Hay que mantener viva la Revolución cubana y para mantenerla viva, hay que incrementar en las nuevas generaciones la esperanza de que se puede mejorar cada vez más el proyecto socialista cubano, no por ser socialista, sino por ser lo mejor que se puede ofrecer a hombres y mujeres en esta etapa de evolución del ser humano, lo mejor que se puede ofrecer en un mundo que no tiene salida, si la gente no comparte los bienes de la tierra y los frutos del trabajo humano.
Lo anterior fue expresado por el recientemente nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de La Habana, el intelectual brasileño Frei Betto, al impartir la conferencia magistral Aspectos éticos y morales de la Revolución Cubana y su impacto global, ante los participantes del Simposio Internacional La Revolución Cubana, Génesis y Desarrollo Histórico, que se celebra en el Palacio de Convenciones, en La Habana.
Ante la presencia de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido y Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Frei Betto se refirió al paradigma de la solidaridad que ha propuesto la Revolución cubana y aquel que ha impuesto el capitalismo que es el mercado; es decir, añadió, “la mercantilización de todos los aspectos de la vida y de la naturaleza”.
Manifestó que en estos momentos que vive la Revolución, de aproximación a los Estados Unidos, en que se da un choque entre el tsunami consumista y la austeridad cubana; los cubanos tienen que tener mucha conciencia de sus valores éticos y morales: son valores humanos, ser solidario, practicar la justicia, liberar a los pobres, garantizar a todos los derechos fundamentales, crear un espíritu de cooperación, esos son los valores humanos.
Destacó el internacionalismo de los cubanos, de los médicos y maestros que van por todo el mundo, sobre todo en los países más pobres, para ayudar a la gente a tener salud y alfabetización.
Al referirse al proceso de privatización que preconiza el capitalismo, dijo que hoy no es solamente de empresas, de propiedades, de patrimonio; es espiritual y está garantizado con las nuevas tecnologías.
Frei Betto apuntó que antes para que uno se mantuviera informado tenía que ir a un sindicato, a un partido, y ahora no. “Las nuevas redes sociales crean la ilusión que desde el mundo privado yo me basto y no necesito tener vínculos reales, mantengo vínculos virtuales”, alegó.
No obstante, aseveró que ese avance es muy importante, pero por sus consecuencias ideológicas se impone trabajar mejor. En relación con Cuba subrayó que el proyecto de la Revolución es crear ciudadanos y ciudadanas, en tanto el proyecto de la sociedad capitalista es crear consumistas.
El proyecto de la Revolución cubana, en lo moral y la ética, es que cada ser humano, no importa si es analfabeto o es ingeniero, merece tener garantizados sus derechos fundamentales, enfatizó.
Sin embargo, puntualizó, para el capitalismo, el centro no está en la persona, está en la ganancia; y se acelera la ganancia, haciendo una tecnología cada vez más descartable. Las convicciones que propone la Revolución cubana están en el pensamiento, en la obra de Fidel Castro y en el ideario de José Martí.
Dijo que hoy su preocupación con la Revolución cubana no es que vengan muchos turistas o el encuentro con los yanquis. El desafío es cómo profundizar la espiritualidad revolucionaria y el peligro mayor es que las nuevas generaciones vean la Revolución como un hecho del pasado. “Para nosotros la Revolución no puede ser un hecho del pasado, tiene que ser un desafío del futuro, porque una revolución jamás está terminada”.
Insistió en que hay que llevar al corazón la utopía liberadora, hacer que los muchachos se sientan bien, felices, no por tener un celular, sino porque han impreso a su vida un sentido altruista, cooperativo, solidario, participativo; porque se tornó un militante de la Revolución.
En la sesión de la mañana estuvieron presentes Homero Acosta, secretario del Consejo de Estado; el Máster en Ciencias René González Barrios, presidente del Instituto de Historia de Cuba; Armando Hart Dávalos, director de la Oficina del Programa Martiano, entre otras personalidades.