Con la esperanza de dejar atrás la aguda sequía que azota a la provincia, los santiagueros recibieron como una bendición las lluvias asociadas al huracán Joaquín, aunque al final de cuentas el agua caída del cielo mojó pero no empapó.
Desde el miércoles y hasta ayer llovió en varios puntos de este suroriental territorio con acumulados nada despreciables, como los registrados el 30 de septiembre (583,7 milímetros) y el 2 de octubre (367,1) aún así los embalses “no se dieron por enterados”.
Según datos recogidos la víspera en el Puesto de dirección provincial de Recursos hidráulicos las 11 presas que abastecen a Santiago de Cuba registran un 26, 8 por ciento del total de su capacidad de llenado, con .
Chalons al 22,8 por ciento, Charco Mono al 9,3; Parada al 6,9; Guilber al 18,4; Gota Blanca al 25,0; Carlos Manuel de Céspedes al 24; Baraguá al 24,3; Joturo al 80,2; Mícara al 82; Hatillo al 13,6; y La Majagua al 28,6 por ciento.
Tal situación con la disponibilidad de agua embalsada mantiene tensa la entrega del líquido a la población y a las entidades estatales, con la aplicación de medidas emergentes, entre ellas: ciclos de distribución de agua alargados, algunos en más de los 15 días, el abasto con pipas a comunidades y la perforación de pozos en zonas donde resulta factible.
Los santiagueros no desaprovecharon la oportunidad que vino asociada con el huracán Joaquín y llenaron los más insospechados recipientes con el agua de la lluvia de los últimos días, gracias a la cual reverdecieron los jardines, se “limpiaron” las calles y refrescó un poco el ambiente de la que todos reconocen como “la tierra caliente”.