que se producen en el mercado estadounidense, aseveró.
Anualmente, la EPCS factura unos 3 millones de dólares para comprar las simientes de hortalizas y otros 8 millones 400 mil de las de papa. Raveiro también se refirió a que numerosas compañías estadounidenses y sus filiales en otros países, con una alta calidad genética de sus semillas e híbridos no pueden comercializar con Cuba, pues se verían afectadas por las medidas económicas que les impone el propio bloqueo.
Las desventajas en la producción
A los problemas de la adaptación de las semillas a las condiciones edafoclimáticas de la isla, se refirió Gilberto Ramírez Vázquez, especialista de calidad e inversiones de la empresa: “Para comprar un lote de cualquier especie primero hay que probarla en los institutos de investigación; de sus resultados depende que la traigamos o no.
“El estudio abarca un ciclo vegetativo o todo un año, por lo que siempre esa operación tardará más tiempo que si se adquirieran en mercado norteamericano, que están aclimatadas”.
Citó como ejemplo algunas cantidades de simientes de ajo y cebolla que se compraron en China, se plantaron aquí, germinaron pero no lograron el bulbo, sino que las plantas crecieron y solo dieron hojas, por lo que se consideró fallido ese cultivo y los productores renunciaron a plantarlas por las afectaciones que les produjo.
El especialista indicó que la mayoría de los híbridos de maíz, pimiento y col que se importan no pueden reproducirse en Cuba, pues degeneran y no logran el rendimiento requerido; y aunque algunas semillas de tomate, pimiento y melón se obtienen en el Instituto de Investigaciones Liliana Dimitrova, no son suficientes para satisfacer la demanda de la agricultura. Además se han introducido el brócoli y la coliflor, cuyas simientes necesariamente hay que buscarlas en el exterior.
Orlando Valdés, especialista del área comercial de la entidad, precisó que el bloqueo también pone zancadillas a la importación de equipamientos, equipos y reactivos de laboratorio para el programa de recuperación de las biofábricas, plantas de beneficio y fincas de semillas que se acomete actualmente.
La demora en la llegada de estos productos desde lejanos mercados puede atrasar las plantaciones de algunos cultivos, lo que significa afectaciones a las cosechas y a la satisfacción de la demanda.