“Ataque pirata al caserío de Boca de Samá, al norte de Banes, Oriente. Dos muertos y cuatro heridos por la criminal acción” así informaba un titular del periódico Granma, sobre el hecho ocurrido el 12 de octubre de 1971.
La agresión había partido de un grupo de terroristas que tripulaban dos lanchas procedentes de la Florida. Los agresores lograron introducirse en el pueblo y tomar prisioneros a los que intentaron llevar a fuerza de amenazas y maltratos hasta el puesto fronterizo con el propósito criminal de asesinar a los que allí se encontraban, los que no habían podido detectar a tiempo desembarco del enemigo a causa de la rotura de la planta eléctrica..
Los pobladores capturados se negaron a colaborar con los terroristas, quienes saquearon la tienda del caserío, pero ante la resistencia de los lugareños retornaron a las embarcaciones no sin antes ametrallar el poblado.
El dolor que causó la tragedia fue narrado por los sobrevivientes. “Aquello fue horrible, yo de sufrimiento pensé que también me iba a morir –expresó la viuda de Lidio Rivaflecha Galano, una de las víctimas- , pero saqué fuerzas para criar a cuatro hijos que nunca más tuvieron la presencia de su padre. Los saqué adelante con la ayuda del gobierno, pero ha sido muy duro. En aquel momento mi hija más pequeña tenía dos años, estaba encariñada con su papá y lo esperaba todos los días. Ella fue la más perjudicada, pues durante los primeros cursos escolares tuvo problemas para asimilar las clases. Después lo rebasó.”
La mamá de Ramón Siam Portelles, quien también perdió la vida ese día, dijo estremecida de pena: “La vida de un hijo no hay dinero para pagarla, mi hijo solo tenía 24 años y tenía una niña de seis meses a la que nunca pudo darle calor.”
Los dos asesinados eran combatientes del Ministerio del Interior, hubo además cuatro heridos graves, el entonces jefe de la unidad de tropas guardafronteras, un obrero agrícola y dos hermanas adolescentes.
Quienes estuvimos presentes en el juicio de la demanda del pueblo cubano al gobierno de Estados Unidos por daños humanos, nos conmovimos ante el testimonio de una de ellas, Nancy Pavón, quien perdió un pie en el criminal ataque. “Yo había cumplido 15 años, y el anhelo mío era cuando hacía comedias en la escuela que llegara el día de usar tacones. Nunca pude hacerlo, por esos desgraciados que destrozaron mi juventud”.
Los atacantes, integrantes de la agrupación terrorista Alpha 66 no pudieron, como era su intención, izar una bandera en el poblado y dejaron regadas por todas partes sus proclamas. Una foto difundida después en la prensa de Miami los mostró con los fusiles en alto, como si hubiesen realizado una proeza, cuando lo que hicieron fue sembrar el dolor y la muerte en un pacífico caserío pesquero.
Años después, en 2009, Gustavo Villoldo, exmercenario de Playa Girón y uno de los miembros de la CIA que participó en el asesinato del Che, reconoció en la prensa que la Agencia había ordenado directamente el ataque terrorista al poblado de Boca de Samá.
Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …