No son pocas las cartas que recibimos con inquietudes sobre la aplicación del aumento salarial a los trabajadores de la Salud. Las dos más recientes, llegadas desde Camagüey y Sancti Spíritus, versan, respectivamente, sobre la correspondencia del pago con las horas de labor y los beneficiarios del citado incremento.
En este último caso se encuentra la espirituana Irma Guerra González, quien se graduó en el año 1991 como técnico en Administración, mientras se desempeñaba como vicedirectora administrativa de la Clínica Estomatológica Provincial. Dice que nunca le pagaron su nivel profesional porque ocupaba plaza de dirigente.
Algo insólito a su juicio, porque en aquella época exigían a los administradores hacerse técnicos. Refiere que en el 2009 pasó a trabajar en la Universidad de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus como técnico de puesto de dirección y trámites de la información, y aunque no lo expone en su misiva, suponemos que tampoco le tuvieron en cuenta sus estudios.
Finaliza su carta pidiendo que la esclarezcan si tiene derecho a cobrar ese aumento, y no aclara si antes de escribirnos indagó al respecto ante alguna instancia administrativa o sindical.
Sin descanso
Mivian Cuza Almenares labora en la lavandería del hogar de ancianos de Lugareño, en el municipio camagüeyano de Minas, y no esconde su disgusto porque a más de un año de aplicada la reforma salarial, les informaron que estaban cobrando un dinero “indebido” y les aumentaron las horas de trabajo.
Explica que ella junto a otra compañera debe ocuparse de la ropa de 34 ancianos internos y desde la implementación del citado incremento salarial devengaban además del monto dispuesto como salario “15 pesos por condiciones de trabajo y 85 de coeficiente de interés social”. Similar plus también se otorgó a la auxiliar de limpieza, la pantrista y en el caso de las enfermeras, 40 pesos por la atención a las camas.
A finales de agosto, a raíz de una visita del nivel provincial, se les comunicó que esos montos eran incorrectos y fueron retirados de las nóminas aunque ya habían trabajado casi el mes completo. Con esa decisión perdían alrededor de 100 pesos, subraya, y en lugar de ocho horas, laborarían 12 en días alternos, a excepción del personal de enfermería que ya las trabajaba.
¿Cuándo descansamos, si somos solo dos en la lavandería?, se pregunta la lectora. Las encargadas de la limpieza son cuatro y por tanto sí pudieron organizar bien su tiempo; dos trabajan por el día, una en la noche y la otra sale de franco, plantea.
“Para nosotras, en cambio, es muy difícil asumir todas las tareas una sola: hervir, tender, doblar y entregar la ropa, que por lo general tiene un alto nivel de suciedad”, agrega.
Mivian considera incomprensible que a las enfermeras se les descuente la atención a las camas, si deben medicar y curar a los ancianos tal y como lo harían con los ingresados en un hospital.
En su misiva también pregunta si es una violación imponer 12 horas de labor a pesar de que aprobaron ocho en su convenio colectivo.