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Transgrediendo fronteras

Foto: tomada de internet

Foto: tomada de internet

Flor A. Mayoral expone en la Fototeca de Cuba su muestra de fotografías titulada Transgrediendo fronteras, suerte de simbiosis entre la existencia del hombre y el medio rural en que habita.
Flor A. Mayoral expone en la Fototeca de Cuba su muestra de fotografías titulada Transgrediendo fronteras, suerte de simbiosis entre la existencia del hombre y el medio rural en que habita.

 

De asuntos relacionados con la vida de los humanos,  tales como la soledad, el envejecimiento, el desinterés, la destrucción, el olvido, los  recuerdos…, concertados mediante  un discurso que se vale de la arquitectura urbana como referente expresivo, tratan las fotografías de  Flor A. Mayoral expuestas en la  Fototeca de Cuba bajo el título de  Transgrediendo fronteras, suerte  de simbiosis entre la existencia  del hombre y el medio rural en que  habita.

En sus imágenes de grandes formatos el observador se  enfrenta a un acercamiento, a veces crudo, a lo que fue y ya no es, a un pasado que, a pesar del abandono, mantiene latientes vibraciones que rememoran los perfiles funcionales de  dos emblemáticas construcciones  proyectadas por dos cubanos en los  primeros años de la década de los  60 del pasado siglo: el Miami Marine Stadium, de 1963, del arquitecto  Hilario Candela, ubicada en Kay  Biscaya, Miami, y el Parque Deportivo José Martí, 1960, de Octavio Buigas, situado en las calles G y Malecón, en el Vedado capitalino.

Frente al Malecón, 2015. (Parque Deportivo José Martí)

 

Ambos espacios, actualmente desatendidos  y expuestos a la devastadora acción del tiempo y del  hombre, son captados por el lente  de la Mayoral con una visión más  bien reporteril, para establecer  diálogos documentales, en los que  la artista busca detalles seleccionados al azar, coexistentes en las dos  distantes armazones de concretos,  tales como la presencia de un aura  tiñosa (Centinela, 2014, Miami Marine Stadium) o un hombre que  descansa en las ruinosas gradas del  Parque Deportivo José Martí, amén  de los numerosos grafitis realizados sobre muros, asientos, paredes  y otras partes de estas edificaciones como para dejar constancia de  que la presencia humana aun interactúa con esos entornos urbanos.

Estadio y nube, 2015 (Miami Marine Stadium)

 

“El Parque Deportivo José Martí fue un sitio de entrenamiento para muchos atletas de diferentes especialidades, luego glorias  del deporte cubano post 1959, y en  el  Miami Marine Stadium se desarrollaron espectáculos náuticos,  conciertos memorables de artistas  como Ray Charles, Jimmy Buffet,  Dave Brubeck y The Beach Boys. A esto se sumó también la presentación de  mítines políticos y  la ejecución de importantes ceremonias  de carácter religioso.

“Sin embargo, lo casual hizo que estas dos edificaciones corrieran un destino parecido y fueran  abandonadas de su función original para quedar en el  olvido y el   ostracismo, pero con la libertad  y el morbo que genera entrar en  lo marginal y prohibido de cualquier ruina…”, expresa el crítico  y curador Jorge Fernández Torres  en las palabras del catálogo de la  muestra.

En su artículo el también director del Centro de Arte Wifredo  Lam apunta que en estas piezas  de Flor Mayoral sobresale el deseo de “escrudiñar en la carne de  cada espacio, su obsesión es hacer  evidente lo que no observamos fácilmente. En cada una de las fotografías sentimos el presente; la  ausencia es perceptible a partir   de lo que se nos muestra en forma  de tatuaje, de aquello que debemos imaginarnos. El horizonte es  corregido en el  detalle porque para  Flor es imprescindible diferenciar la relación que puede haber  entre el ver y el mirar y entender  las gradaciones de luz, difíciles de  domesticar tanto en Cuba como en  Miami”.

De tal modo, las imágenes de esta creadora ofrecen diversidad de lecturas. Fecunda polisemia cuya lírica sostiene al hombre como protagonista principal,  amén de las justas alertas que pudieran derivarse de estas instantáneas con respecto al abandono  de dos trascendentales construcciones de estilo moderno. De ellas,  al decir de Jorge Fernández “emana un S.O.S. para salvar una arquitectura que puede morir, pero  que aún no pierde su vigor desde el  encanto de una supuesta ruina”.

De ahí que en la intencionalidad humanística de sus trabajos, Flor igualmente nos insta a reflexionar en torno al amor y la esperanza, desde las huellas del hombre y su paso  por el tiempo. Por ello, la mayoría  de sus fotografías están desprovistas del elemento humano, omnipresente mediante acciones que, en última instancia, constituyen símbolos o metáforas visuales extraídas de dos edificaciones diferentes,  pero de algún modo emparentadas  entre sí mediante la proyección de  sus diseños por dos destacados arquitectos cubanos pertenecientes a una misma época.

Transgrediendo fronteras constituye, en fin, una especie de juego  con la conciencia del espectador al  que somete al gran reto de buscar o  concluir el significado de cada una  de sus obras.

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