“Yo lo vi siempre como un hermano mayor al que le pedía opiniones y consejos sobre cualquier asunto, por su experiencia revolucionaria, inteligencia, sensibilidad, capacidad”.
Con estas palabras matizadas de emoción contenida, definió Pedro Ross Leal su relación de más de medio siglo con Jorge Risquet Valdés Saldaña, iniciada en el ya lejano año de 1962, cuando ambos trabajaban en la construcción del entonces denominado Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS), en la antigua provincia de Oriente.
Ross, quien se desempeñó como secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, nos habló sobre una faceta no muy divulgada de Risquet: sus vínculos con el movimiento sindical y los trabajadores.
“Es poco conocido que le tocó presidir en un inicio el comité preparatorio del XIII Congreso de la CTC a efectuarse a finales de 1973. Fidel le había encomendado trabajar en la revitalización del movimiento sindical cuyo sentido se había desvirtuado en aquellos años, sin embargo Risquet le dijo a Raúl que en el Departamento de Atención a las organizaciones de masas del Comité Central estaba la persona con más capacidad y experiencia para llevar a cabo exitosamente esa tarea: Lázaro Peña. Esta actitud, en mi criterio, revela un rasgo sobresaliente de la personalidad de Risquet: su modestia y su disposición de poner por encima de cualquier protagonismo o mérito personal los intereses de la Revolución y el Partido. Lázaro se convirtió en el alma del Congreso y Risquet se mantuvo acompañando ese proceso.
“Ya desde mucho antes, en la década de los años 60 en que me tocó asumir responsabilidades partidistas en diversos territorios de la provincia de Oriente, fui testigo de sus visitas a centrales azucareros y centros de trabajo, como hacían el Che y Fidel. Se formó en esa escuela; no se dirigía a los trabajadores con un saludo formal, se interesaba por conocer sus problemas, sus criterios, sabía escuchar, infundía confianza.
“Risquet fue quien elaboró las ideas que condujeron a la creación del movimiento millonario en la zafra, en cuyo nacimiento estuvo presente el compañero Raúl Castro, quien puntualizó las orientaciones principales de lo que se debía hacer en ese empeño. Dentro de cada brigada había un personaje que se encargaba del cómputo de la caña cortada y alzada y para que los trabajadores estuvieran informados, Risquet le dio a ese hombre la tarea adicional de que les leyera el periódico. Risquet había sido fundador de diversas publicaciones y en los últimos tiempos fue miembro del consejo editorial de la revista CTC.
“Esa importancia, que le concedió a la prensa me la transmitió, por eso el periódico Trabajadores fue para mí uno de los más eficientes cuadros del movimiento sindical.
“También concibió la cadena puerto-transporte-economía interna, lo que contribuyó a organizar el trabajo en las radas del país y con ello logró en buena medida que los grandes gastos que ocasionaba en aquellos momentos la prolongada estadía de los buques, se revirtieran en cobro por pronto despacho.
“En mi condición de secretario general de la CTC, solía invitarlo a los comités nacionales y a algunas reuniones del Secretariado, a menudo le consultaba y siempre sus criterios nos resultaban de mucha utilidad.
“Otra gran tarea en la que participó junto al movimiento sindical fue en la organización de los contingentes, creados por Fidel, en medio del proceso de rectificación de errores y tendencias negativas de los años 80. Estos contingentes permitieron resolver disímiles problemas acumulados, de los que puedo mencionar como ejemplo, entre muchos, el rescate y construcción en cuestión de meses, en Villa Clara, de un molino de piedra que había permanecido durante 10 años en cajas.
“Estuvo al tanto de los parlamentos obreros que constituyeron la respuesta del movimiento sindical a los momentos más duros del período especial y participó en algunos de ellos. Estos parlamentos necesitaban el acompañamiento de una labor divulgativa, por lo cual empezamos a publicar en el periódico Trabajadores editoriales que fijaban la posición de la CTC ante los momentos difíciles que estaba viviendo el país. Para elaborarlos nos poníamos de acuerdo un grupo de compañeros, y fueron varias las ocasiones en las que le pedí a Risquet su opinión acerca de los temas que en su criterio no podíamos dejar de abordar”.
Si algo le llena de satisfacción a Ross es que durante los años en que le correspondió ser secretario general de la CTC, pudo contar con ese hermano mayor que se convirtió para él en ejemplo a imitar y en paradigma de fidelidad a la Revolución, al Partido y a Fidel. Y es que, aunque atendiera otros sectores, Risquet siempre buscó un espacio dentro de sus múltiples ocupaciones para compartir con los cuadros de la central sindical.
Y Ross no quiere concluir su evocación sin expresar una convicción nacida del más profundo sentimiento de cariño y admiración: “Si en aquel tiempo en que dirigí la CTC hubiese sido Risquet el que encabezara el movimiento sindical, lo habría hecho de manera brillante”.
Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …